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Cine

La historia de amor imposible entre un 'abertzale' y un guardia civil que nunca se rodó

‘Galopa y corta el viento’, proyecto de Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea, aún sin rodarse se acabaría convirtiendo en una pequeña leyenda del cine español

La historia de amor imposible entre un ‘abertzale’ y un guardia civil que nunca se rodó

Ilustración del libro 'Galopa y corta el viento' (fragmento de portada) | Editoria Niños Gratis*

En los años de la Transición, Eloy de la Iglesia era ya un icono del cine español. El vasco podía presumir de ser el director más comercial del país pero, por el hecho de representar la libertad de expresión y el espíritu combativo, ostentaba también el título de persona más incómoda de la cultura española. En otoño de 1978, el guionista Gonzalo Goicoechea y él estrenaron El diputado, donde un político que está a punto de ser nombrado Secretario General del Partido Comunista se convierte en víctima del chantaje de un grupo de extrema derecha que amenaza con airear su homosexualidad. Aquella película protagonizada por José Sacristán causó un enorme revuelo en España, país que acababa de salir de una dictadura y aún no había despenalizado la homosexualidad —que fue excluida de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social en diciembre de 1978, aunque este hecho no significase ni mucho menos el fin de la represión de gais, lesbianas y trans—.

«La que cuentan De la Iglesia y Goicoechea es una historia que podría haber pasado entonces en la Guipúzcoa que con tanta propiedad describen en su texto»

Corría el año 1981 cuando Goicoechea y él escribieron una película que nunca se llegaría a rodar. Se llamaba Galopa y corta el viento, y era la historia de amor imposible entre un abertzale y un guardia civil andaluz destinado en el País Vasco. Un melodrama homosexual basado en una noticia real que contaba que una pareja de amigos formada por un policía nacional y un peluquero fueron asesinados por ETA en circunstancias similares a las de los protagonistas de Galopa y corta el viento. «El argumento nace de la fantasía de los autores a partir de leer la noticia en la prensa», comenta a THE OBJECTIVE Eduardo Fuembuena. «La que cuentan De la Iglesia y Goicoechea es una historia que podría haber pasado entonces en la Guipúzcoa que con tanta propiedad describen en su texto. Pero la historia de Galopa y corta el viento es igual de arquetípica que tantas otras obras de la literatura. La vuelven singular los elementos geopolíticos, sociales en cualquier caso, que se introducen, como la peculiaridad de las distintas facciones que en él se presentan».

Eloy de la Iglesia | Foto vía Wikipedia.

Durante un tiempo, De la Iglesia no escatimó esfuerzos para poner en pie su película. Aunque el reparto distaba mucho de estar cerrado, estaba contemplado que el malogrado José Luis Manzano, amante y actor fetiche del cineasta vasco, encarnara a aquel joven guardia civil desplazado en Euskadi. Hasta la revista Fotogramas llegó a incluir en sus páginas un suelto que anunciaba el rodaje inminente y casi íntegro en Euskadi de la nueva película de Eloy de la Iglesia. Varios meses después de esto, el diario abertzale marxista por antonomasia, Egin, publicó una peculiar columna con la firma de J. Abiraneta. «Nos parece muy bien que se aborde con honradez el tema de la homosexualidad. Lo que ya no nos parece tan acertado es que se busque una situación tan barrocamente límite como es un abertzale y un guardia civil. Y que se les presente en un grado paralelo de marginación», rezaba el texto.

Imagen de ‘El diputado’.

En efecto, la osadía del zarauztarra fue tal que todos sus intentos de poner en marcha la producción terminarían fracasando. «En diciembre de 1981, un par de meses antes de empezar a rodar, el presupuesto bruto del filme estaba cubierto con capital privado de dos compañías, una de ellas vasca», explica Fuembuena. «La Dirección general de Cinematografía y del Libro, con Matías Vallés al frente, era muy hostil al cine del comunista y homosexual De la Iglesia y todo apuntaba a que la probable futura película recibiría una clasificación ‘S’ [como sucedió con El diputado tres años antes y con La mujer del ministro durante ese mismo ejercicio] que habría dificultado su carrera comercial. Y eso de no haber sido secuestrada en el momento que se llevase a calificación y sus autores sometidos a un proceso penal, no ya militar, como la Miró y sus colaboradores a causa de El crimen de Cuenca, ya que la legislación pertinente había cambiado precisamente en esa etapa».

Por otro lado, estaba el mundo del nacionalismo vasco, en toda su amplitud. El escritor zaragozano asegura que, si quienes estaban detrás del abertzalismo radical hubieran podido leer el guion, posiblemente lo hubieran apoyado. «De hecho, se intentó que así fuera. El resultado fue el siguiente: el consejo de administración de la principal compañía con sede social en Barcelona, que iba a producir el filme, se temió la ruina económica si apostaba por dar salida a este filme con UCD en el poder y, por otro lado, algún tipo de atentado contra la producción de la película en Euskadi».

Portada de ‘Galopa y corta el viento’ vía Editorial Niños graits*

Pero nada impidió que Galopa y corta el viento se acabara convirtiendo en una pequeña leyenda del cine español, ni que su guion sea recuperado ahora por la editorial Niños gratis*. El libro recoge la primera de las dos versiones del guion existentes (la de 1981), que también parece ser la más cercana a la idea original de Eloy de la Iglesia. «Se ha optado por la primera versión porque tiene un equilibrio arquitectónico entre acciones y emociones casi ideal, y porque la fecha límite para la producción de la película hubiera sido 1981-1982. Si hubieran rodado la película  en ese momento, se habría estrenado con el PSOE ya en el Gobierno de España y, como partido progresista que era, no hubiera establecido algún veto para este filme», comenta Fuembuena. 

«Es obvio que al segundo gobierno socialista de Felipe González, con pretensiones europeístas y sus servicios constantes al imperialismo norteamericano, no le interesa esa visión del país ni para los de dentro ni para los de fuera»

Imagen del interior del libro ‘Galopa y corta el viento’ vía Editorial NIños Gratis*

Censuras y miedos aparte, el proyecto supuso también un punto de inflexión en la relación personal y profesional entre Eloy de la Iglesia y Gonzalo Goicoechea, dos buenos amigos a los que La estanquera de Vallecas (1987) enterró como cineastas. Fuembuena apostilla que a ambos «se les desterró del sistema cultural español a través del veto económico a sus propuestas y sirviéndose de la difamación profesional, con la excusa de sus hábitos personales» (cuando, en el caso de Eloy de la Iglesia, quien durante una temporada había sido adicto a la heroína, ya estaba del todo desenganchado de esa droga en el verano de 1987). «Es obvio que al segundo gobierno socialista de Felipe González, con pretensiones europeístas y sus servicios constantes al imperialismo norteamericano, no le interesa esa visión del país ni para los de dentro ni para los de fuera. Un filme como Galopa y corta el viento habría levantado un gran revuelo internacional y hubiera llevado el cine de Eloy de la Iglesia a otra fase, mucho más política y militante. No sucedió porque el sistema de poder lo impidió y enterró en vida a Gonzalo Goicoechea y a Eloy de la Iglesia, como ha pasado, y pasa, con muchos otros», concluye.

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