Muere el escritor Rafael Sánchez Ferlosio a los 91 años
El autor nacido en Roma escribió obras como ‘El Jarama’, una de las novelas más importante de la literatura de posguerra, y fue reconocido con el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2009
El escritor Rafael Sánchez Ferlosio ha fallecido este lunes en Madrid a los 91 años, según ha anunciado la agencia Efe. Su creación, fundamental en las letras españolas, fue galardonada con premios como el Cervantes en 2004, el Nacional de las Letras Españolas en 2009 o la Medalla de Oro a las Bellas Artes en 2015. Sánchez Ferlosio alcanzó una gran fama siendo muy joven, con 28 años, cuando publicó El Jarama, una joya literaria que concentra el espíritu de la posguerra en nuestro país.
Aunque italiano de nacimiento, hijo del corresponsal del diario ABC en Roma y de su esposa italiana, creció en Madrid en un ambiente abierto a la cultura. Tanto es así que tiene un hermano poeta y otro filósofo. Su pasión por la escritura se manifestó con la publicación de su primera novela con apenas 24 años, en 1951. Se trató de Alfanhuí y se englobó dentro del fenómeno del realismo mágico que emergió en América Latina.
Sin embargo, el éxito le llegó cuatro años más tarde con El Jarama, una obra cumbre de nuestras letras del siglo pasado en un año donde también se publicó, por ejemplo, Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo. La novela de Sánchez Ferlosio le valió el Premio Nadal, pero no su reconocimiento personal. El escritor siempre delegó en otras personas las buenas palabras hacia este libro e insistió en que su mejor novela fue Alfanhuí. Una de sus facetas más asombrosas fue su consumo de anfetaminas durante el proceso creativo. De ellas dijo en un ensayo que son «un invento relativamente útil para la gramática por sus efectos alucinógenos».
Su vida estuvo perseguida por la desgracia. Sánchez Ferlosio estuvo casado durante 17 años con Carmen Martín Gaite (1925-2000), entre 1953 y 1970, y tuvo con ella dos hijos. Ambos murieron. Miguel, siendo un bebé, en 1954. Marta, con 29 años, en 1985.
Además de prosista, fue un prolífico autor de columnas periodísticas y ensayos rigurosos, reunidos en cuatro extensos volúmenes que editó Debate con los nombres Altos Estudios Eclesiásticos, Gastos, disgustos y tiempo perdido, Babel contra Babel y Qwertyuiop. En ellos, implícita y explícitamente, se advierte la esencia pesimista de la que hizo gala en tantas de las entrevistas que concedió. «No tiene sentido el optimismo», manifestó en una de ellas para la agencia Efe, en la que añadió que una palabra alemana comprime certeramente su visión del mundo: schwarzseher. Esto es, el que ve todo negro.