El Botánico inaugura un jardín zen negro con 70 toneladas de ceniza de La Palma
El Real Jardín Botánico de Madrid acoge un jardín zen compuesto por más de 70 toneladas de ceniza de la erupción del Cumbre Vieja en La Palma
Entre la vegetación exuberante del Real Jardín Botánico de Madrid emerge de pronto un jardín zen diferente, negro como el tizón, o como las toneladas de ceniza del volcán de La Palma que lo componen. Porque sí, están leyendo bien: concretamente son 70 toneladas de las cenizas resultantes de la lava que el volcán de Cumbre Vieja desprendió durante sus infatigables 85 días de actividad.
«Es un homenaje a la isla de la Palma, a las víctimas del siniestro que aún están en plena rehabilitación», cuenta Menene Gras, la primera que soñó con convertir en arte los rescoldos de la tragedia canaria. Ella es la directora de Cultura y Exposiciones de Casa Asia y, para ejecutar su sueño, se puso en contacto con el arquitecto japonés Hiroya Tanaka, el responsable, nada menos, de la realización de la medición real y el dibujo de los edificios de Gaudí.
«Le fui a ver y él lo tuvo claro, me dijo que quería hacer un jardín negro con la lava. Claro, decirlo así es muy fácil, pero no tengo palabras para describir cómo ha sido ejecutarlo», me dice durante nuestra entrevista. Aunque le cuesta rememorar las «gestiones infinitas» que han tenido que llevarse a cabo para trasladar los restos del volcán hasta la península, finalmente lo cuenta: se han traído «entre 70 y 80 toneladas desde Canarias a Cádiz y después a Madrid», donde cada mañana se iban descargando en horario de 7 a 10 «bajo unas normas muy estrictas» hasta acabar ocupando por completo el espacio que tiene destinada esta particular obra paisajística.
Sobre su carbónica superficie emergen también una selección de piedras de gran tamaño que articulan una constelación. En este caso, una constelación de islas: el archipiélago de las Canarias. La Palma, El Hierro, La Gomera, Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura aparecen representadas por estas enormes rocas que, rodeadas como están de las cenizas negras, «se identifican con el océano que las embiste». Esta intervención es la primera que el Botánico madrileño realiza junto con otra institución, como es Casa Asia. Juntos pensaron que la ocasión bien valía la junta.
‘La risa de las flores’ inunda con color otra parte del Botánico
Como se trata este de un jardín zen (compuesto de cenizas en vez de arena) y, por tanto, sin flores, la propuesta de Casa Asia en el Botánico se completa con la exposición titulada La risa de las flores, en la que quince artistas contemporáneos reflexionan con su creación sobre la cultura floral en Asia. «El título viene de un verso de Matsuo Bashô, el poeta en el que reside el origen de los haikus. Él tiene un haiku de primavera con un verso que habla de esa risa de las flores, y este se completa con otro que dice ‘la flor se alimenta de la hoja caída’ y con un último que reza ‘pronto seré esa hoja caída’», explica la comisaria.
Descifrada la premisa, nos adentramos con ella para descubrir la exposición, en la que participan ocho artistas españoles, (Frederic Amat, Marisa González, Manuel V. Alonso, Nicolás Combarro, Teresa Esteban, Javier Garcerá, Paula Anta, Ana Nance), dos japoneses (Mari Ito y Azuma Makoto), la iraní Mana Salehi, la filipina Wawi Navarroza y los coreanos Koo Jeong A, Lee Lee Lam y Han Sungpil. Con una de ellas, Marisa González, hablamos frente a su obra, titulada Cien flores.
«Son fotografías realizadas compulsivamente durante varios viajes a Asia. Trabajo mucho con transgénicos, con la deformidad de los frutos. Al surgir la muestra, empecé a buscar y empezaron a aparecer carpetas y carpetas de flores que luego he agrupado por color y por temas», dice mientras observamos familias de flores que aparecen y desaparecen en las pantallas, dándose un testigo repleto de color.
Cada una de los artistas que exponen su trabajo en La risa de las flores trabaja sobre un soporte distinto. El dibujo, la pintura, la fotografía, los cuadernos de viajes, la fotografía, el vídeo y la instalación conviven en el espacio calmo de esta muestra: el invernadero de los bonsáis y el Patio del Tilo. Los visitantes del Botánico podrán recorrerla desde el sábado día 11 de junio hasta el próximo 25 de septiembre. El jardín zen negro, por su parte, podrá ser admirado desde el mismo sábado 11 de junio y hasta el 7 de diciembre de este año 2022.