Carlos Galán está creando el mayor archivo sonoro de la industria española musical
El CEO de la discográfica madrileña independiente Subterfuge Records emite cada semana el podcast ‘Simpatía por la industria musical’
Háblame de ti, quiero conocer…
«Soy alguien que empezó en esto de la música como un absoluto hobby, que empezó haciendo un fanzine sin ningún tipo de perspectiva de nada, más allá de pasarlo bien, y al que las circunstancias de la vida, que es muy caprichosa, pues le llevó a montar una empresa que era posiblemente una de las mil cosas que nunca hubiese hecho en su vida, porque siempre se ha considerado una persona de humanidades. Al final creo que ganó su pasión por la música. En resumen: mi historia es la de cómo un hobby se convierte en una profesión y, por ende, en la profesión de otros». Quien así se manifiesta es Carlos Galán, fundador en 1989 y junto a Gema del Valle, de la compañía Subterfuge Records, escudería que ha defendido los inicios de las carreras de los grupos Dover, Australian Blonde, Fangoria o Marlango, entre muchos otros.
Le he pedido que se presente a sí mismo, emulando la forma en la que en su programa Simpatía por la industria musical presenta a los otros, a sus invitados, nada más comenzar. Un podcast de duración variable, pero que suele estar entre la hora/hora y media de duración. Por él han pasado ya más de cien invitados. El primero, el 5 de noviembre de 2019, el reputado ejecutivo José María Cámara, quien conoce a la perfección las majors, ya que estuvo primero en CBS, luego en BMG Ariola y más tarde en Sony BMG, compañía resultante de la fusión de ambas. Los últimos invitados (de momento): los productores Paco Loco y Javier Limón, y Diana Rodríguez, fundadora de Criteria Entertainment.
Siguiendo, de nuevo, con la lógica de Simpatía por la industria musical (dato curioso: los tres primeros programas llevaban por título Simpatía por la industria discográfica, nos confiesa el conductor del podcast), le pregunto a Carlos Galán sobre su primer recuerdo musical, que son, como enseguida nos confesará, tres, en verdad. «Cuando heredé en mi casa un tocadiscos Cosmo y una serie de discos que eran de mi madre, entre ellos un single de Bill Halley & The Comets, el de Rock Around the Clock. Ese es el primero. El segundo es cuando mi hermana Natalia me trae el Never mind the bollocks, de los Sex Pistols, de Inglaterra. Y el tercero: el primer disco que me compré, que fue Reggatta de Blanc, de Police. Estos son los tres momentos que más que recuerdo como que significaron mi enganche absoluto a la música», afirma Galán.
Girar el foco
Simpatía por la industria musical es un programa en el que se habla mucho de música, pero en el que suena muy poca música (apenas una intro/extracto del Sympathy for the Devil de los Stones, al principio) y un tema al final.
Nos cuenta Galán que a él le gusta el formato podcast y que lo consume mucho y que le apetecía hacer algo en ese formato, pero no tenía muy claro el qué. Así, dándole vueltas al tema, se dio cuenta de que debía dedicarlo a su pasión: la música. Pero yendo más allá: la música dentro de la música. Porque, nos dice, «me puse a pensar que siempre está el escenario, está ahí arriba el artista que siempre tiene la visibilidad absoluta, pero detrás hay un montón de gente que apuesta por él; unos con su dinero, otros con su trabajo… entonces me pareció buena idea la de girar el foco. El foco está siempre en el escenario, así que la cuestión era darle la vuelta y redirigirlo hacia esa gente que son los que ayudan a generar ese aplauso al artista y que creo que merecían un reconocimiento».
«El foco está siempre en el escenario, así que la cuestión era darle la vuelta y redirigirlo hacia los que ayudan a generar ese aplauso al artista y que merecen un reconocimiento»
Para Galán el interés por la industria no es nuevo, pues nos confiesa que «cuando comencé a ir a las tiendas de discos acababa muchas veces dándole la vuelta a las portadas de los discos para saber quién estaba detrás, quién había producido el disco, qué compañía era, donde estaban, si era una compañía independiente o no, era como algo que siempre que me había apasionado». Vamos, que siempre le ha fascinado la industria en general y, siendo que ya la escena más independiente «como que me la sé mucho y es muy endogámica, muy pequeñita», se dio cuenta de que debía abrir el foco y tratar de ver qué ha pasado en la industria de la música española en los últimos 40 o 50 años, en su más amplio espectro.
Y es que hay capítulos fascinantes. Galán cita algunos: La Historia de Hispavox, la historia de Tomás Muñoz, el mismo caso de la discográfica DRO, el sonido Torrelaguna, el sonido Caño Roto… A este respecto, Carlos Galán llama la atención sobre el hecho de que «no existan libros sobre estas cosas me parece algo bastante triste. Entonces me he dedicado y dedico, sobre todo mi tiempo libre, porque siempre digo que esto lo hago rascando tiempo a mis ratos de ocio, que para mí es puro placer, por supuesto, pues me dedico a la investigación y me parece una pena – nos confiesa- y lo digo desde la más absoluta molestia -matiza- que si yo no le dedicara este tiempo que le estoy dedicando, pues muchas cosas igual desaparecerían de la memoria. Porque no todo, desgraciadamente, está en Internet». Y tiene razón.
Dos ejemplos de invitados que han pasado por su programa: José María Cámara falleció este pasado verano, lo mismo que el manager Alfredo Fraile, que murió en marzo de este año y fue responsable de la carrera de Julio Iglesias. Dos testimonios que, gracias a su programa, quedaron registrados para la posteridad.
Todavía queda mucha tela por cortar
Carlos Galán tenía claro que su programa, a pesar de comenzar con gente ya retirada, no podía -ni debía- convertirse en una suerte de ejercicio nostálgico, de Cuéntame de la música. De ahí que haya sabido trazar una fértil mezcolanza entre gente ya retirada y otra en diferentes puntos de sus carreras (pero que siguen en activo).
Una de las cosas que más llaman la atención es la franqueza con la que se expresan los invitados y el poco espíritu revanchista que hay. Tengo para mí que esto tiene mucho que ver con el carácter del propio Galán quien no solo ejerce de entrevistador, sino que, en su faceta de hombre de la industria evita pronunciarse sobre los hechos que le competen y huye del ajuste de cuentas. El capo de Subterfuge, preguntado sobre el particular, nos cuenta que él cree que los invitados «ya no tienen nada que demostrar». Pero, además, suceden dos cosas importantes: la charla previa que siempre mantiene con ellos antes, para que entren relajados al estudio Alfonso Santisteban de la calle Almirante, en Madrid, y el hecho de que no son personas que suelan tener un micro delante; de hecho, muchos de ellos le han confesado al propio Galán que es la primera vez en sus vidas que les hacen una entrevista.
Así las cosas, también ayuda que la idea de Carlos Galán sea la de trazar un recorrido biográfico (sin ir a hacer sangre) y ver lo que han hecho y, de ello, tratar de extraer un punto didáctico, porque «creo que no hay mejor pizarra que la propia experiencia de los demás», nos dice Galán.
La pandemia obligó a Carlos Subterfuge a hacer alguna de las entrevistas por Zoom, pero nos confiesa que no le gustaron, que prefiere tener a la persona delante. Por ello ahora mismo trata de ir preparando varias a la vez, y se fuerza a tener una cierta previsión (siempre que es posible). En este mismo momento tiene unas seis enlatadas, listas para emitirse en las próximas semanas.
Sobre el futuro del programa, el CEO de Subterfuge nos asegura que queda muchísimo por contar, que le hace gracia que la gente le dice que se le va a acabar el programa, pero él ya solo pensando en abrir el melón del diseño gráfico y de los productores musicales, se ha puesto a hacer listados y le salen más de cien posibles invitados. «Creo que me queda muchísimo y encima lo estoy disfrutando a lo bestia y no me he puesto ningún tipo de límite más allá de cuando no lo disfrute o cuando me canse», mantiene Galán. Y añade: «Como es algo que es puro amor al arte, desde luego que mientras lo disfrute y me sirva de manera egoísta para poder tener de primera mano ese conocimiento y aprender de tanta gente, lo que es una oportunidad y un privilegio para mí, pues seguiré».
Lo dicho, que tenemos Simpatía por la industria musical para rato; afortunadamente.