Siete bebés mueren al día en los hostiles hospitales de Venezuela
Entrar a un hospital venezolano, es como entrar en una zona de guerra, un lugar suicida. Las tasas de mortalidad se han disparado y los pacientes esperan, en el mejor de los casos, en rotas y sucias camillas. Ellos son afortunados, la mayoría hacen tiempo tendidos en el suelo, heridos, ensangrentados o con dolencias. Los niños, en cajas de cartón, sin comida, ni agua, ni medicamentos. Y botellas de agua hacen de improvisadas eslingas. El verano pasado 17 recién nacidos fallecían en el Hospital Luís Razetti, en Puerto de la Cruz, tras una infección. Esto sólo era el comienzo de la miseria.
El presidente Nicolás Maduro asegura que Venezuela tiene «la mejor sanidad del mundo». Algo muy alejado de la realidad en un país donde, cada día, 7 bebés mueren en ellos y donde los cirujanos, sin antibióticos, energía, herramientas, o rayos X, luchan por mantener a sus pacientes vivos. Algo que consiguen a muy duras penas.
Entrar a un hospital venezolano, es como entrar en una zona de guerra, un lugar suicida. Las tasas de mortalidad se han disparado y los pacientes esperan, en el mejor de los casos, en rotas y sucias camillas. Ellos son afortunados, la mayoría hacen tiempo tendidos en el suelo, heridos, ensangrentados o con dolencias. Los niños, en cajas de cartón, sin comida, ni agua, ni medicamentos. Y botellas de agua hacen de improvisadas eslingas. El verano pasado 17 recién nacidos fallecían en el Hospital Luís Razetti, en Puerto de la Cruz, tras una infección. Esto sólo era el comienzo de la miseria.
