Jessica Chastain: «Me he impuesto el reto de ver a un ser humano sin considerar su género»
Conversamos con Jessica Chastain por ‘Agentes 355’, thriller coral que produce y protagoniza junto a Penélope Cruz, Lupita Nyong’o, Diane Kruger y Fan Bingbing
Jessica Chastain (Sacramento, California, 1977) atiende las entrevistas por Zoom para la promoción de Agentes 355 vestida con un impecable traje de chaqueta rojo, en una postura de elegancia suprema que solo se perturba cuando su perro, en principio no invitado al encuentro con la prensa, juguetea entre sus piernas. El contratiempo le presta a la conversación un elemento de distensión a una conversación profunda en la que explica que con esta película de acción aspira a reivindicar a las mujeres que trabajan en la sombra por el bien común.
A la actriz la acompañan en este reto Penélope Cruz, Lupita Nyong’o, Diane Kruger y Fan Bingbing. Todas son productoras de este thriller coral que nació de la frustración de Chastain cuando fue jurado del Festival de Cannes en 2017. En rueda de prensa, reprochó el retrato que las películas seleccionadas realizaban de las mujeres. «Ha sido muy preocupante. En la mayoría de los casos me sorprendí con la representación de los personajes femeninos. Espero que cuando incluyamos a más mujeres narrando historias tengamos a más mujeres que reconozca en mi vida diaria, proactivas, con su propio punto de vista, que no actúan simplemente por el dictado de los hombres que las rodean». En lugar de esperar esa transformación, la pelirroja se ha convertido en motor del cambio.
P: El título de la película aparece muy avanzada la película y responde a un referente histórico. ¿Puedes detallar la necesidad de reivindicar la figura que representa este número?
R: Sí, claro, el número 355 era el código secreto empleado para referirse a la espía que trabajó al servicio de George Washington durante la Revolución. Hasta el día de hoy no se sabe su identidad. Las mujeres que forman parte de los servicios de inteligencia han empleado esta cifra como insignia de honor, como representación o símbolo de las compañeras de ayer y de hoy que han trabajado y trabajan en las sombras. Desafortunadamente, heroínas olvidadas. Cuando oí la historia de los labios de una mujer que trabajaba en espionaje, me conmovió.
Este proyecto es una producción propia, ¿cuánta atención le prestaste a la diversidad en el casting y en el desarrollo de los personajes?
Era un aspecto muy importante para mí, porque esta película va en contra de nacionalismos, de esta idea de que un país trabaje en contra de otro. Nuestros personajes comprenden que la única manera de que su plan funcione es trabajando unidas, lo que funciona como metáfora de lo que estamos afrontando durante la pandemia. Cuanto más lidie la humanidad con este virus en conjunto, más rápido nos desharemos de él. Así que, definitivamente, era primordial para mí que el elenco estuviera lleno de mujeres y hombres de todo el mundo. Como también lo es en el resto de películas en las que participo.
Me fascina todo el contexto presupuestario del proyecto, Lupita Nyong’o me comentó que le detallaste la idea y se sumó en seguida, pero ¿cuál fue tu punto de partida?
El año que formé parte del jurado del Festival de Cannes me sentí desilusionada, no solo porque no hubieras demasiadas directoras a concurso, sino porque al echar un vistazo al mercado, entre los pósteres promocionales desplegados había elencos íntegramente masculinos en el género de acción. Lo hablé con mi agente, y me contestó que había que buscar la forma de darle protagonismo a las mujeres en este tipo de películas. Así que me puse en contacto con las que han sido mis compañeras de reparto para explicarles mi idea. Les comenté que aprendí mucho sobre espionaje en La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2002) y les planteé sacar adelante una película que celebrara a las mujeres en todo el mundo tanto por su intelecto como por sus habilidades. Lo siguiente fue proponerles que consiguiéramos nosotras mismas la financiación, de ese modo, la película sería de nuestra propiedad y nos convertiríamos en nuestras propias jefas. Lo siento como un acto político en la industria del cine. Ha sido todo un experimento. Para mí es relevante cambiar la fórmula y transmitir a las mujeres que tenemos más poder del que se nos hace creer.
¿Qué emociones te asaltaron el primer día de rodaje?
El primer día de rodaje no daba crédito a que estuviéramos todas allí. Estaba conmocionada. No me podía creer que hubiéramos llegado tan lejos.
Este próximo 22 de febrero estrenas una película que también has producido, Los ojos de Tammy Faye. ¿Qué aliciente tenía este proyecto más allá de tu debut como cantante?
Mi intención era llamar la atención sobre las razones que nos llevan a juzgar a esta famosa telepredicadora por el exceso de rímel en lugar de reconocerle su labor al recordar a los cristianos qué se necesita para ser honestos, generosos y afectuosos con el prójimo.
A la vista hay una serie donde darás vida a la estrella del country Tammy Wynette. De nuevo otra Tammy cantante.
Qué casualidad, ¿verdad? Y las dos tenían adicciones… Volver a hacer un biopic musical me ha reafirmado en que la música está conectada con el amor, la historia y la memoria. Diría que fomenta un vínculo espiritual, porque te hace expresarte desde la emoción a través del canto. Estoy muy emocionada porque además voy a volver a coincidir con Tom Shannon después de rodar juntos hace 10 años Take Shelter (Jeff Nichols, 2011). Lo adoro y considero que es uno de nuestros mejores actores.
¿Te resulta más fácil forjar un vínculo profesional con mujeres o con hombres?
Estoy en un momento interesante en mi vida, en el que estoy empezando a analizar las cosas sin tener en cuenta la cuestión de género. Me he impuesto el reto de ver a un ser humano sin considerar mi propio género e independientemente del género con el que esa persona se identifique. Es una actitud muy estimulante, porque así he asentado la idea de que somos todo lo que nos constituye como personas, con independencia de cómo nos vea el mundo. Así que, respondiendo a tu pregunta, no hay grupos que se afiancen más que otros, sino que la conexión proviene de la humanidad del individuo.
Agentes 355 revela, precisamente, a las personas detrás de los agentes de inteligencia, Sebastian Stan dice que cuando eres espía has de pretender ser otro individuo. ¿Cuáles son los paralelismos con la profesión de actriz?
La escala es totalmente diferente, porque nuestro trabajo no es de vida o muerte, así que aunque me caiga catastróficamente, eso no significará nada al terminar el día, mientras que para la gente que conozco que se dedica a servicios de inteligencia, un error de cálculo puede ser fatal. De una manera más ligera te puedo decir que me gusta leer los guiones como si estuviera resolviendo un misterio, busco las pistas de cómo es mi personaje. Soy la espía que trata de averiguar la personalidad de mi rol, pero sin correr riesgos.
Has nombrado La noche más oscura, pero recientemente has rodado otra película de acción titulad Ava (Tate Taylor, 2020). ¿Qué tuviste que aprender que no supieras de tus anteriores experiencias de preparación física?
Entrené muchísimo. Las actrices asumimos todas las escenas de acción, como por ejemplo, en mi caso, saltar desde un edificio, pero teníamos dobles.
¿Algún percance?
Tuve una lesión en la escena de lucha que tengo con Diane porque es la más intensa. Nos aprendimos la secuencia entera para asegurarnos de que al llegar al set el rodaje iba a ser seguro. Pero el mayor susto me lo llevé en una pelea que tengo en medio de la secuencia de la subasta, en la que tenía que caer y golpearme en la cabeza. El suelo era de mármol, no me distancié lo suficiente y escuché un crack. Estaba ahí sentada y todo el mundo se quedó petrificado. Mi doble, que era francesa y no hablaba bien inglés, me tomó la cabeza y me dijo: «Disculpa, pero tengo que volver a ponértela en su sitio». Me dio un susto horrible porque pensé que algo colgaba de mi cabeza (se ahoga de la risa), pero supongo que se refería a presionar para evitar un hematoma.