Hace muchos años, poco después de finalizada la Guerra Civil Española, en un pueblo pesquero de la zona vizcaína y durante una mañana de mareas vivas, el mar devolvió a una de las playas del pueblo, una enorme barrica, de esas que tienen una capacidad de miles de litros. La encontró un pescador que vivía en un caserío próximo. Tuvo que pedir ayuda a sus vecinos, bajar con los bueyes a la playa y hacer mil diabluras para llevarla hasta la puerta de casa. En la barrica había algo escrito, pero era imposible de leer lo que ponía. El mar y seguramente el tiempo, se habían encargado de borrar cualquier pista.