Pandilleros y homosexuales: la compleja historia del documental 'Imperdonable'
Marlén Viñayo, directora del premiado mediometraje documental ‘Imperdonable’, cuenta cómo descubrió la historia y su amor por el cine documental
Cuando la historia llegó a oídos de Marlén Viñayo supo que quería contarla. El periodista Carlos Martínez, especializado en pandillas, había visitado la cárcel salvadoreña de San Francisco Gotera y se había enterado del fascinante relato de exmiembros de las maras (pandillas salvadoreñas) que eran abiertamente gays. Y cuando se acercó a Viñayo, lo hizo con la intención de que ambos contasen la historia (Martínez es co-guionista y co-productor). Así nació el cortometraje documental Imperdonable, que actualmente compite en la sección Amalgama del Festival Internacional de Mediometrajes La Cabina, que se desarrolla en Valencia hasta el 19 de noviembre.
Debían moverse rápido y no parecía fácil. Pero el director general de centros penales se interesó por el proyecto y les dio permiso para filmar dentro de la cárcel. El Gobierno salvadoreño estaba por cambiar y sabían que tenían un tiempo limitado antes de la llegada de un nuevo presidente (nuevas autoridades se nombrarían). Contaron, finalmente, con 12 días para captar el relato de estos hombres, cuya sexualidad es una condena a muerte (las maras no toleran la homosexualidad) pero también un escape.
«Durante el primer día los conocí. Hicimos unas pequeñas entrevistas con quienes quisieran participar (los prisioneros están en aislamiento). A partir de ahí pasábamos todo el tiempo posible dentro de la cárcel, unas ocho horas al día, y la mayoría dentro de la celda (solo salen 30 minutos al día). Uno de los retos era lograr desaparecer en ese espacio tan pequeño. Para ellos nuestra presencia era una novedad. Al principio me preguntaban: qué quieres que hagamos. Pero fuimos claros. Queríamos mostrar su cotidianidad y lo entendieron bastante rápido: desde los primeros días pudimos filmar escenas muy íntimas y conversaciones muy honestas».
«Me sorprendió mucho que te podían contar con frialdad y detalle cómo habían asesinado a alguien y luego tener momentos de muchísima ternura»
Marlén Viñayo
A Viñayo una de las cosas que más le marcó de filmar Imperdonable fueron sus propios sujetos. «Ya me imaginaba que iban a ser personas muy complejas. Son gente que está en la cárcel por varios asesinatos y por cosas horribles. Pero, aparte de eso, me sorprendió mucho que te podían contar con frialdad y detalle cómo habían asesinado a alguien y luego tener momentos de muchísima ternura. Fue muy interesante ver estas dos facetas en una persona».
Durante todo el rodaje la cineasta repitió a sus entrevistados que el documental se vería tanto en su propio país como fuera (ya viven con el peligro de ser asesinados por su pandilla) pero ellos insistieron en participar. Actualmente, han sido trasladados de prisión. Viñayo habla aún con sus familias, sin embargo, ni ella ni Martínez han podido volver a hablar con sus sujetos.
Viñayo se mudó a El Salvador hace más de ocho años, tras terminar sus estudios de Cine Documental en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales (ESCAC) en Barcelona, pero ya había visitado el país en 2010. De hecho fue allí donde, cuenta, «tuve contacto con la realidad, por primera vez, a través de mi cámara». «Quería intentar cine aquí. Creo que es un país que está lleno de historias y que se necesita contarlas. Y quería hacerlo a través de lo que sé hacer, que es el cine documental». Sin embargo, las maras nunca le habían atraído como tema. «Creía que las pandillas eran uno de los temas que más se ha contado y se ha estudiado, desde el país hacia afuera. Creía que no tenía nada nuevo que aportar. Pero cuando Carlos me contó sobre ellos, aún sin haberlos conocido, me imaginé que a través de esta historia podía ofrecer un punto de vista único y diferente».
«No estábamos seguros de la reacción porque trata dos temas espinosos en el país: las pandillas y la homosexualidad»
Marlén Viñayo
Imperdonable se estrenó en El Salvador vía online (durante la pandemia). «No estábamos seguros de la reacción porque trata dos temas espinosos en el país: las pandillas y la homosexualidad. Pero por los comentarios que hemos recibido hemos visto que ha abierto discusiones no solo sobre estos temas, sino sobre la sociedad salvadoreña en general». Internacionalmente, se estrenó en el Festival Hot Docs de Canadá en 2020 y actualmente ya ha rotado por 60 festivales y se ha ganado más de 15 premios. Viñayo no es una novata en cuanto al circuito, ya con su cortometraje documental Cachada, sobre cinco mujeres salvadoreñas trabajadoras que deciden montar una compañía de teatro, participó en varios festivales y llegó a ganarse el Premio del Público en South by Southwest en Austin, Texas.
Actualmente trabaja, junto a una asociación, en una serie de piezas -mezcla de cine y teatro- sobre la inmigración infantil. Y tiene un proyecto personal en ciernes, del que aún prefiere no hablar. Lo que sí está claro es el género en que va a hacerlo y en el que seguirá trabajando. «Soy una enamorada del cine documental. Aquí en El Salvador producir cine en general es muy complicado. No hay fondos, no hay escuela. Es un camino de largo aliento. Es una tarea para quienes queremos realmente hacerlo. Tienes que querer contar esa historia».