Venezuela se ha convertido en una papa caliente para la izquierda política.
Es un caso embarazoso, incómodo. A pesar de que ser de izquierdas es un
significante vacío y el término nacido del lugar en que se sentaron los diputados franceses con respecto al presidente de la Asamblea Nacional Constituyente del 14 de julio de 1789 ha perdido todo sentido en los tiempos contemporáneos, una especie de atonía o inercia intelectual hace que la gente de izquierdas se vea a sí misma como progresista.
Al ser elegido papa, Jorge Mario Bergoglio escogió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, el santo italiano de los siglos XII y XIII caracterizado por su desapego de lo terrenal. El Pontifex Maximus, sin embargo, se ha destacado mucho menos como figura espiritual que como actor político dispuesto a colocar la Santa Sede entre los poderes rectores de la geopolítica mundial, una acción eminentemente terrenal. En lugar de puente espiritual de comunicación con la divinidad, el papa ha fungido como puente de diálogo entre las facciones que se disputan el poder en diversos lugares del mundo. Pero a pesar de sus recurrentes llamados “a la apertura y el diálogo sincero con los demás, a reconocer los derechos y las libertades fundamentales”, sus diálogos han mostrado un particular sesgo.
Es un miedo sostenido, penetrante, un espanto que se vuelve cotidiano, que nos acompaña al fútbol, al concierto, al bistró. Los atentados terroristas del 13 de noviembre en París han convertido el miedo en ansiedad, en angustia colectiva, porque el temor ha dejado de tener un objeto claro y definido para convertirse en sentimiento de inseguridad difusa, pero total, en aprehensión y sobresalto continuado sin lugar ni razón identificable
A sustained, penetrating fear, a terror that becomes common; it goes with us to a match, a concert, to the bistro. The terrorist attacks of November 13 in Paris have turned fear into anxiety, collective anguish, because terror stopped having a clear, definite target to become a feeling of total and widespread insecurity, with apprehension and continued shock without an identifiable place or reason.
Me referiré solamente a un tipo de sometimiento que amenaza hoy en día a gran parte del pueblo venezolano: el hábito de obedecer o el sometimiento en zonas de indiferencia.