La primera banda de metal femenina de Oriente Medio grita para hacerse oír
El Festival de Sundance presenta un documental dedicado a la formación libanesa Slave to Sirens
La directora estadounidense de origen marroquí Rita Baghdadi conoció al grupo libanés Slave to Sirens en una batida musical por internet. La banda de trash metal acababa de sacar su primer EP y una foto de sus cinco integrantes en actitud desafiante, vestidas de negro y pertrechadas de cuero, tachuelas y uñas en tonos oscuros, en un bosque de Beirut, la convenció para dedicarles una película. «No sabía hacia dónde me llevaría aquella historia, pero quería contrarrestar los estereotipos sobre las mujeres árabes con los que crecí, ofrecer una alternativa divertida y auténtica de la región», ha resumido estos días durante el Festival de Sundance, donde se ha presentado el documental que ha dedicado a la primera banda heavy exclusivamente femenina de Oriente Medio.
Desde su modesto local de ensayos hasta su paso por el festival Glastonbury, desde la intimidad de sus casas a la grabación de sus vídeos, Sirens detalla la lucha de esta formación musical nacida en un país donde las mujeres a contracorriente son señaladas por los sectores más conservadores.
El grupo está conformado por Lilas Mayassi a la guitarra rítmica, Shery Bechara a la guitarra solista, Alma Doumani al bajo, Tatiana Boughaba a la batería y la cantante Maya Khairallah. Aunque la película pone todo el foco de atención en las dos primeras, impulsoras del grupo.
«Siento que todo el mundo es esclavo de algo en esta vida, ya sea del dinero, de la guerra o de la sociedad. Todos estamos tratando de escapar de algo en nuestro interior», expone Mayassi a lo largo del metraje.
De día, la guitarrista es profesora de música en un colegio y por las tardes anhela subir al escenario con la actitud de Joan Jett o Izzy Hale.
Su generación ha afrontado las crisis económica y política, la explosión en el puerto de Beirut y desde el 17 de octubre de 2019, un seguido de protestas que se han recogido bajo el nombre de revolución libanesa.
En el caso de las cinco sirenas, la música ha sido su escapatoria y su catarsis. «Estamos viviendo en un bucle de temor y nuestra banda es el único refugio para que seamos lo que queremos sin límites», completa la guitarrista.
Shery la secunda: «Mis padres siempre me dicen que no hay futuro aquí. Es un mundo implacable. Sin música no sé cómo expresarme».
En casa apoyan su proyecto musical, pero lamentan el género elegido. En una conversación afectuosa que se intuye muchas veces repetida, su progenitor le señala: «Si tuvieras una banda de pop hubieras sido mucho más famosa, tu estilo no es apoyado aquí. El trash metal en Oriente Medio solo le gusta a un 1%».
Traumas heredados
El hogar de Lilass es el más frecuentado por la cámara de Baghdadi, que recoge las tensiones con su madre. Entre los reproches vertidos a su hija por temor a que no encaje en una sociedad de talante tradicional, una noticia de la radio se cuela en la estancia de manera ominosa. El artículo 534 de la ley libanesa castiga con un año de cárcel cualquier relación sexual que contradiga las leyes de la naturaleza.
El documental revela que Mayassi y Shery mantuvieron una relación en el pasado que nunca han compartido con el resto del grupo. Su sexualidad es un tema que compete a su vida privada y de la que nunca han hecho bandera en sus letras.
«Si no protegemos nuestro derecho a cantar hoy, perderemos nuestro derecho a hablar mañana»
La televisión de su casa reproduce la noticia en el telediario de las amenazas de muerte recibidas por otro grupo libanés, Mashrou Leila, por defenderlas luchas de la comunidad LGTBI, acusados de blasfemia. En rueda de prensa el cuarteto de rock indie denuncia las presiones de las autoridades religiosas y cierto sector del público: «Si no protegemos nuestro derecho a cantar hoy, perderemos nuestro derecho a hablar mañana».
Las dos guitarristas se conocieron en unos disturbios donde los asistentes gritaban y protestaban contra el Gobierno.
Durante el rodaje se produjo la devastadora detonación accidental de 2.750 toneladas de nitrato de amonio en el puerto de la capital. Para mucha gente joven marcó un punto de inflexión para marcharse o no regresar al país, para las integrantes de la banda supuso una pérdida de inocencia.
«Hemos heredado cierto tipo de trauma de nuestros padres. No era consciente de ello hasta que se produjo la explosión. Entonces empecé a pesar que las aguas alrededor de Beirut están llenas de cadáveres. Hay gente todavía desaparecida. Nuestro hogar no es un sitio seguro», se duele Lilass.
A pesar de las tensiones internas del grupo, que a punto estuvieron de poner punto final a la travesía musical, a pesar de la desesperanza en su país y la indiferencia e incluso rechazo que sufren por parte del sector más retrógrado de la sociedad, las Slave to Sirens continúan paseando por los escenarios sus guitarras en forma de flecha.
El documental ha sido producido por la compañía de las actrices Maya Rudolph y Natasha Lyonne, Animal Pictures, quienes, según comparte la protagonista de Orange is the New Black, además de gustar de sacudir las melenas al ritmo de un buen riff de guitarra y un redoble de baquetas, suelen «apoyar historias sobre mujeres auténticas e inconformistas que buscan un significado más profundo a este complicado mundo».