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Cultura

Tequila o la historia de un grupo con demasiado éxito y demasiadas drogas

Un documental, que llegará a los cines el próximo día 11, aborda el camino al estrellato de la banda hispano-argentina que alcanzó de golpe su sueño de triunfo

Tequila o la historia de un grupo con demasiado éxito y demasiadas drogas

Alejo Stivel y Ariel Rot, del grupo Tequila. | Europa Press

En 1976, poco después de morir el dictador Francisco Franco, dos jóvenes argentinos que soñaban con ser estrellas del rock (Ariel Rot y Alejo Stivel) recalaron en España con sus familias, huyendo de la dictadura militar de su país. Poco después, disfrutando de la noche madrileña, conocieron en una discoteca a tres chavales españoles que estaban tocando, los Spoonful Blues Band. Al final de la actuación, se acercaron al bajista, Felipe Lipe, y le ofrecieron un puesto en su grupo, pero él pasó de ellos al darse cuenta de que no contaban con equipo ni local de ensayos. Al cabo de unos meses, Felipe cambió de opinión y contactó con ellos para decirles que su banda se había quedado sin guitarrista y que podrían tocar juntos.

Así nació Tequila, que a mediados de 1978, tras firmar un contrato leonino con la casa discográfica Zafiro, lanzó Matrícula de honor, un primer elepé repleto de letras frescas y temas entretenidos como Rock and roll en la plaza del pueblo. «Cuando salimos eran pésimos tiempos para el rock and roll», comenta Alejo Stivel. «La música estaba copada por cantantes melódicos, románticos, horteras, y completamente desfasados. Ni la industria discográfica, ni los medios, ni nada, estaban proclives al rock and roll. Salimos nosotros, a contracorriente, en una situación hostil, y nos fue bien».

El descaro de aquel quinteto hispano-argentino, considerado el primer fenómeno fan con una banda de rock and roll española, desató la locura, y ayudó a aumentar sus ventas a la mítica revista para adolescentes Súper Pop. «El concepto fan era como una masa uniforme de chicas totalmente descontroladas y gritonas, y en ese mundo no nos metíamos nosotros», cuenta Ariel Rot en Tequila: sexo, drogas y rock&roll, un documental dirigido por Álvaro Longoria que rinde homenaje al grupo que puso la banda sonora a la liberación de los jóvenes españoles en la transición. «Si estábamos en ciudades, íbamos a la discoteca de esa ciudad a buscarnos la vida y a ligar. Nos resultaba muy fácil», añade el argentino.

«Se les acusaba de ser unos niñatos creídos», explica en el documental su narradora, la actriz Cecilia Roth

El documental, que llegará a los cines el 11 de noviembre, aborda el camino al estrellato de un grupo que alcanzó de golpe su sueño de triunfo. Sus integrantes recorrieron el país actuando, aparecieron en programas televisivos de éxito como Aplauso («Su director, José Luis Uribarri, cobraba un caché por montar las noches y les decía a las compañías: «‘Para este día, me traéis a tal grupo. Los artistas íbamos ahí un poco a hacerle la pelota», comenta Alejo), y sonaron a menudo en Los 40 Principales («Les cedías una parte de los derechos para que te radiasen. Era un sistema corrupto de arriba a abajo», apunta el promotor de conciertos Gay Mercader, que durante una temporada ejerció de representante del grupo). 

Tan solo entre 1978 y 1981, Tequila publicó cuatro álbumes que se vendieron como churros. Con ese panorama, es comprensible que sus miembros se sintieran los reyes del mambo. «Se les acusaba un poco de ser unos niñatos creídos», explica en el documental su narradora, la actriz Cecilia Roth. «[Mi hermano] Ariel trataba de que el que hablara fuera Alejo, que era el que tenía todo muy claro y podía ser soberbio o burlón […] Ese puntito de estrella sí lo tenían, y era molesto». 

Pero el éxito y la fama, que son efímeros, terminarían destruyendo a aquellos jóvenes que ganaron dinero a espuertas (aunque les engañaban con las ventas) pero, sin embargo, fueron incapaces de aprender a controlar su ego (lo que llevó a que Gay Mercader les mandara a freír espárragos) y su afición desmedida a algunas sustancias (primero porros, y después drogas duras). «Estábamos fumados todo el día», confiesa Ariel. «Un día vino Alejo con una papelina de heroína. ‘Mira, mira lo que me han dado. Está muy bueno’. ¿Que está muy bueno? Nos jodió la vida. Nos enganchamos todos», afirma Felipe sobre una droga que, según Alejo, resultaba «muy tentadora y muy cool» en el Madrid de la Movida. 

En 1983, con las maquetas ya preparadas de un quinto disco, el grupo comenzó a disolverse

En 1983, en plena cima del éxito y con las maquetas ya preparadas para la producción de un quinto disco, el grupo comenzó a disolverse. «La parte infantil empezó a desaparecer. Empezamos a independizarnos de nuestras casas, y también un poco entre nosotros», relata en el documental Ariel, que continuó su carrera en solitario y pasó por Los Rodríguez. Felipe abandonó la música, y Alejo recicló su carrera y se convirtió en el productor discográfico de grandes artistas como Joaquín Sabina o La Oreja de Van Gogh. El batería Manolo Iglesias murió en 1994, y Julián Infante falleció en el año 2000. Ambos por complicaciones derivadas del sida. 

«Eran demasiado jóvenes, tuvieron demasiado éxito y había demasiadas drogas y demasiadas mujeres. Creo que la historia de Tequila se resume en una serie de ‘demasiados’, y que eso provocó que durasen lo que duraron», opina Gay Mercader sobre una banda que personificó los clichés asociados a ciertas bandas legendarias, y que un buen día desapareció del panorama, sin comunicados ni conciertos de despedida. Ya en 2008, para decir adiós a sus fans como es debido, ficharon a tres músicos más (Josu García, Daniel Griffin y Mauro Mieta) y se reunieron para realizar una aplaudida gira de conciertos que finalizó en el Wizink Center madrileño. Hoy día, no existe un melómano que se precie de serlo que no reconozca el dignísimo legado de Tequila, ni tampoco una boda en España donde no se toque ¡Salta!.

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