Oscar 2022: el bofetón de Will Smith acapara el protagonismo de una anodina gala
El aciago suceso que acaparó toda la atención transformó una insípida gala de premios en un incómodo recuerdo para la historia de los galardones
Más allá de la reivindicación del cine feel good de CODA, las seis estatuillas de Dune o el reconocimiento a la directora Jane Campion, los premios Oscar del 2022 pasarán a la historia por el bofetón de Will Smith a Chris Rock. Todo el mundo esperaba que esta fuera la edición que reconociera por fin al actor nominado por King Richard. Sin embargo, nunca nadie imaginó que esta fuera la manera en la que uno de los personajes más queridos de Hollywood alcanzaría el máximo galardón.
El aciago suceso que acaparó toda la atención transformó una anodina gala de premios en un incómodo recuerdo para la historia de los galardones.
Un nuevo formato falto de ambición
El Teatro Dolby de Los Ángeles recuperó la presencialidad en un evento que sigue luchando contra el preocupante desinterés de las nuevas generaciones por el cine y sus ceremonias. Los premios «menores» sin emoción, los excesivos cortes publicitarios, la apertura con una actuación en diferido y las insípidas aportaciones de las tres presentadoras (Amy Schumer, Regina Hall y Wanda Sykes) anticiparon una gala sin grandes ambiciones.
La histórica nominación del tándem Javier Bardem-Penélope Cruz se quedó en una bella anécdota, igual que la formada por Kirsten Dunst y Jesse Plemons; mientras que Hans Zimmer, con la multipremiada Dune, acabó con las aspiraciones de Alberto Iglesias y Madres Paralelas. Un Oscar, el de Mejor Banda Sonora Original, que fue adelantado mientras los focos aún se encontraban pendientes de la alfombra roja.
En total, fueron ocho premios injustamente tratados como «menores», por estar dedicados en su mayoría a los técnicos, los que se desvelaron sin emoción ni protagonismo antes de que empezara la gala, y fueron presentados con una extraña asincronía que fue mostrada en diferido.
La mayoría de la gente estaba pendiente de los looks de Timothée Chalamet o Kristen Stewart, mientras Alberto Mielgo recogía la estatuilla al Mejor Corto de Animación por The Windshield Wiper, convirtiéndose de esta forma en el mayor motivo de orgullo para la representación española en Los Ángeles.
La obsesión por ganar agilidad en una gala que se salvara del aburrimiento de otros años se materializó en un caótico y descuidado evento en el que la accidentada innovación empañó las expectativas de un insustancial regreso para la gran fiesta del cine.
Tampoco hubo mucho espacio para la reivindicación política o social, como sí que existió durante la era Trump. La Academia prefirió la prudencia en su denuncia de la invasión rusa de Ucrania, con un tímido minuto de silencio por las víctimas y el discreto pero sincero mensaje pronunciado por la actriz de origen ucraniano, Mila Kunis.
TV. Dónde ver online y TV las películas de los Oscar 2022
Unos premios Oscar cada vez más previsibles
Los pronósticos en torno a los premios fueron bastante certeros y la gala transcurrió con pocas sorpresas. Ariana DeBose fue elegida mejor actriz de reparto por su papel como Anita en la adaptación de Spielberg de West Side Story, repitiendo el éxito alcanzado por Rita Moreno en la original de 1961.
Las actuaciones musicales tuvieron algo de acento español con la interpretación de Dos oruguitas de Sebastián Yatra, aunque Luis Fonsi y Becky G prefirieron el inglés para la versión anglófona de No se habla de Bruno; ambas canciones pertenecientes a la película Encanto, que se hizo, como era de esperar, con el Oscar en la categoría de animación. Sin embargo, aunque su música estuviera muy presente en la gala, fue Billie Ellish y su No Time To Die para el último James Bond de Daniel Craig, la que se llevó el reconocimiento de los académicos.
Otro año más, Asia reafirmó su importancia en unos premios cada vez más globales gracias a la aparición de Drive My Car, Mejor Película Internacional por delante de otros grandes títulos como La peor persona del mundo (Joachim Trier) o Fue la mano de Dios (Paolo Sorrentino). Una película japonesa de tres horas de duración, con sello de autor y cuyo ritmo sosegado y contenido demuestran que no solo de Hollywood viven los Oscars.
La decepción y las triunfadoras
La decepción se la llevó la gran favorita de todas las quinielas, El poder del perro, que, aunque reivindique la figura de la realizadora Jane Campion como la tercera directora en ganar esta estatuilla (tras Kathryn Bigelow [En tierra hostil] y Chloé Zhao [Nomadland]); se queda muy lejos del éxito que auguraban sus 12 nominaciones. Una victoria agridulce sobre todo para Netflix, que pierde en favor de Apple Tv y CODA, el Oscar a Mejor Película del año.
En la otra cara de la moneda, la adaptación de Dune (Denis Villeneuve) terminó la noche como vencedora con seis estatuillas de diez opciones posibles, que premiaron la profesionalidad de todo un equipo artístico en un blockbuster sin complejos.
Tres de tres se llevó CODA, una historia amable y reconfortante que, sin ser una obra maestra, funciona como un bálsamo de optimismo en unos tiempos especialmente desalentadores. De hecho, hasta el incidente de Will Smith, lo más reseñable de la ceremonia fue el discurso sin palabras en el que Troy Kotsur agradecía en lenguaje de signos el honor de ser el primer actor sordo en ganar un Oscar.
Más discutido fue el de Mejor Guion Adaptado para una película que no deja de ser el remake americano del film francés: La Familia Belier. Un premio entregado después del que reconoció en Belfast, la historia de la infancia de Kenneth Branagh, el Mejor Guion Original, probablemente el galardón menos previsible de la noche.
La noche auguraba una gala sin pena ni gloria, sin grandes sorpresas y con un aburrido guion que poco hacía presagiar el anticlimático final.
Unos Oscar 2022 vergonzosamente históricos
Chris Rock salió con ganas de animar el ambiente y primero bromeó con la pareja de actores españoles, mientras Bardem le reía las gracias. Después le llegó el turno al matrimonio Smith, al cómico se le ocurrió meterse con el rapado de Jada Pinkett Smith, cuyos problemas de alopecia son de sobra conocidos, asegurando que podría haber participado en la secuela de La teniente O’Neil. El resultado fue la violenta e inesperada reacción de un actor archiconocido por su simpatía y sentido del humor.
Al principio, pareció un montaje guionizado de mal gusto. Sin embargo, la duda iba enrareciendo el ambiente y el insulto desafiante de Smith al volver a su asiento no inspiraba broma alguna, desbaratando el efecto emotivo del posterior discurso del ganador a Mejor Documental por Summer of Soul, Ahmir «Questlove» Thompson. Ni el homenaje a los 50 años de El padrino por parte de Francis Ford Coppola, Robert de Niro y Al Pacino pareció tener importancia después de aquello.
La incomodidad crecía a medida que la gala continuaba como si nada hubiera pasado. Ni la entrega de los grandes premios parecía importar, sólo las indirectas explicaciones de un Will Smith visiblemente afectado al recibir su ansiado Oscar, parecían dar un significado a lo ocurrido con una disculpas que responsabilizaron a las «locuras que se hacen por amor» y centraron su discurso de agradecimiento en reivindicar los claroscuros en la figura de King Richard, como un defensor de su familia.
Luego llegó el In memoriam y Jane Campion (El poder del perro), Jessica Chastain (The Eyes of Tammy Faye) y CODA completaron con escasa emoción el palmarés de una 94º edición que será injustamente recordada por una vergonzoso episodio capaz de eclipsar a los verdaderos protagonistas.