La sucesión de Borja-Villel en el Reina Sofía
«Quince años son más que suficientes y hay nuevas generaciones de gestores que pueden aportar mucho. Solo falta que las instituciones colaboren»
Han empezado ya a publicarse noticias sobre la sucesión de Manolo Borja al frente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. El lunes pasado, la presión fue tal, que el Patronato del museo se vio obligado a hacer pública una nota en la que reconocía que habían tratado «diversos aspectos relacionados con la finalización del contrato de alta dirección del actual director del Museo, Manuel Borja-Villel, que tendrá lugar el próximo 19 de enero de 2023». Hasta ahí nada nuevo.
Pero el comunicado incluía una noticia. Resultaba que, tras la lectura y aprobación del acta de la sesión anterior y de la presentación del Plan 2023 para su aprobación, el director intervino para hacer un balance de su labor al frente del museo, justo cuando se cumplían quince de su nombramiento. Eso sí era una novedad. En varias ocasiones había dicho Manolo Borja que, cuando se hablara de su sucesión, se ausentaría de la reunión. Pues esta vez no lo hizo.
Y sí se habló de la sucesión. Empezando por la presidenta del Patronato, la exministra Ángeles González-Sinde, que recordó las normas que deben regir sobre el proceso de selección de candidatos. Recordó que el director «es nombrado (…) por el Consejo de Ministros, a propuesta del titular de Cultura», pero que previamente habría un sistema de preselección que asegurara la participación del Patronato, asesorado por un comité de expertos y profesionales del mundo de la cultura. Y dicho esto, puso a disposición del Patronato un informe que incluía las bases para la elección del nuevo director que cristalizarán el 1 de febrero de 2023 con la designación del grupo de trabajo y del llamado comité de expertos. Hasta aquí la literatura y fechas del asunto.
Y ahora lo que no se dice. Fundamentalmente, el que más calla es el que más debía hablar: el ministro de Cultura, que es quien debería explicar los planes de futuro para el museo. Ese silencio ya está provocando una catarata de artículos y comentarios en todos los medios de comunicación. Al silencio del ministro se suma el de Borja-Villel que sotto voce ha comunicado a sus más cercanos colaboradores su intención de seguir en el cargo, intención que, como él sabe, viciaría todo el proceso de sucesión. Es consciente que no puede decir que se presenta pues algunos de los candidatos rechazarían un concurso con un candidato oficial.
«No tiene sentido prolongar un nuevo mandato violentando la ley»
Pero hay más. En las bases del concurso internacional que tuvo lugar en 2007 para nombrar a Borja-Villel, concurso que está regulado por el Real Decreto 1382/1985, se contemplaba una duración mínima de cinco años para el contrato «con la posibilidad de su renovación como máximo por otros dos periodos de igual duración». Los quince han transcurrido. No tiene sentido prolongar un nuevo mandato violentando la ley.
Y una cuestión final. El actual director del Reina ha tenido tiempo y ganas para reordenar toda la colección del museo. Y lo ha hecho. Es verdad que su discurso no ha estado exento de críticas, pero ahora surge la oportunidad de que alguna otra personalidad aporte una visión diferente de la colección que custodia nuestro museo de arte contemporáneo. Los debates no son malos. Incluso aquellos que plantean que una parte de la colección pueda moverse a otras sedes y salir finalmente de los almacenes. Los cambios y las crisis siempre generan oportunidades. Y esta puede ser también aprovechada por el museo.
Tenemos experiencia, dentro de España, de museos como el IVAM, que han superado etapas difíciles. Creo, sinceramente, que 15 años son más que suficientes y que hay nuevas generaciones de gestores y conservadores que pueden aportar mucho. Solo falta que las instituciones colaboren. Y el Ministerio de Cultura no solo tiene que acertar con la transparencia del proceso, sino con la persona que sea capaz de llevar su proyecto adelante. No necesariamente tiene que ser española. Sería un buen mensaje nombrar al mejor gestor posible. Nada pasa con que sea extranjero. En Italia están a punto de expirar los mandatos de aquellos 15 directores extranjeros que se nombraron de una tacada hace ocho años. No se ha hundido ningún museo. Han trabajado y promovido exposiciones como nunca. Y eso que les tocó el mazazo de la pandemia. Pero hay experiencias en todos los países. No puede ser que haya un director español en la Tate Gallery y en España siempre tengamos que empeñarnos con los de casa. A veces los mejores están fuera. ¡Pues que venga el mejor!