En enero de 2019, una desconocida Isabel Díaz Ayuso fue elegida por Pablo Casado como candidata del PP a las autonómicas en la Comunidad de Madrid. En la decisiva reunión, el líder de los populares dejó claro a la entonces viceconsejera madrileña que ese paso no supondría su nombramiento como presidenta del PP regional. Una condición aceptada por Ayuso en aquel momento, subrayan fuentes de Génova a THE OBJECTIVE.
Casado conoce muy bien el PP de Madrid porque creció políticamente en su seno. Y en aquella reunión con Ayuso le confesó que estaba cómodo con la junta directiva que dirigía Pío García-Escudero de forma interina y que no quería repetir las tensiones del pasado entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón. Ni Ayuso había llegado a la Puerta del Sol ni José Luis Martínez-Almeida estaba de alcalde en Cibeles por aquel entonces, pero el aviso quedó claro para la primera, hacen hincapié las citadas fuentes.
Ayuso salió airosa en las autonómicas madrileñas del 26-M, cuando unas semanas antes pocos apostaban por ella después de que Ciudadanos quedase en la región como primer partido del centro-derecha en las generales del 28-A. La candidata del PP pudo formar gobierno aquel verano de 2019 tras una complicada negociación con el entonces líder naranja en la comunidad, Ignacio Aguado. Y a los pocos meses, coincidiendo con el fichaje de Miguel Ángel Rodríguez como jefe de Gabinete, empezó a postularse en privado como sucesora de García-Escudero.
Desde la Presidencia madrileña se ve superado aquel acuerdo verbal entre Casado y Ayuso, insisten a este periódico, porque la contundente victoria electoral del 4-M cambió el panorama político en la Comunidad de Madrid y propulsó a la presidenta regional a una mayoría casi absoluta, que ahora le permite gobernar en solitario con el apoyo externo de Vox.
«Ella le dijo en privado (a Casado) en varias ocasiones durante los últimos meses su intención de presentarse al congreso y nunca se le dijo que no», inciden fuentes próximas a Ayuso. Además, el propio secretario general de los populares, Teodoro García Egea, apoyó en junio -de forma pública- a la presidenta regional en su deseo de postularse para dirigir el PP de Madrid. En aquel momento, «ella ya lo había comunicado a la dirección nacional en privado«.
Sin embargo, en Génova consideran que Ayuso ha faltado a la palabra que le dio a Casado en enero de 2019 y que una eventual victoria de ella en el congreso del PP madrileño sería el primer paso de la dirigente regional para «cuestionar» el liderazgo de su mentor político.
La ‘tercera vía’
El PP madrileño cuenta con un presidente interino desde hace tres años y medio en la figura de García-Escudero, quien fue colocado por Mariano Rajoy de forma provisional tras la precipitada dimisión de Cristina Cifuentes. Era principios de mayo de 2018, cuando nada hacía prever que en unas semanas iba a haber una moción de censura que sacaría a Rajoy del poder y que, dos meses después, el PP tendría un nuevo líder en Casado tras un proceso interno de primarias y un congreso extraordinario.
Aquella gestora sigue formalmente en pie al frente del PP madrileño y Ayuso defiende que tiene que ser ella la que suceda a García-Escudero como ocurrió en las últimas legislaturas de Esperanza Aguirre y en el breve reinado de Cifuentes. Además, es la práctica habitual del PP en todo el país con sus barones territoriales, aunque Génova discrepa de ello ya que tanto Alberto Núñez Feijóo como Juanma Moreno Bonilla tienen un contrapesos en algunos presidentes provinciales -los de Orense o Sevilla son ejemplo de ello-, mientras que la región de Madrid es uniprovincial y deja todo el poder orgánico en manos de quien lo preside.
Esto último es lo que teme Génova con Ayuso y que ha provocado que impulse entre bambalinas la candidatura de Almeida, quien guarda muy mal recuerdo de la irrespirable bicefalia de antaño entre Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, por lo que -al igual que Casado- prefiere una figura de consenso para presidir el PP de Madrid. Alguien que no sea ni la presidenta regional ni el primer edil de la capital.
En esa ecuación siempre ha estado la senadora y diputada autonómica Ana Camins, actual número dos de García-Escudero en el PP madrileño y amiga personal del líder de la oposición. Cuando ella estuvo en Nuevas Generaciones ya fue secretaria general del PP madrileño a las órdenes del propio Casado, de ahí que nadie ponga en duda la buena sintonía entre ambos.
Camins como fórmula salomónica
A Almeida le parece que Camins es la persona perfecta para salir de la prolongada interinidad, pero Ayuso se niega a aceptar la llamada ‘tercera vía’. La ganadora del 4-M cuestiona la idoneidad de la ‘solución Camins’ porque José María Aznar ya impuso esa fórmula salomónica precisamente con García-Escudero durante 11 años, de 1993 a 2004. Primero para mediar entre Rodrigo Rato y un ambicioso Gallardón, y luego como dique de contención entre una Aguirre que asumía galones como representante del ala más conservadora y un Gallardón que buscaba la imagen de ser el más moderado dentro del PP.
Pero aquella operación pacificadora de Aznar acabó con duros reproches internos en 2004, una vez perdidas las elecciones generales del 14-M y con el ascenso a la presidencia del PP madrileño de Aguirre. Lo peor de aquella situación es que dejó a Rajoy una enconada rivalidad entre la entonces presidenta de la región y el alcalde de Madrid, con muchas víctimas colaterales y episodios como ‘Gürtel’ o el espionaje de la ‘Gestapillo’ que marcaron toda la etapa del gallego al frente del PP.
En la Puerta del Sol advierten, además, que Almeida fue nombrado hace un año portavoz de la Ejecutiva nacional del PP y ven «excesivo» darle otro ‘premio’ con su idea de una presidenta de consenso para dirigir a los populares madrileños. Por ello, insisten en que hay que equilibrar la balanza colocando a Ayuso al frente del PP de Madrid.