'El extraño': el miedo a ser vigilado
Tras su paso por el Festival de Sitges, la directora estadounidense Chloe Okuno debuta con un thriller, que trata del pánico psicológico al ser observado y acosado
Tanto en literatura como en cine, el terror es el género idóneo para abordar las angustias y las paranoias que definen cada sociedad, cada época. Bien lo sabe Stephen King, que se ha hecho millonario explorando los miedos de la América contemporánea en sus novelas de horror. La obra de King es, de algún modo, una gran crónica de la sociedad estadounidense a través de sus obsesiones convertidas en pesadillas. En la historia del cine está muy estudiada la relación entre los llamados monstruos de la Universal de los años treinta -Drácula, Frankenstein- y los agobios de la población por la Gran Depresión. Años después, el temor a una invasión o infiltración comunista llenó las pantallas americanas de marcianos, platillos volantes y extraterrestres que suplantaban la personalidad de pacíficos ciudadanos. Y los convulsos setenta dieron un cine ultraviolento –La matanza de Texas, La última casa a la izquierda– que exploraba los miedos de la clase media ante noticias perturbadoras como la de los asesinatos de la familia Manson.
El extraño de Chloe Okuno -que debuta en el largometraje tras dirigir uno de los episodios de V/H/S/94– explora un miedo muy actual: ser observado, controlado, acosado. Un miedo que padece de forma especial la población femenina. Es una película modesta, sin vistosos efectos digitales ni estrellas de relumbrón, que plantea este tema con una gran eficacia, construyendo una creciente tensión que atrapa al espectador.
La joven protagonista es una americana que se traslada con su marido americano de origen rumano a Bucarest cuando a él le ofrecen allí un trabajo. Al poco de instalarse en un apartamento con grandes ventanales, descubre que alguien parece observarla desde la casa de enfrente. La pareja pone cortinas y avisa a la policía, pero la silueta inmóvil que vigila sigue ahí. El guion maneja con inteligencia algunos elementos para aumentar la sensación de aislamiento de la chica: recién llegada a una ciudad que no conoce, sin amigos, con la dificultad de tener que manejarse en la vida diaria con un idioma que está aprendiendo a marchas forzadas, obligada a pasar largas horas sola porque el marido está en el trabajo y rodeada de unos vecinos con los que le cuesta comunicarse… Con todo esto se va construyendo un estado mental que genera al espectador la duda de si realmente hay un acosador o ella está sacando las cosas de quicio. La situación da un vuelco interesante cuando descubre quién es el hombre que la mira desde la ventana y empieza a seguirlo por la ciudad. ¿Quién observa a quién, quién acosa a quién?
La idea del acosador como punto de partida de una película de terror no es precisamente original. La clásica Luz de gas manejaba el tema en el plano psicológico, con un marido que sometía a su esposa a un sutil y retorcido acoso con la intención de hacerle creer que estaba enloqueciendo. Todos los slashers de los setenta y los ochenta, desde la seminal Navidades negras de Bob Clark hasta las sagas de Halloween, Viernes 13 y la posterior Scream, explotan esta idea. Lo interesante de El extraño es que, a diferencia de los slashers, no centra sus esfuerzos en provocar sustos o impactar con imágenes truculentas y escabrosas, sino en construir una difusa y creciente tensión psicológica. No explota el tema por la vía fácil del simple divertimento de género, sino que se sirve de los códigos del terror para explorar la sensación de angustia, la creciente presión y alteración mental de la protagonista. No busca tanto que el espectador pegue un bote en la butaca -aunque algunos sobresaltos hay- como que sienta el hormigueo de la creciente amenaza.
Para conseguir esta tensión es crucial la interpretación de Malika Monroe, una actriz que ya sabe cómo poner cara de agobio y de susto, porque fue la protagonista de It Follows de David Robert Mitchell, otra película modesta que en 2014 se convirtió en un éxito gracias al boca oreja y que es también un ejemplo de cómo los recursos del terror -en este caso sobrenatural- se pueden utilizar para plasmar angustias muy reales presentes en la sociedad.
El hecho de que El extraño esté dirigido por una mujer aporta una mirada femenina a un género dominado por los directores varones, aunque cada vez es menos rara la presencia de directoras, entre las que destacan la francesa Julia Ducournau –Crudo y Titane, a cual más delirante y extrema- y la australiana Jennifer Kent con Babadook y un episodio de El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro, El murmullo, que pueden ver en Netflix y les recomiendo. Chloe Okuno aporta en su película una puesta en escena muy trabajada y buenas dosis de sutileza, que solo se pierde en el efectista final, para mí lo más discutible de la propuesta. Es probable que El extraño deje con sed de vísceras a los forofos del género más amantes del gore pero, sin necesidad de encharcar la pantalla de sangre, logra transmitir tensión y reflejar uno de los miedos presentes en la sociedad contemporánea: alguien te observa, alguien vigila tus movimientos, alguien viola tu intimidad.