Feminismo, penes y los años setenta... por qué tienes que ver Minx
La nueva serie de HBO Max se está ganando lentamente a su audiencia con una comedia sobre la primera revista feminista con desnudos masculinos
En los primeros minutos de Minx, la nueva serie de HBO Max, te quedan claras varias cosas: estamos en los setenta y el vestuario va a ser algo que comentar, el hecho de que los tíos te suelten asquerosidades en la calle es algo aún normal, nuestra protagonista es una joven educada pero combativa y, claramente, feminista. Y en los minutos siguientes entiendes algo más: su coprotagonista no va a ser uno de esos tíos machistas que sienten que tienen permiso para comentar sobre tu cuerpo… aunque sea un editor de revistas porno.
Minx, que ya ha emitido seis episodios, se está convirtiendo, lenta pero seguramente, en una de esas ficciones televisivas que gana espectadores gracias al boca a boca… y se los merece. ¿De qué va entonces? Va de esa joven recién graduada de una muy buena universidad y con amplio conocimiento teórico sobre feminismo y la experiencia de ser mujer, de su sueño de infancia de crear una revista sobre ideas feministas que remueva a un mercado plagado de editores hombres y contenidos destinados a mujeres que se centran en sus habilidades como esposas o amas de casa y de su amplia incapacidad de poder vender su producto… esto hasta que, sí, aparece el editor (de porno) que ve el potencial del proyecto, siempre que se le agregue algo de ligereza en forma de desnudos masculinos.
La suma es extraña, pero es también una representación de una realidad de la década. Porno destinado a mujeres y contenido político y social iban de la mano en revistas como Playgirl y otras. Esto fue lo que llamó la atención de la guionista y creadora de la serie, Ellen Rapoport. Tras leer un artículo sobre el feminismo en el porno de los setenta, investigó extensamente y creó esta comedia sobre una publicación ficticia y un grupo desigual y encantador de personajes que la publica.
¿Qué hace de Minx una serie que deberías ver? Hay muchos factores y ahora iremos a ellos. Pero en resumen, es una serie que te deja buen sabor de boca, divierte y al mismo tiempo ataca temas aún vigentes (sí, es patético que aún lo sean) con inteligencia y apertura. Es como el propio título de la revista un ejercicio de equilibrismo entre libertinaje y libertad, entre introspección y extroversión, entre humor y seriedad. ¡Ah! Y tiene penes, por supuesto. Muchos.
1. Los penes
Cuando Rapoport intentó vender esta comedia retro en tiempos de #metoo pensó que sería pan comido. No lo fue. Nadie quería saber nada una vez que hablaba de los desnudos frontales masculinos. Esto hasta que HBO se encargó de financiarlo.
En el guion del primer episodio se leía en una parte la frase «montaje de penes». Y es eso exactamente lo que se ve. Cuando Joyce (Ophelia Lovibond) y Doug (Jake Johnson) unen fuerzas para sacar su revista feminista con desnudos masculinos, deben tener una audición para el hombre que estará en su portada (y en su desplegable) y lo que sigue es, literalmente, lo que señalaba el guion: una larga serie de imágenes de penes reales (nada de prótesis, por lo menos no en esta secuencia), normales y de todo tipo.
Podría decirse que nunca (sí, nunca) se han visto tantos penes juntos ni en TV ni en cine. Y es liberador y no tiene ninguna connotación más que la de ser honestos con el ambiente de trabajo (también hay muchas mujeres desnudas o semidesnudas). Estos cuerpos no están ahí para que el espectador de la serie los asalte con su mirada, están tanto para demostrar la naturalidad del desnudo como para, en otros casos, tener un sentido erótico… siempre de muy buen gusto. Es una serie sobre la sexualidad femenina, tanto como sobre el feminismo, y ya era hora de dejar claro que las mujeres también sienten deseo.
2. Feminismo para todos
Los personajes están en diferentes etapas de comprensión de lo que significa el feminismo y la liberación femenina y eso permite a la serie contarnos las ideas sin ser aleccionadora o ideologizante. Pero que esto no haga dudar que la serie da por hecho que el feminismo es algo necesario y sobre lo que no hay una discusión. Para todos los personajes es un hecho que se debería ser feminista… solo se trata de aprender más o menos sobre las ideas y luchas que existen para poder unirse a ellas.
La serie refleja el feminismo de la época tanto en los artículos de Joyce sobre la violación en el matrimonio, la necesidad del pago por el trabajo en casa o la llegada de la píldora, como en el hecho de que las mujeres también tengan derecho a mirar hombres desnudos si así lo desean. También explora las condiciones de vida de mujeres muy diferentes: la estudiante brillante pero con poca experiencia de vida y poco capaz de soltarse; su hermana, la ama de casa con mucha más experiencia vital y más abierta; la socia negra de la editorial de la que la gente piensa que es la secretaria, pero que es realmente la cabeza pensante detrás del funcionamiento de todo; la modelo porno liberada, inteligente e ingenua y abierta a aprender… y de hombres como el fotógrafo homosexual con una mirada adelantada a su tiempo y el editor abierto a recibir a todo el que quiera trabajar con él, comprensivo, inteligente y sensible… aunque un pornógrafo.
Minx es una especie de gran mirada a las ideas de la segunda ola del feminismo, de lo que hemos avanzado y lo que no, de todo lo que falta por hacer y la búsqueda de caminos para hacerlo… y, todo, junto a un grupo de personajes con los que quieres pasar tiempo.
3. Los personajes
Este grupo poco común es quien se encarga de publicar Minx y lo hacen superando obstáculos, tanto externos como internos. La dupla improbable de la joven educada y de clase media con el pornógrafo que se hizo a sí mismo y lleva un negocio dudoso da para discusiones tanto humorísticas como muy honestas. Lo mismo sucede con los demás. Las relaciones entre los personajes de esta serie no son de enfrentamiento. La vibra es más Ted Lasso que Succession. Hay cariño, hay respeto y hay entendimiento (eso incluso cuando no los hay). Son todos personajes a los que les cogerás cariño y querrás volver a ver.
4. El vestuario
Sí, los setenta son de esas décadas que siempre vuelven en la moda… pero aquí estamos hablando de pantalones campana, pelos poco lavados, chaquetas guayaberas y mucho, muchísimo, poliéster. Y, a pesar de todo, el vestuario, así como toda la ambientación y la excelente música, logran hacer parecer atractivo un tiempo en que esas pintas eran tendencia… y eso además en un espacio destartalado en el que con regularidad se hacen sesiones de revistas porno con directores de arte mucho menos feministas que nuestro grupo de personajes.
5. Jake Johnson
Sí, de acuerdo, es irónico que el único actor al que se destaque por separado sea un hombre en una serie sobre feminismo y deseo femenino. Pero es que Jake Johnson es de esos actores que deberían estar en muchas más cosas, no de que el reparto no sea genial en su totalidad (que lo es).
Se hizo famoso como Nick Miller en New Girl, interpretó a una versión fracasada y sarcástica de Spiderman en Spiderman into the Spiderverse, dirigó su propia película indie en la que Susan Sarandon y J.K.Simmons actúan a su lado… y ahora interpreta a Doug con esa mezcla tan suya de masculinidad suave y humor absurdo, de hombre confundido pero que tiene las cosas claras, de protagonista reticente de su propia historia. Johnson hace de Doug el corazón de esta historia (Joyce es la guía, la navegadora y la que vive un arco de desarrollo como personaje).