Jorge Martí (La habitación roja): «La memoria construye el futuro y nos sitúa en el mundo»
El cantante de La habitación roja vuelca sus memorias en ‘Canción de amor definitiva. La vida, como un disco, tiene dos caras’ (Plaza y Janés)
Jorge Martí es conocido y desconocido a la vez. Conocido en España por ser el cantante de La habitación roja, una de las bandas indie con mayor recorrido de nuestro país, y desconocido en Noruega, donde vive con su familia y donde ha ejercido de enfermero en una residencia. Esa dualidad y esa experiencia se ha visto reflejada en sus canciones y, también, en su manera de afrontar la vida. El cantante vuelca sus memorias en Canción de amor definitiva. La vida, como un disco, tiene dos caras (Plaza y Janés), una biografía en la que aborda asuntos como la música, la salud mental o la enfermedad.
Muy al principio de su relato, que arranca contándonos cómo conoció a Ingrid, su mujer, Martí asegura que siempre ha sentido una especie de desarraigo, algo que le ha afectado a lo largo de su vida porque siempre existe una «sensación de no pertenencia». Cuando anhelas estar en otro lugar, continúa, uno cree que al llegar desaparecerá esa sensación pero no es así. En su caso, cuando está en Noruega echa de menos España y cuando está aquí echa de menos el país nórdico. «Te das cuenta de que eres un extranjero en todas partes porque tu identidad está dividida», sostiene.
Santiago Auserón y el pop español de los 80
La música estuvo muy presente en la vida de Martí desde pequeño. De hecho, antes de que sus padres le dieran permiso para ir a Valencia, el joven chaval que era Martí ya se había escapado a la ciudad. La misión: comprar discos. Entre sus influencias más directas nos topamos con Santiago Auserón, «una figura muy importante» durante su niñez y adolescencia. «Era cautivador, sus letras tienen un mundo propio diverso y muy estimulante. Recuerdo esas canciones de Radio Futura que sonaban todos los veranos. Querer ser Auserón era algo muy recurrente», señala.
Por supuesto, no podía faltar el pop español de los años 80 que sonaba en las radios de los coches e, incluso, en los colegios. Todo esto va creando un bagaje y «forma parte de tu imaginario popular, lo abrazas y quieras o no te influye». Esos sonidos, continúa, rebrotan y resurgen cuando creces y «tomas tu propio camino». Pero no solo el pop, en aquellos años también sonaba mucho rock y Martí también se empapó de él. La música es una amiga fiel «que siempre está ahí para escucharte y cuando tú la escuchas te sientes comprendido y acompañado en el dolor y la pérdida».
Con todo, uno esculpe una banda sonora que se convierte en una forma de viajar en el tiempo. Las experiencias personales son el origen de muchas canciones que, para muchos, son recuerdos a través de los que se pueden percibir incluso olores. «Todo es memoria y esta es muy importante porque rememora el pasado pero construye el futuro y nos hace situarnos en el mundo», apunta el cantante de La Habitación Roja. Sin duda, para él, lo más poderoso es que alguien a quien no conoce empatice con su música. «Me doy cuenta de que de alguna manera uno no se desnuda en vano, es una manera de abrazar y acompañar a los demás».
Su vida, sin tapujos
Si algo sorprende y agrada de estas memorias tan personales es que Jorge Martí traza un recorrido desde la inocencia de la infancia hasta la estabilidad de la madurez pasando por los altibajos de la adolescencia. Para el compositor no se trataba de poner sobre la mesa la glamorosa vida que creemos que tienen los artistas sino de acercar una vida sencilla y corriente. «Para mí hay una ruptura de todos los estereotipos de lo que supone estar en un grupo de cierto éxito. Mi circunstancia personal me ha llevado a otros límites, tener una vida más normal estando en un solo país no hubiera sido tan excepcional. Por eso, siempre he intentado hacer extraordinario lo normal y normalizar lo extraordinario», afirma.
Cuando la editorial le pidió que escribiera este libro Jorge Martí quería ser sincero y honesto. Primero consigo mismo. «Cuando haces balance te das cuenta de los contrastes y los conflictos de esa vida dual. Me di cuenta de que tengo una historia singular y pensé que tenía que contarla bien. Ha sido un ejercicio narrativo en el que he intentando hacer un mapa sonoro para contar mi vida en paralelo a mi experiencia como músico». En este sentido, la escritura de este libro le ha servido para cerrar episodios que le causaban dolor y celebrar los que le han llevado hasta donde está. Así, lo que espera de él es «que la gente que lo lea encuentre su vida reflejada y reflexione sobre su propia historia».
Molde, Ingrid y una vida en Noruega
En 1996, con tan solo 23 años, Jorge Martí se traslada a la localidad noruega de Molde con una beca Erasmus sin saber que su vida va a dar un giro. Cuando entra en una discoteca descubre a una chica de la que no puede apartar la mirada. Cosas de la vida, esa chica llamada Ingrid, se convierte en su pareja. En la actualidad tienen tres hijos y Martí cuida de ella porque padece fatiga crónica, «una enfermedad que no es muy conocida y está poco valorada».
El problema, añade, es que «no puede darse a los demás como quiere y tienes que suplir su falta de energía». Esa es una de las razones por las que hace ya casi una década residen de manera permanente en Noruega. «He intentado no dejar a nadie tirado y eso ha tenido un alto precio pero lo que me interesa en la vida es dejar un legado de positividad. No hay ánimo de grandeza, no es ego ni homenaje a mí mismo, me he metido mucha caña», se sincera.
De un estadio al centro de salud
Jorge Martí ha vivido durante mucho tiempo la dicotomía de estar llenando recintos con La Habitación Roja a estar, tan solo unas horas después, trabajando de enfermero. «Era una sensación de bipolaridad porque realmente la transición era muy rápida. La música te hace creer que estás tocando el cielo y que lo vas a saltar y, de repente, cambias de tercio totalmente. Es una cura de humildad, un golpe de realidad a través del que te das cuenta de lo que hay detrás de los muros y el sufrimiento que a veces supone vivir».
Claro que en estas situaciones surgen conflictos, tanto con uno mismo como con los compañeros de banda. «Después de los conciertos ellos disfrutaban de las mieles del éxito y yo seguía trabajando. Si fuera una estrella del rock no tendría que haberlo hecho pero creo que he sido generoso. Es cierto que me he odiado mucho pero ahora veo que he sido generoso y he renunciado a muchas cosas para hacer otras». No cabe duda de que su trabajo como enfermero «tiene mucho mérito». Sin embargo, Martí señala que «ahora se le da importancia porque tiene cierta relevancia y llama la atención. Lo que hago es duro pero es lo que hace un profesional de la enfermería».
El líder de la banda lamenta que la gente se quede en la anécdota porque todo tiene matices. Martí se considera una persona de clase media que ha tenido que adaptarse a cada circunstancia. «Mi mujer está enferma y es noruega, lo que lo hace todo más difícil. Además, es muy difícil vivir de la música pero tampoco quiero quitar mérito a lo que hemos hecho durante 27 años», apunta.
La importancia de hablar sobre la salud mental
Jorge Martí no deja de lado algunos episodios de ansiedad y depresión que han vivido los miembros de la banda. Fueron dos compañeros lo que la sufrieron y el propio cantante asegura que ha estado «bordeándola». Por eso cree que «contar estas historias es importante». Además, Martí tiene dos hijas adolescentes que lo viven todo a flor de piel de modo que también es importante para ellas «entender que el mundo no es una cuenta de Instagram». En este sentido, el libro se convierte en «una lanza a favor de normalizar las cosas, de mostrar que las vidas tienen matices y que hay que recorrer un camino para llegar a los sitios, que no todo es tan rápido como nos hace creer esta sociedad de beneficios inmediatos».
En estas memorias Martí también habla de la educación, de la masculinidad mal entendida, de la sexualidad practicada a través de oídas y de conversaciones con los amigos. En definitiva, Martí define su biografía como un libro de aventuras que cuenta una historia universal y concluye asegurando que «vivir es aprender que no hay fracasos y derrotas, que lo que hay es un camino lleno de subidas y bajadas que tenemos que afrontar para que el balance sea el mejor posible. Lo bueno y lo malo sale a nuestro encuentro y tenemos que afrontarlo».