Con menos casos declarados de covid-19[contexto id=»460724″] que España tiene de muertos por la epidemia, Portugal se confinó a tiempo para evitar la hecatombe de su vecino, pese a un sistema de salud debilitado por años de austeridad.
Antes de la crisis sanitaria, Portugal figuraba entre los países de Europa con la más débil proporción de número de camas en unidades de cuidados intensivos por habitante. La pronta gestión de la crisis sanitaria por parte del Ejecutivo luso ha logrado frenar la epidemia en un país con un sistema sanitario debilitado tras diez años de austeridad debido a la crisis financiera.
«El lapso de tiempo entre los primeros casos en España y en Portugal nos ha permitido mitigar la propagación del foco de forma mucho más eficaz» explica a AFP el doctor Joao Ribeiro, director del servicio de medicina intensiva del mayor hospital del país.
«Vemos resultados alentadores en la forma en que hemos gestionado la pandemia (…) y no queremos perder estos logros», ha indicado esta semana la ministra de Salud, Marta Temido, quien abogó por la prudencia.
El balance de la epidemia se acercaba el viernes a 600 muertos, es decir más o menos el número de fallecimientos diarios producidos en España, el segundo país europeo más afectado con un total de 18.500 muertos.
El número de casos oficialmente declarados en Portugal llegaba el miércoles a 18.000, diez veces menos que nuestro país, cinco veces más poblado.
Sin embargo la cifra de pacientes en estado crítico empezó a bajar antes de que se alcanzara el límite de sus capacidades.
En el hospital Santa Maria de Lisboa, «la situación está bajo control y nuestras capacidades son suficientes», asegura el doctor Joao Ribeiro.
Desde el inicio de la pandemia, su hospital ya ha duplicado su treintena de camas en cuidados intensivos y podrá llegar hasta las 120 si ello fuera necesario.
Sin respuesta ante «avalancha»
Pero «si hubiésemos tenido una avalancha de casos como se ha visto en otras partes, el país no habría tenido los medios de hacerle frente», precisa.
Portugal detectó su primer caso a principios de marzo, más de un mes después de España. Y el primer fallecimiento se produjo dos semanas después, cuando nosotros contábamos ya 200 muertos.
El gobierno socialista portugués, yendo más rápido de lo que recomendaban los expertos en epidemiología, clausuró entonces escuelas, cerró su frontera con España y declaró el estado de emergencia para organizar el confinamiento de la población.
Sin estas medidas, pese a ser menos estrictas que las impuestas a los españoles, «el servicio nacional de salud habría estado desbordado, habríamos tenido muchas más personas contaminadas y muchos más muertos» reconoció el miércoles el primer ministro Antonio Costa.
«La decisión de cerrar las escuelas ha sido la gran diferencia con los casos de España o Italia», asegura el presidente del Sindicato independiente de médicos, Jorge Roque da Cunha.
Sin embargo, este médico generalista de la región de Lisboa se muestra preocupado porque el sistema público de salud estaba «ya a tope» debido a «diez años de austeridad» desde la gran crisis financiera. El resultado ha sido el «cierre de los servicios de urgencia», «700.000 personas privadas de médico de familia» o pacientes que deben esperar «hasta dos años» antes de poderse operar.
Patriotismo en tiempos de crisis
Portugal, directamente impactado en 2011 por la crisis de la deuda en la zona euro, ha debido sanear sus cuentas públicas en detrimento de la calidad de sus servicios públicos.
Contrariamente a su homólogo Pedro Sánchez, el primer ministro Costa ha podido hasta ahora contar con el apoyo del jefe de la oposición de derecha, Rui Rio, quien instó a sus partidarios a no criticar al gobierno, en aras del «patriotismo» en tiempos de crisis.
Los dirigentes portugueses confirmaron el miércoles que el estado de emergencia y las medidas de confinamiento permanecerán en vigor hasta fines de abril para poder iniciar en mayo una «progresiva transición» hacia la reanudación de la actividad económica y social.