Firth-Godbehere: «Si todos sentimos lo mismo, nuestras culturas serán todas iguales»
Conversamos con el investigador para entender cómo las emociones humanas están cambiado desde el inicio de la humanidad
Es tentador pensar que todos sentimos la felicidad por igual, que compartimos las mismas emociones y experiencias que nuestros amigos y vecinos. Los historiadores dicen que la forma en que expresamos las emociones difiere significativamente según la época y la cultura. Entonces, ¿podríamos pensar que tenemos las mismas emociones que nuestros antepasados?
Esta pregunta es la que lleva en la cabeza del investigador británico Richard Firth-Godbehere desde que empezó a estudiar las emociones justo cuando le descubrieron a su esposa metofobia, un temor que consiste en el miedo a vomitar. Fue a partir de allí que Firth-Godbehere se adentró en la investigación de esa fobia en particular y se encontró estudiando el asco.
Esta sensación de desagrado es el hilo que conduce soterradamente su nuevo ensayo titulado Homo emoticus. La historia de la Humanidad contada a través de las emociones (Salamandra, 2022), un libro donde explica cómo muchos de los giros y vueltas de nuestra historia tuvieron lugar debido a cómo reaccionamos como seres emocionales y cómo nuestros sentimientos determinaron nuestras acciones a lo largo de la humanidad.
Este ensayo explora desde la Antigua Grecia hasta la actualidad, desde Freud a Trump, y cómo nos sentimos al respecto hoy día. Para poder entender cómo funciona la mente de este investigador británico, THE OBJECTIVE conversó con él.
P – Entendiendo que hay una larga tradición de no hablar de lo que sentimos, ¿cómo te manejas como individuo en un mundo donde el estudio de las emociones es un tema que puede ser catalogado como débil o de poco interés científico?
R – No estoy seguro de que ese sea ya el caso. Ciertamente lo era, pero el interés por el estudio de las emociones no ha dejado de crecer desde la década de 1950, y se ha disparado desde el año 2000. Apenas hay un área de estudio, fuera de la física, que no toque las emociones en algún grado. Además, con los intentos de crear máquinas con emociones en la última década, esa explosión no ha hecho más que aumentar. Algunos incluso llaman a este periodo el «giro afectivo».
Los primeros capítulos del libro me hacen pensar que es un libro sobre el deseo y cómo el deseo va en contra de una vida virtuosa. ¿Es el deseo una pulsión negativa o eso nos han hecho creer?
El deseo es lo que nos impide morir de hambre. Es lo que nos da objetivos y da sentido a nuestra vida. Hay ciertamente varios tipos de deseo, como la avaricia, por ejemplo, que pueden ser perjudiciales, pero el deseo no es poco virtuoso por sí mismo. Lo que importa es lo que deseas y lo que haces con ese deseo.
El estudio de las emociones no ha dejado de crecer desde la década de 1950
¿Cuál es la diferencia entre sentir sentimientos y expresar sentimientos? ¿Sabemos cómo expresarlos?
Cada cultura tiene sus propias reglas sobre cómo expresar sus sentimientos. Algunas culturas creen que las emociones deben ser controladas la mayor parte del tiempo y sólo expresadas cuando es necesario, por ejemplo, el infame stuff upper lip británico -insensibilidad británica-. Otras creen que las emociones deben expresarse libremente y utilizar todo el cuerpo para hacerlo. Cualquiera que haya visitado Italia ha visto esto en acción, pero hay una diferencia: se puede sentir algo y luego controlarlo. Tanto la antigua filosofía del estoicismo como la moderna terapia cognitivo-conductual utilizan la idea de controlar los sentimientos y decidir si deben expresarse o no en su núcleo.
A lo largo de Homo emoticus observamos cómo las emociones cambian según el tiempo y el pensamiento, sin embargo, hay una emoción que permanece igual a lo largo del tiempo: el asco. ¿Por qué es tan única?
En realidad, no permanece igual. La idea de repulsión, de que nos alejamos de algo dañino porque puede contener un patógeno, es bastante estática, pero su comprensión sí ha cambiado. Hay un tipo de asco histórico mejor conocido como la abominación, que no consistía tanto en sentir náuseas como en evitar las cosas que te harían daño, normalmente el pecado. Se trataba de alejarse en lugar de sentirse enfermo. La abominación en sí misma era una traducción de una serie de tipos de repugnancia en hebreo antiguo, cada uno de ellos sutilmente diferente. La única cosa que tenían en común es que eran causadas por cosas que repugnaban a Dios, los pecados. La mayoría de las emociones son así. Parecen ser iguales en la historia sobre la superficie, pero cuando se mira de cerca, son sutilmente, y a veces no tan sutilmente, diferentes.
¿Cómo es el hombre y sus emociones en la era tecnológica? ¿Se unifican los deseos y las emociones en cualquier parte del mundo y sobre cualquier pensamiento? ¿Es contraproducente para el ser humano?
La tecnología está empezando a crear emociones unificadas. Emociones que todos los humanos compartimos. Eso es porque todos tendemos a utilizar la misma tecnología y, por tanto, para entenderla tenemos que adoptar las mismas emociones. Creo que es contraproducente, aparte de una especie de colonización emocional, porque las emociones son una parte central de la cultura. Si todos sentimos lo mismo, tarde o temprano nuestras culturas serán todas iguales. Sería una pena.
La tecnología está empezando a crear emociones unificadas.
¿Y los robots?
Para que los robots utilicen las emociones de forma ética, primero tienen que ser empáticos. Tienen que entender los sentimientos de los demás, y eso es difícil ya que no existe una gran narrativa para las emociones. Es algo con lo que la ciencia de las emociones artificiales lucha.
¿El posmodernismo y el modernismo estuvieron y están en pugna ideológica sobre nuestras emociones? ¿Cómo debe construirse la inteligencia artificial si queremos que los robots tomen decisiones éticas?
La ética es una cuestión complicada que daría para un libro entero. Lo principal es darse cuenta de que ambos bandos tienen razón en algunas cosas. Para los modernistas, las emociones han evolucionado para ayudar a los humanos a prosperar y sobrevivir, pero desde una perspectiva posmoderna, no hay una gran narrativa de las emociones. La comprensión de los sentimientos de una persona es tan buena como la de otra. Incluso ellos, desde un punto de vista modernista clásico un «Jackson Pollock», lo que expresa en su lienzo es su sentimiento. Los demás pueden interpretar como quieran cómo expresas tus sentimientos, pero al fin y al cabo, son tus sentimientos.
Después de la pandemia, ¿cree que tenemos más interés o sensibilidad para hablar de lo que sentimos?
Creo que ya éramos bastante sensibles, pero esto nos ha hecho sensibles a cosas diferentes. Sabemos lo que es perder el contacto humano, así que nos apoyamos más en la pertenencia. Me he dado cuenta, por ejemplo, de que la gente habla más en las presentaciones en directo que antes. Eso es porque queremos mantener el contacto que perdimos, no quedarnos solos en la multitud mirando.