Noelia Núñez, de impostora a tertuliana
«Este nuevo rol plantea preguntas sobre el ecosistema mediático. ¿Es la televisión un refugio para políticos caídos en desgracia?»

Noelia Núñez en 'En boca de todos'. | Cuatro
Noelia Núñez, la ex política del Partido Popular que decidió por voluntad propia dejar sus puestos en el partido por haber falseado su currículum, ha encontrado un trabajo donde parece ser que no importa cometer ese error. Y ese trabajo es el de tertuliana televisiva. Lo que está claro es que solo en el mes de agosto que ha pasado desde que dejó la política no ha trabajado en otra cosa para poder ponerla en su currículum. Desde este mes de septiembre trabaja como tertuliana en el canal Cuatro en el programa En boca de todos, y en La Sexta en el programa La sexta Xplica. Lo que ha demostrado es que no desentona en absoluto. Llevar pocos días en su nueva ocupación no la hace parecer novata ante otros y otras que llevan años desempeñando esa labor.
Para entender este giro profesional, conviene repasar el contexto. Noelia Núñez irrumpió en la escena política madrileña como una promesa del PP. Nació en 1992, y rápidamente escaló posiciones dentro del partido. Fue diputada en la Asamblea de Madrid y ocupó cargos relevantes en Nuevas Generaciones, la rama juvenil del PP. Su ascenso parecía imparable hasta que, en julio de 2025, estalló el escándalo. Se reveló que había inflado su currículo, atribuyéndose carreras universitarias que no correspondían con la realidad. En un movimiento inusual, Núñez optó por dimitir voluntariamente de todos sus puestos en el partido, alegando un «error honesto» y la necesidad de «reflexionar sobre su trayectoria». El PP madrileño, bajo la dirección de Isabel Díaz Ayuso, y el nacional con Feijóo a la cabeza, aceptaron su renuncia sin mayores aspavientos, pero el daño a su imagen pública fue notable.
Agosto transcurrió en un limbo para Noelia Núñez. No se le atribuye ningún empleo alternativo durante ese período. Fue un mes de transición, un paréntesis que, en retrospectiva, parece diseñado para catapultarla directamente al universo de las tertulias televisivas. Y es que, en el ecosistema mediático español, un currículo controvertido no solo no es un lastre, sino que puede convertirse en un activo. ¿Quién mejor para debatir sobre integridad política que alguien que ha tropezado con ella?
El salto a la televisión se ha hecho realidad con la llegada de septiembre. Núñez debutó en En boca de todos, donde ya colaboraba cuando era parte de la clase política. Ahora puede hacer a título individual, siempre más interesante y liberador. A la vez se ha incorporado a La sexta Xplica, el espacio de los sábados por la noche en La Sexta conducido por José Yélamo. En ambos formatos, Núñez ha demostrado una adaptabilidad notable.
Se la ha visto confiada. Su lenguaje corporal es asertivo; gesticula con moderación, mantiene el contacto visual y evita interrupciones innecesarias, lo que denota un saber estar que a muchos de sus «nuevos colegas» les cuesta tener. En sus intervenciones, Núñez no rehúye su pasado: en una emisión de En boca de todos, aludió brevemente a su dimisión como «una lección de humildad», convirtiendo el episodio en un punto de empatía con la audiencia. No parece afectada por el escrutinio; al revés, lo utiliza para posicionarse como una voz renovada.
Este nuevo rol plantea preguntas sobre el ecosistema mediático. ¿Es la televisión un refugio para políticos caídos en desgracia? Siempre se había pensado que el cementerio de elefantes de los políticos españoles era acabar en el Senado. El lugar donde habita el olvido. Y hay quienes lo compaginan con el otro gran salvador de estos «pobrecillos seres», la televisión. El mejor ejemplo de esto es Susana Díaz, el azote con manos de masajista al sanchismo llevado desde dentro del partido. Marxista, pero a lo Groucho, ella tiene unos principios, pero si no le benefician o interesan tiene otros a los que agarrarse como una lapa.
Perjudicada por Sánchez de manera palmaria, sigue defendiendo a este Gobierno como solo lo pueden hacer los cobardes o las acomplejadas. Noelia Núñez cometió un error que evidentemente está mal y que debía pagar por ello. Y tuvo la dignidad de hacerlo, aunque fuera porque la habían «pillado». Pero por lo menos actuó de manera activa, y no con la pasividad enfermiza de la expresidenta andaluza. Noelia Núñez encaja perfectamente en una televisión que busque una audiencia que no acabe de salir de una consulta de geriatría. Su juventud (33 años) la convierte en un perfil atractivo para el público «millennial». En un panorama donde las audiencias premian la tragicomedia, un currículum falseado puede ser un gancho narrativo. Un docu-reality donde resurgir de las cenizas como el ave fénix o ser devorada por un ave carroñera.