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Agustín Sánchez Vidal nos cuenta la novela secreta que se esconde tras los cuadros del Museo del Prado

Agustín Sánchez Vidal publica ‘La vida secreta de los cuadros’ (Espasa, 2022), un libro donde traza un recorrido diferente por los pasillos de la pinacoteca nacional, considerada una de las mejores del mundo

Agustín Sánchez Vidal nos cuenta la novela secreta que se esconde tras los cuadros del Museo del Prado

Museo del Prado | Facebook

A diferencia de otros museos nacionales, como el Louvre o el British Museum, por mencionar solo dos, «El Prado sí que cuenta un país», nos dice al teléfono Vicente Sánchez Vidal. Se trata de un museo que no solo explica una nación, sin dejar de tener -por ello- una proyección cosmopolita, sino que «cuando tenemos que enfrentarnos a determinadas circunstancias, en cierto modo tenemos que pensar a través del Prado». De hecho, «si nos mutilaran el Prado es como si nos quitaran un órgano de percepción, como uno de nuestros sentidos», afirma Sánchez Vidal. Y añade un ejemplo que entronca la Historia con la actualidad: «Ahora mismo, por desgracia, estamos en una guerra en Europa, si nos quitaran a Goya, la resistencia del pueblo madrileño y de otros lugares del territorio, contra las tropas francesas, si nos quitaran los Desastres de la Guerra, de Goya, tendríamos una percepción mucho más pobre de lo que son las guerras».

«Si nos mutilaran el Prado es como si nos quitaran un órgano de percepción, como uno de nuestros sentidos»

Sánchez Vidal es un hombre apasionado, que habla de la pintura con veneración, pero sin solemnidad. Y lo hace con mucha sencillez, no exenta de precisión y vasto conocimiento. Él mismo nos lo confirma así: «No creo que la mejor forma de acercarse al Prado sea la reverencia». Por ello, en su libro La vida secreta de los cuadros lo que hace justamente es apostar más por la narración y menos por la retórica.

Para él, al hablar de temas importantes, y para conseguir que nos conciernan, se han de contar con naturalidad. A ello contribuye su experiencia como narrador y guionista (Sánchez Vidal, además de haber publicado más de sesenta libros sobre literatura, arte y cine, obtuvo en 2008 el Premio Primavera de Novela con Nudo de sangre). Su lema es: «Si algo lo puedes mostrar, no lo cuentes y si algo lo puedes contar, no lo expliques». Se le ha de sumar a este hecho su faceta de profesor y conferenciante.

Además de catedrático de Cine y Otros Medios Audiovisuales en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, desde hace 24 años forma parte Sánchez Vidal de la Fundación Amigos del Museo del Prado, lo que le ha permitido venir realizando numerosas conferencias por todo el país sobre arte pensadas para un público no especializado. Tal circunstancia le ha facultado para dos cosas: de un lado, para compartir su pasión por los cuadros del Prado con un público no universitario y, por el otro, como base de testeo o campo de pruebas para la preparación de este libro. «Este libro no está escrito sobre el vacío», nos confirma Sánchez Vidal. Y es que «no se trata de hablar de los cuadros que a mí me interesan o que me gusten o los que yo piense que sean interesantes», nos dice. Más bien es al contrario, «este libro incorpora ya la respuesta y los intereses de los que pueden ser los potenciales lectores, y esto es lo que lo diferencia de un libro escrito en tu estudio, en tu gabinete. Este es un libro escrito en contacto con la gente», afirma Sánchez Vidal.

Agustín Sánchez Vidal |Foto cedida por el autor.

Pasión por la pintura

Recién terminada la carrera, Agustín Sánchez Vidal aun no tenía claro a qué se iba a dedicar, así que hizo las prácticas primero en el Museo de la Rioja y más tarde en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. «Ahí me familiaricé con lo que es la vida de un museo y realmente digamos que me hizo ver todo el esfuerzo que hay detrás para poder ofrecer un cuadro debidamente expuesto, en un discurso expositivo coherente y bien trabado». Y ese conocer las bambalinas del museo le permite valorar con justeza esas casi 20 mil obras que custodia el Museo del Prado (de las que apenas 1.700 están permanentemente expuestas). «Lo importante es educar el ojo, hacer jogging, el jogging de la mirada es importante», atestigua Sánchez Vidal. A ello le ha ayudado también su formación e investigaciones cinematográficas, porque «la imagen en movimiento es tremendamente exigente -nos dice-, mucho más de lo que se piensa en ocasiones», afirma. 

Así, este ojo clínico del autor de La vida secreta de los cuadros nos lleva de la mano por los salones del Prado, hilvanando historias, unas más secretas o recónditas, otras poco conocidas. Relaciona cuadros entre sí, creando constelaciones de significado, resituando lecturas y siempre trazando vínculos con el presente. Además, relaciona los cuadros con la literatura, el cine, la sociedad y la economía de su tiempo; con las condiciones materiales de producción de las obras y la política que las anima, incita o inhibe.

Así, por ejemplo, la escultura Carlos V y el Furor, de Leone Leoni y su hijo, le sirve para hablarnos de mensajes secretos, espías, símbolos y criptografías diabólicas, pero también de Felipe II, la fundación de El Escorial y los Taxis y su correo imperial. Gracias a los bodegones, por otra parte, nos puede hablar Sánchez Vidal del capitalismo, el comercio y la simbología política de los alimentos que se nos muestran en estas obras de pequeño formato. La así llamada ceguera del azul, sucedida durante la época clásica, el hecho de que no se nombrara el color azul, dicha anomalía que responde a una forma cultural de codificar la percepción de los colores y desmiente el hecho de que se trate de algo meramente óptico y atemporal, ayuda al escritor y profesor Sánchez Vidal a introducir la materialidad de las obras: cómo los pigmentos del color azul son los más difíciles de conseguir y son un invento moderno, pero también de la inestabilidad cromática provocada por el abaratamiento de los materiales que usaban los pintores, a partir delos siglos XVII y XIX.

También se ocupa Sánchez Vidal del mito de la Torre de Babel, que le permite retrotraerse hasta Pieter Brueghel el Viejo y de ahí avanzar hasta el mismo atentado simbólico de las Torres Gemelas. Ocupan un lugar de preferencia en el libro los bufones, titiriteros y gentes de placer de la corte de los Austrias, con énfasis destacado -como no podría ser de otra manera- en Velázquez (no en vano la sala 12, la dedicada al pintor, es la más visitada del museo), así como también viajamos al Siglo de Oro. El mito del Rey Midas y el Toisón de Oro como símbolo de poder y continuidad ente las diferentes dinastías nos acompañan el siguiente trayecto.

Por último, Sánchez Vidal nos lleva al célebre sitio de Breda, cuyo cénit iconográfico representa el cuadro de Velázquez, La rendición de Breda (o Las Lanzas), pintado en 1635, diez años después de los hechos. Ello le sirve, asimismo, no solo para repasar las así conocidas como pinturas de batallas, sino para revisar y desmontar tópicos sobre la leyenda negra que acompaña a nuestro país y la idea de la furia española.

Imagen vía Editorial Espasa.

El futuro del Museo del Prado

El lienzo Doña María Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado (1829), de Bernardo López Piquer, expuesto en la actualidad en la planta sótano, da cuenta de la fundación del Prado, en el año 1819, por parte de la mujer del Rey Fernando VII; y nos permite hacernos una idea de la disposición original del edificio. Han pasado dos siglos y en 2021 el eje que integra el paseo en el que se ubica el museo fue declarado Patrimonio Mundial de la Unesco.

«Muchas veces no nos damos cuenta de lo extraordinario que es que una ciudad cuente con un paisaje urbano de la entidad que es la que componen el Paseo del Prado junto con el Parque del Retiro», nos dice Sánchez Vidal, quien cree que esa declaración será muy buena para el museo, ya que le permitirá, de alguna forma, conseguir un certificado de orígenes.

La ampliación y restauración que llevarán a cabo Norman Foster y Asociados implicará añadir 5.700 metros cuadrados más a la superficie total del templo artístico, de los que 2.600 estarán dedicados a exposiciones, en el antiguo Salón de Reinos (donde estaba el Museo del Ejército, que ahora se ha trasladado a Toledo). «Es una oportunidad extraordinaria, porque es un conjunto que a la vez es verde, que a la vez es cultural; esa especie de refundación del Prado es el mejor futuro que alguien puede desear para un museo: Que la gente lo asocie con naturaleza, con un lugar de ocio y que lo haga suyo, incluso desde el mismo exterior», sentencia con entusiasmo Agustín Sánchez Vidal.

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