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Madrid

Una placa recordará a Almudena Grandes en su casa de la calle Larra de Madrid

Además, el Ayuntamiento ha establecido puntos de lectura de sus libros «con una acción coordinada y global»

Una placa recordará a Almudena Grandes en su casa de la calle Larra de Madrid

Almudena Grandes. | Europa Press

El Pleno del distrito Centro aprobó ayer con el ‘sí’ de todos los grupos a excepción de Vox, que votó en contra, la propuesta del PSOE para recordar a la escritora madrileña Almudena Grandes con una placa en la fachada de su casa, en la calle Larra esquina con Barceló.

Además, el Ayuntamiento ha establecido puntos de lectura de sus libros «con una acción coordinada y global». Sobre el homenaje que se dedicará a la autora de ‘El corazón helado’, ya se ha comenzado a trabajar en el mismo, para el que se quiere contactar con la familia y que sea una acción acordada con los grupos municipales.

Almudena Grandes fallecía el pasado 27 de noviembre a los 61 años a consecuencia de un cáncer. En el Pleno municipal de este mes se acordó dedicarle una calle de la capital y rendirle un homenaje público. Sin embargo, los votos en contra de Ciudadanos, PP y Vox impidieron que fuera nombrada hija predilecta y que diera nombre a una biblioteca.

Chamberilera de corazón

La escritora, Premio Nacional de Narrativa 2018, siempre presumió de las bondades de la capital y puso en valor las virtudes de la Villa y Corte, una protagonista más en todas sus novelas. Su casa familiar está situada en la calle de Larra esquina con Barceló.

La plaza de la Guardia de Corps, la calle Manuela Malasaña, Las Vistillas, la calle Moreto o el cementerio de la Almudena son algunos de los emplazamientos madrileños que situó en los mapas de sus novelas. «Si marcara en un plano de la ciudad todas las casas en las que he vivido, el resultado sería un círculo casi perfecto. Ahora vivo en la calle de Larra, en el mismo barrio donde se instaló mi bisabuelo al llegar a Madrid», explicaba sobre sus raíces.

«Cuando era pequeña, lo que más me gustaba del mundo era venir con mi madre de compras al Centro. Vivía al lado de la glorieta de Bilbao, mis abuelos paternos en la calle de Fuencarral, los paternos en Lope de Vega, enfrente de las Trinitarias… toda mi vida transcurría en el distrito Centro, pero para mí el centro era un cogollo con la Puerta del Sol, calle Mayor, la calle Arenal, Gran Vía y Plaza Mayor«, relató.

Fue en 2018, durante la lectura del pregón de las fiestas de San Isidro, donde Grandes, casada con el poeta Luis García Montero, dejó patente su amor y defensa de la ciudad de Madrid con la lectura de un claro homenaje a la ciudad que la vio nacer, crecer y convertirse en escritora.

«Como un hada madrina populachera y generosa, Madrid hace a sus hijos dos regalos en el instante de su nacimiento. Uno es el agua, la incomparable delicia de beber directamente del grifo. El otro es el anonimato. Porque en esta villa plebeya, que se enorgullece de su condición tanto o más que otras de sus viejos y aristocráticos blasones, nadie es más que nadie», comenzaba Grandes desde el balcón de la Casa de la Villa, en la plaza homónima.

Grandes describió a Madrid como «un caos misteriosamente ordenado, la Villa que se ha fundado a sí misma a espaldas de Palacio, y que no es distinguida, ni falta que le hace» y lamentaba a continuación que «Madrid es una ciudad que se quiere poco, mucho menos de lo que debería».

Destacó durante la lectura del pregón que «es una ciudad muy hermosa, una urbe inmensa, con grandes edificios, con amplias avenidas, con parques antiguos y muchísimos árboles, y sin embargo, se sigue escuchando a diario las célebres tonterías del secarral y del poblachón manchego«.

«Todos los días alguien se burla del Manzanares porque no entiende nada. Que el verdadero río de Madrid es La Castellana. Que su virtud suprema es la velocidad. Que su patrimonio más valioso es su espíritu de resistente, la feroz determinación con la que se aferra a la vida hasta en los momentos peores, que los hemos tenido, y han sido muchos, y muy malos», explicó a los allí congregados.

«Capital del dolor, capital de la gloria, esta es la ciudad que nunca se detiene, una superviviente capaz de renacer una y otra vez de sus propias cenizas», manifestó.

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