TEJA, la respuesta solidaria de las instituciones artísticas españolas ante la guerra de Ucrania
Catorce instituciones públicas, privadas e independientes han creado una red de apoyo solidario a los artistas vulnerables por conflictos armados
Dice el refrán que «a grandes males, grandes remedios», y su mensaje resume a la perfección las medidas adoptadas por TEJA, la red de residencias artísticas nacida en mayo con el fin de acoger a creadores que estén sufriendo una situación vulnerable a causa de conflictos armados, como el que ahora mismo vive Ucrania. La iniciativa ha sido posible gracias a algo excepcional: 14 instituciones públicas, privadas y organizaciones independientes del sector cultural se han puesto de acuerdo para brindar este apoyo.
«A raíz de este conflicto nos planteamos cómo podíamos actuar. La cabeza pensante ha sido la parte independiente, pero es algo único y muy bonito esta sinergia que se ha producido entre instituciones y espacios», explica a THE OBJECTIVE María Tolmos, responsable de Nave Oporto, una de las organizaciones independientes embarcadas en este proyecto solidario. Junto a ella, TEJA la conforman instituciones públicas como Casa Velázquez, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid y el Museo Nacional Reina Sofía (MNRS); instituciones privadas como La Casa Encendida de Fundación Montemadrid y TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary; y otras organizaciones independientes de Madrid como Atelier Solar, CAR (Centro de Acercamiento a lo Rural) Campo Adentro, Espositivo, Felipa Manuela, hablarenarte / Planta Alta y Mala Fama Estudios. También participa la organización Moving Artists, con sede en Bilbao.
«De lo que se trata es de que tengan esa dignidad de seguir trabajando y una voz para poderse expresar»
María Tolmos, responsable de Nave Oporto
¿Y qué es lo que todas ellas ofrecen? Pues algo primordial para cualquier artista o trabajador de la cultura que se encuentre afectado por una situación como la actual guerra de Ucrania: «Ofrecemos alojamiento, espacio de trabajo, mantenimiento y asesoramiento legal para cualquier trámite que necesiten», explica Tolmos, que resalta que el proyecto TEJA está particularizado, es decir, ayuda a cada persona según las necesidades concretas que exprese al rellenar la solicitud: «Hay gente que necesita la VISA, o ropa, o materiales para realizar la práctica. Es casuística pura. De lo que se trata es de que tengan esa dignidad de seguir trabajando y una voz para poderse expresar».
En total, TEJA ofrece cinco residencias artísticas, con una duración de entre tres y seis meses, que se pueden solicitar a través de la página web de Artist at Risk, una entidad internacional con una amplia experiencia en la evaluación de artistas en situaciones de vulnerabilidad como la presente. Así por ejemplo, en tan solo unos días el espacio Nave Oporto va a recibir a una de estas artistas, procedente de Ucrania, como cuenta María: «Como tenemos seis alojamientos y cuatro espacios de trabajo disponibles, ella ha solicitado uno de ellos, porque está preparada para trabajar». Otra de las artistas que ya está alojada, en este caso en el espacio de Inland Campo Adentro, es Inga Gezalian, también artista ucraniana que trabaja desde allí en la creación de un fanzine dedicado a todos los artistas ucranianos que siguen desarrollando su obra en el terrible contexto que sufren.
Y para financiar esta red solidaria, TEJA ha puesto en marcha una subasta digital de obras de arte a través de su cuenta de Instagram, en la que diariamente y durante una semana (desde el pasado 29 de mayo hasta el próximo domingo 5 de junio) se cuelgan siete fotografías de piezas, algo que ha sido posible gracias a la participación completamente altruista de 50 artistas visuales. El precio de las mismas se sitúa entre los 350 y los 500 euros y el mecanismo de adquisición es sencillo: la primera persona que deje un comentario en cada foto interesándose por la obra podrá hacerse con ella. De momento el éxito es total, en algunas de las fotografías varias personas muestran su interés por ser quienes se lleven la pieza y contribuyan así a la labor de TEJA. «Quiero agradecer la respuesta generosa de los artistas, que se involucran en cualquier situación, también lo hicieron durante la pandemia; ellos son siempre los primeros que actúan», dice al respecto María Tolmos.
A pesar de que TEJA nació como respuesta por parte del sector del arte a la invasión ucraniana, su vocación es mantenerse en el tiempo y ayudar a otros artistas y trabajadores de la cultura que estén atravesando otras situaciones de emergencia durante este año y el próximo. Por ello, desde las 14 instituciones participantes lanzan el guante a todo aquel que quiera colaborar y unirse a esta red de apoyo: «A cualquier persona, asociación o institución que quiera sumarse le hacemos llegar todo este proceso de actuación para ver qué pueden aportar. Ahora mismo estamos en ese diálogo con dos instituciones de fuera de Madrid», concluye Tolmos.