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Johan Cruyff, el genio que dedicó su vida entera al fútbol

«Si yo hubiera querido que me entendieras, me hubiera explicado mucho mejor», contestó Cruyff a un periodista en rueda de prensa. Así era el carácter del holandés, apodado ‘El Flaco’, cuando le preguntaban sobre su particular visión del fútbol. En los terrenos de juego era único, como futbolista y como entrenador. En los dos clubs de su corazón, el Ajax de Ámsterdam y el FC Barcelona, dejó su huella imborrable. Para él, el balón era el protagonista y había que cuidarlo, mimarlo. Su mayor obsesión era la posesión del esférico, desesperar al rival. Debutó en la primera división holandesa con el Ajax en 1964, cuando sólo tenía 17 años. Pronto comenzó a despuntar por su velocidad y elegancia. Ganó el Balón de Oro al mejor jugador europeo en tres ocasiones, lo que despertó el interés de incontables clubs del continente. Fue finalmente el FC Barcelona quien se hizo con su talento. En la Ciudad Condal le bastaron cinco años para convertirse en el ídolo de la afición culé. Tanto es así que en 1988 volvería como entrenador y fue el espíritu del Dream Team, en la que fue una de las etapas más brillantes del equipo azulgrana. “El dinero tiene que estar en el campo, no en el banco”, dijo en otra ocasión. Cruyff en estado puro.

Johan Cruyff, el genio que dedicó su vida entera al fútbol

Implantó su propia filosofía en la forma de jugar al fútbol. Pasará a la historia por ser un jugador adelantado a su época, un visionario. De hecho, está considerado el inventor del fútbol moderno: el famoso tiki-taka, pases cortos de la pelota y búsqueda constante del espacio sobre el césped. Johan Cruyff falleció el 24 de marzo después de enfrentarse a un cáncer de pulmón. Tenía 68 años y dedicó toda su vida al balompié.

«Si yo hubiera querido que me entendieras, me hubiera explicado mucho mejor», contestó Cruyff a un periodista en rueda de prensa. Así era el carácter del holandés, apodado ‘El Flaco’, cuando le preguntaban sobre su particular visión del fútbol. En los terrenos de juego era único, como futbolista y como entrenador. En los dos clubs de su corazón, el Ajax de Ámsterdam y el FC Barcelona, dejó su huella imborrable. Para él, el balón era el protagonista y había que cuidarlo, mimarlo. Su mayor obsesión era la posesión del esférico, desesperar al rival.

Debutó en la primera división holandesa con el Ajax en 1964, cuando sólo tenía 17 años. Pronto comenzó a despuntar por su velocidad y elegancia. Ganó el Balón de Oro al mejor jugador europeo en tres ocasiones, lo que despertó el interés de incontables clubs del continente. Fue finalmente el FC Barcelona quien se hizo con su talento. En la Ciudad Condal le bastaron cinco años para convertirse en el ídolo de la afición culé. Tanto es así que en 1988 volvería como entrenador y fue el espíritu del Dream Team, en la que fue una de las etapas más brillantes del equipo azulgrana. “El dinero tiene que estar en el campo, no en el banco”, dijo en otra ocasión. Cruyff en estado puro.

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