El segundo juicio político –impeachment– al expresidente Donald Trump ha arrancado este martes en un Senado estadounidense totalmente dividido. Esta vez se le acusa de «incitación a la insurrección» por la irrupción de una turba de sus seguidores en el Capitolio, que dejó 5 muertos. En esta jornada se decidirá si este juicio político es o no constitucional, que aprobarse por mayoría simple de la cámara.
Por qué es importante: el debate sobre la constitucionalidad es un salvavidas para aquellos republicanos más incómodos con Trump pero que no se atreven a darle del todo la espalda, puesto que así tendrán una excusa para votar en contra de condenarlo. Expertos en la Constitución han opinado que el proceso es legítimo incluso si ya no puede resultar en la destitución de Trump, porque evalúa hechos que se produjeron cuando él todavía era presidente.
Una vez que el Senado decida que el proceso es constitucional, el juicio político se retomará el miércoles a las 12:00 hora local (18:00 en España), cuando empezarán los argumentos de los fiscales y la defensa de Trump.
El impeachment se celebrará todos los días siguientes excepto el sábado, por petición de un abogado judío de Trump, y se retomará el domingo, con la perspectiva de terminar la próxima semana a no ser que se convoquen testigos.
Se prevé que el miércoles se dé comienzo a los argumentos de apertura de los «fiscales» del juicio político -que son nueve legisladores demócratas de la Cámara Baja-, que harán su presentación durante un lapso de no más de 16 horas y en un máximo de dos sesiones. Para la defensa del exmandatario republicano, regirá la misma regla en cuanto a las horas y las sesiones. Una vez que concluyan esos alegatos, los senadores tendrán cuatro horas para realizar sus preguntas.
El proceso pasará a la historia en dos sentidos: porque convertirá a Trump en el primer presidente estadounidense que afronta dos juicios políticos -tras el celebrado hace un año por sus presiones a Ucrania-, y porque nunca antes se había sometido a un impeachment a un mandatario cuando ya no está en el poder.
Los abogados de Trump se han aferrado a ese último hecho y lo han convertido en el pilar principal de su defensa, al argumentar que es inconstitucional juzgar políticamente al expresidente cuando ya no está en la Casa Blanca.