Humor, amor y pérdida: el unipersonal de Diego Luna
‘Cada vez nos despedimos mejor’ es un monólogo cuyo hilo conductor, señala Diego Luna, son «las cosas que nos queremos sacudir de encima»
Este «viaje emocional», como define Diego Luna, lleva casi una década de recorrido por distintos escenarios del mundo. El teatro siempre ejerció una fascinación sobre el actor de fama mundial gracias a su extensa trayectoria, a los personajes que interpretó en películas y series de Hollywood, y también a las exitosas producciones en las que participó, como Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón (2001). Cuando era adolescente realizaba a menudo, en pequeños teatros, números de stand up y más tarde recorrería México de la mano de obras de William Shakespeare. Sin embargo, un monólogo de 75 minutos de duración implica una exigencia inmensa para cualquier artista, y más aún si se evita toda solemnidad y se apela a la emoción. Este es el caso de Cada vez nos despedimos mejor, actualmente presentándose en Las Naves del Español, la pieza donde el intérprete se impone y domina todo el escenario contando una historia que atraviesa cuatro décadas de encuentros, pérdidas, triunfos y frustraciones.
«La obra habla de las cosas que nos queremos sacudir de encima»
Diego Luna sobre ‘Cada vez nos despedimos mejor’
«La obra habla de las cosas que nos queremos sacudir de encima», explicaba Luna en la rueda de prensa antes del estreno, pero, a la vez, en los escombros de aquel dolor, de aquella soledad, Cada vez nos despedimos mejor es una obra luminosa. Escrita y dirigida por Alejandro Ricaño, el unipersonal cuenta con un narrador inteligente y carismático que distribuye en su relato dosis equilibradas de humor y emoción y logra así que el público ingrese en una fase casi de hipnosis. La historia no tiene ribetes fantásticos, sino que es el desamor y el amor, la pérdida de los seres queridos y las catástrofes aquello que acercan al público a la vida de Mateo, interpretado por Luna.
Graciela, la madre de Mateo, a punto de dar a luz, encuentra a su esposo y a su propia hermana teniendo relaciones sexuales. Es el año 1979 y este acto tendrá repercusiones en la vida de Mateo. «No es que mi padre no amara a mi madre. Son cosas que uno hace. Mi padre jodió a mi madre. Y después yo jodí a Sara. Y una serie de eventos desafortunados nos jodió a todos. En ese pequeño punto imperceptible». Sara y Mateo están unidos por muchos motivos, como Los amantes del círculo polar, de Julio Medem, y sus vidas estarán signadas por esta relación a veces profunda y otras, asintótica. Cada encuentro, a lo largo y ancho del territorio mexicano, coincide con momentos clave de la historia reciente de aquel país. Los tragedias naturales (el terremoto que sacudió al D.F. en 1985 y en 2017), la política y otros hechos y personajes recorren este relato como telón de fondo, acompañados por la música en vivo del percusionista Darío Bernal (no solo ejecuta la batería, sino múltiples objetos que sirven para crear ritmo y atmósferas), además de la partitura original de Alejandro Castaños.
«No es que mi padre no amara a mi madre. Son cosas que uno hace. Mi padre jodió a mi madre. Y después yo jodí a Sara. Y una serie de eventos desafortunados nos jodió a todos»
Mateo, el personaje de Diego Luna en ‘Cada vez nos despedimos mejor’
¿Quién nos enseña a decir adiós? ¿Podemos aprender a hacerlo? ¿Por qué alguien se convierte en el gran amor de una persona? ¿Por qué, si dos personas están destinadas a estar juntas, se hieren? La obra conduce al espectador por estos misterios. El narrador jamás olvida a su narratario, al que constantemente se lo invoca y consulta: «Esto, que a simple vista parece una caja, es una cámara estenopeica. Aquí hay un orificio que ustedes no alcanzan a ver, justo aquí; un orificio pequeñísimo. Todos ustedes entran a través de este pequeño orificio y se proyectan de manera invertida en la pared contraria».
Este unipersonal está construido con un guion donde la acción es clave: hay viajes, movimiento, manifestaciones, sismos. Diego Luna se adueña de este texto y despliega una amplia variedad de recursos escénicos para que el espectador, por momentos, gracias a la ilusión que crea con su oficio, pareciera estar viendo un hospital, la vegetación de Chiapas, la plaza de Morelia, el metro de ciudad de México y las calles donde ocurre la historia. El humor está en el texto, es cierto, pero más aún en la composición del actor, en sus matices, en su despliegue físico, en su complicidad con el público.
Diego Luna le brinda también con esta propuesta una voz a su generación y habla, a través de Cada vez nos despedimos mejor –el título invoca a un colectivo– de aprender a partir del dolor, de los errores, y lo hace no solo pluralmente, es decir, en términos políticos, sino también en el vínculo con el otro, en las emociones. Al concluir la pieza el narrador, como Luna, es un hombre de mediana edad, y la sensación, o la ilusión, del espectador es que a pesar de que haya concluido la obra, queda aún un capítulo pendiente, que hay mucho por hacer, como sociedad (no solo la mexicana), y como especie.
Cada vez nos despedimos mejor
Del 25 de junio al 10 de julio de 2022
Naves del Español en Matadero (Sala Max Aub)
Martes a domingo · 19.30h