Adieu les cons, de Albert Dupontel, ha protagonizado los premios César del cine francés; se ha llevado siete estatuillas. Mientras que el español Jonás Trueba, nominado a mejor película extranjera por La virgen de agosto, se fue con las manos vacías, la producción hispano-francesa Josep, de Aurel, se llevo el premio a mejor largometraje de animación.
Por qué es importante: ha sido un año duro para el cine francés. Las salas han permanecido cerradas durante casi ocho de los últimos doce meses debido a las restricciones. «Hemos cerrado los cines y los teatros y prohibido los conciertos para abrir las iglesias porque somos un país laico», ironizó la actriz Marina Foïs, presentadora de la gala y portavoz desde esa tribuna del sentir general.
Adieu les cons cuenta la historia de una mujer de 43 años que descubre que está enferma y parte en busca del hijo, al que había abandonado. Ha sido premiada en las categorías de mejor película, director, actor secundario (Nicolas Marié), guion original, fotografía y decorado, y se llevó además el premio de los estudiantes.
Laure Calamy como mejor actriz por Antoinette dans les Cévennes (Vacaciones contigo… y tu mujer), y Sami Bouajila como mejor actor por Un fils fueron otros de los vencedores de una noche donde la favorita, Les choses qu’on dit, les choses qu’on fait (Las cosas que decimos, las cosas que hacemos), con 13 nominaciones, solo vio recompensada a su actriz secundaria, Émilie Dequenne.
Sorprendió además Adolescentes, de Sébastien Lifshitz y premio al mejor documental, sonido y montaje en una gala que cargó de forma constante contra la decisión gubernamental de no autorizar la apertura de los cines.
El malestar por la gestión del Gobierno francés fue un reclamo compartido por todos los participantes, pero ninguno tan gráfico como el de la también actriz Corinne Masiero, que se desvistió en el escenario: «Ahora estamos así, desnudos», dijo en referencia a su sector, mientras en su torso se podía leer el mensaje «Sin cultura no hay futuro».
La ministra francesa de Cultura, Roselyne Bachelot, criticada al inicio de la ceremonia, aseguró estar a su lado: «Entiendo su frustración y exasperación. (…) Quiero transmitir un mensaje de esperanza. Estamos decidiendo las condiciones de reapertura», había avanzado a su llegada.
Esta gala estaba llamada a ser el inicio de una nueva era en la industria francesa tras las numerosas polémicas del año pasado, desde las quejas por ensalzar a Roman Polanski como mejor director por J’accuse pese a estar denunciado por violación hasta las críticas por falta de transparencia y de paridad en la Academia.
Tras la dimisión de su anterior dirección en febrero de 2020, el pasado septiembre la institución puso al frente a Véronique Ayla, antigua presidenta de la cadena Arte, y al director Éric Toledano, conocido por largometrajes como Intocable.
En estos César que inauguraron una etapa de mayor apertura no pasó desapercibido el premio a dos actores negros como mejores intérpretes revelación: Fathia Youssouf por Mignonnes (‘Guapis’) y Jean-Pascal Zadi por Tout simplement noir.
La buscada paridad no se vio reflejada sin embargo en las candidaturas y premios: solo dos mujeres, Maïwenn y Caroline Vignal, estaban incluidas en las categorías principales, la de mejor dirección y película, y ninguna fue premiada.