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Cultura

El largo adiós del pianista Christian Zacharias

El intérprete inauguró la 28º edición del Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo en el Auditorio Nacional en la noche de su despedida

El largo adiós del pianista Christian Zacharias

Christian Zacharias | Cedida por la Fundación Scherzo

El pianista alemán Christian Zacharias (Jamshedpur, India, 1950) ­–ovacionado el martes por la noche en el Auditorio Nacional de Madrid en la primera actuación de la 28º edición del Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo– eligió Las Estaciones de Chaikovski y la Sonata D.850 de Schubert como parte de su posible «recital de despedida». Según se ha sabido esta podría ser su última gira y el pianista dejaría de actuar como solista para concentrarse en su labor de director de orquesta, aunque todavía no lo haya anunciado de forma oficial. Esta fue la decimosexta comparecencia de Christian Zacharias, un habitual de estas sesiones. Sorprendentemente la primera pieza elegida fue compuesta por un compositor poco frecuente en el repertorio de Zacharias. No así Schubert, uno de sus preferidos.

Christian Zacharias celebró éxitos asombrosos en los años 70 y 80, por ejemplo, en las sonatas de Scarlatti; además, las obras para piano de Beethoven, Schubert, Schumann y Mozart constituyen objeto de fascinación para este pianista, y sus grabaciones han obtenido numerosos premios.

Aún habría que esperar a 1992 para verle debutar como director de orquesta, con la Orchestre de la Suisse Romande de Ginebra, a la que siguieron compromisos con la Orquesta Sinfónica de Bamberg, las sinfónicas de Los Ángeles y Washington, la Filarmónica de Dresde, la Orquesta de Cámara Inglesa, la Orquesta de Cámara de Zúrich, la Orquesta Filarmónica de los Países Bajos, etc. Desde la temporada de 2021/2022 es el principal director invitado en la Orquesta Ciudad de Granada.

Christian Zacharias | Cedida por la Fundación Scherzo

‘Las estaciones op.37’ de Chaikovski (1875-1876)

No cabe duda de que para Christian Zacharias se trata de rendir homenaje a la más bella cultura rusa, apátrida en tiempos revueltos. Las Estaciones en 12 piezas para 12 meses de Chaikovski es una música furtiva, tierna y melancólica, engañosamente naturalista. La virtuosidad, honestidad y elegancia de Zacharias convierten esta composición en un cóctel de sentimientos a flor de piel. 

Las Estaciones fueron encargadas por el editor Nikolai Bernhard. El director de la revista musical de San Petersburgo, Nouvellist, quiso publicar cada mes un nuevo número con composiciones actuales para piano del popular compositor. Estos debían referirse al mes en cada caso. Con gran precisión, Chaikovski llega a transmitir no solo la naturaleza en todo su esplendor, sino también el estado del hombre, el mundo de sus emociones, asociados a esta estación.

Así, por ejemplo, el ciclo comienza con un idilio en una habitación cálida (enero). Junto a la chimenea es el título de esta sencilla melodía rusa, que alguien parece cantarse a sí mismo mientras observa la nieve caer desde el interior (Moderato semplice, ma espressivo en La mayor, escribe el compositor en la partitura, algo así como tocar de manera moderada, con tranquilidad, pero con una expresión y variedad adicionales). La sección central en Mi menor, con sus arpegios leggerissimo (muy ligero), parece dibujar a los copos de nieve ejecutando una danza circular frente a la ventana, mientras la persona en la habitación medita melancólicamente. La sensibilidad y coherencia musical de Zacharias hicieron que esos copos se sintieran cayendo en la Sala Sinfónica.

El pianista alemán, con su agilidad y cuidado sonido, también supo transmitir el lamento y la llegada de otoño en la pieza octubre Canción de otoño, en la que la melancolía se extiende por el paisaje y la gente. Es un Andante doloroso e molto cantábile en Re menor, algo así como la imagen de un andante dolorido con un paisaje que debe ejecutarse de modo suave y expresivo, acentuando la melodía. La sección central parece ofrecer consuelo al principio, pero luego aumenta el dolor hasta proporciones casi inconmensurables.

Un resumen del concierto de Christian Zacharias en la fundación Pierre Gianadda en Suiza, tocando ‘Las estaciones’ de Chaikovski | MEZZO

Sonata D.850 de Schubert (1825)

La sonata para piano No. 17 en Re mayor de Franz Schubert fue escrita en 1825, durante una estancia del compositor en la ciudad balneario de Bad Gastein, por eso se le conoce como «Gasteiner». El tempo de la sonata es notablemente más rápido que el de muchas otras sonatas de Schubert (inusualmente para él, el primer movimiento está marcado como Allegro vivace). Los movimientos primero y cuarto suponen una considerable exigencia técnica para el solista. Christian Zacharias consiguió demostrar que posee de esa técnica e hizo del Allegro un festín schubertiano.

El segundo movimiento (Con moto, «con movimiento»), que esperamos que sea un movimiento lento y que posee la gravedad de un movimiento lento, no es en realidad un movimiento lento en absoluto. El Scherzo del tercer movimiento, danzante y rítmico con un toque vienés, conduce a la engañosa sencillez del Rondó final. Cuando las cumbres emocionales se han alcanzado antes de forma tan majestuosa e inefable, lo que queda debe ser suavidad y liberación. La sonata termina con una melodía parsimoniosa. Zacharias acertó el tono sosegado del final, con un tempo inteligentemente ejecutado, alejándose así del enérgico carácter de las primeras partes.

Debussy y su vals ‘La plus que lente’ (1910)

Es difícil imaginarse a Zacharias sin tocar una pieza de Mozart como bis. Sin embargó, tras los considerables aplausos del público, optó por La plus que lente, una melodía no muy larga en su duración, pero muy bella, del compositor francés Claude Debussy –algunos lo consideran el primer compositor impresionista, aunque él rechazaba rotundamente el término–. Si alguien no se había fijado en la elegancia de Zacharias hasta ese momento del concierto, es aquí donde claramente destacó su honestidad y virtuosidad tras el piano.

Debussy decía que «la música comienza donde el habla es incapaz de expresar, la música está hecha para lo inexpresable». Quizás por eso Zacharias decidió terminar el concierto con esta pieza. Quizás quiso anunciar su adiós sin palabras; la música fue suficiente para exteriorizar esa posible despedida.

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