Daoíz, Velarde y Malasaña: los héroes del 2 de mayo
El pueblo de Madrid se levantó y atacó a las tropas francesas con las pocas armas a su alcance, muchas de ellas improvisadas
El pueblo de Madrid se levantó y atacó a las tropas francesas con las pocas armas a su alcance, muchas de ellas improvisadas
Un año más, Madrid celebra el aniversario del alzamiento del 2 de mayo de 1808 contra las tropas napoleónicas, una fecha que quedaría marcada en la historia como el inicio de la Guerra de la Independencia.
Aquel día, una parte del pueblo de Madrid, preocupado por el creciente clima de usurpación política del trono de España por parte de Napoleón, acudió al Palacio Real para impedir que las tropas francesas sacaran de la ciudad al infante Francisco de Paula, hijo menor de Carlos IV.
Al grito de “¡que nos lo llevan!”, la multitud se agolpó frente a la verja del palacio y atacó a la guarnición francesa que guardaba las puertas. Las tropas napoleónicas respondieron disparando contra el gentío.
El pueblo de Madrid se levantó y atacó a las tropas del general Murat con las pocas armas a su alcance, muchas de ellas improvisadas, desde navajas a macetas arrojadas desde los balcones. Aunque Murat contaba con 30.000 soldados profesionales a sus órdenes, los franceses encontraron una feroz resistencia de los madrileños.
Los héroes del 2 de mayo
El alzamiento fue generalizado y en él participaron personas de muy distinta clase. Tres figuras dan una buena muestra de esta variedad, dos hombres y una mujer.
Los dos hombres no son otros que los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, militares que se rebelaron contra las órdenes de Murat de velar por que no se produjesen altercados (en aquel momento los ejércitos español y francés eran, en teoría, aliados en la guerra con Portugal). No obstante, ambos consiguieron reunir a un contingente de unos cincuenta soldados en el Parque de Artillería de Monteleón. Junto con una milicia popular, Daoíz y Velarde dirigieron la defensa del cuartel hasta que, superados por la numerosa tropa francesa, cayeron en combate.
La tercera heroína del día fue Manuela Malasaña Oñoro, una bordadora de tan sólo diecisiete años que también murió durante el levantamiento. Aunque las circunstancias de su muerte no están claras, en parte por la mitificación de su figura, parece ser que acudió al mismo cuartel que Daoíz y Velarde defendían y cayó de un disparo mientras proveía de pólvora a su padre, también afanado en la refriega.
El plano de la ciudad de Madrid homenajea a la joven dando su nombre al barrio donde ella vivía, en aquella época llamado Maravillas, hoy mundialmente conocido como Malasaña.
Por su parte, los capitanes Daoíz y Velarde serán siempre recordados a las puertas del Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, y es que ellos guardan sus puertas: los dos leones de bronce situados junto a la puerta principal llevan sus nombres.