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Historias de la historia

Israel cumple 75 años

Hace justo 75 años, el 14 de mayo de 1948, se proclamó la independencia de Israel. Por primera vez desde los tiempos bíblicos los judíos tenían una nación propia

Israel cumple 75 años

Ben Gurión proclama el Estado de Israel, en un museo de Tel Aviv, bajo el retrato de Theodor Herzl. | Wikipedia

«Proclamaré el Estado de Israel aunque sea en un pañuelo», había dicho David Ben Gurión, caudillo de los colonos judíos en Palestina y primer jefe de gobierno del nuevo estado independiente. Un pañuelo de territorio les bastaba para empezar a los sionistas porque, obviamente, pensaban expandirse a costa de sus vecinos, como no han dejado de hacer desde 1948. La exigencia era que ese pañuelo estuviese en Tierra Santa, el escenario de la Historia bíblica.

Si no hubieran sido intransigentes en este punto, los judíos del mundo habrían podido tener un estado antes, mucho más grande y, desde luego, menos conflictivo. El primer proyecto cristalizó en 1825, al calor de la ideología nacionalista que se estaba desarrollando en Europa y otras partes del mundo. Un judío norteamericano de origen sefardita, Manuel Noah, fundó en septiembre de 1825 la ciudad de Ararat, capital de un futuro Estado Judío dentro de los Estados Unidos.

Manuel Noah tenía el respaldo del gobierno de Washington, que le nombró juez federal del nuevo territorio. Compró una gran extensión de tierras en la región del Niágara, y a la ceremonia de colocar la primera piedra de Ararat acudieron representantes de la Iglesia Episcopaliana (lo más parecido a una iglesia oficial en EEUU), de la Masonería y de la Milicia de Nueva York. Sin embargo la nueva Jerusalén no atrajo a inmigrantes judíos, y el proyecto de Noah se quedó en una utopía.

Un siglo más tarde, en las antípodas políticas y casi geográficas de Estados Unidos, es decir, en la Unión Soviética, habría un proyecto similar al de Ararat. En 1928 Stalin, que pretendía asignar repúblicas autónomas a las distintas «nacionalidades» de la URSS, creó por decreto el Oblast (provincia) Autónomo Judío de Biro-Bidjan, en la desierta región siberiana del Amur. El Oblast se convertiría en República Soviética Judía cuando alcanzara suficiente población. La capital fue construida por un famoso arquitecto alemán, Hannes Meyer, director de la Bauhaus. Sin embargo el proyecto soviético terminaría exactamente igual que el norteamericano, abandonado porque los judíos no querían emigrar a regiones tan remotas.

Tel Aviv en 1945. | Wikipedia

Entre estos dos proyectos americano y ruso, hubo otros impulsados por magnates judíos europeos. Moritz von Hirsch, banquero del rey de Baviera, que le otorgó el título de barón, fundó en 1891 la Sociedad de Colonización Judía, que financió proyectos en Argentina, Brasil, Canadá y EEUU. El de Argentina fue el más serio, pues el barón Von Hirsch adquirió en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos 17 millones de hectáreas, una superficie equivalente a cuatro veces Suiza, para crear una gran colonia judía. Hubo una fuerte emigración hebrea desde Europa, en 1920 había ya 150.000 judíos en Argentina, pero de nuevo rechazaron convertirse en campesinos en lugares remotos y prefirieron montar negocios en Buenos Aires.

El famoso banquero judío Rothschild, por su parte, convenció al gobierno británico para colonizar Uganda con judíos, y en 1903 el proyecto fue aprobado oficialmente. Según concretó el ministro de Exteriores, lord Lansdowne, sería un territorio del Africa Oriental Inglesa bajo dominio de la Corona pero con gobierno judío y amplia autonomía. Sin embargo el «ugandismo», como se tituló el asunto, se frustró por la firme oposición de los misioneros cristianos, que movilizaron en contra a las tribus nativas, y del movimiento sionista, que aspiraba a crear la nación judía en Palestina.

El sionismo había aparecido en Europa en 1881, cuando el periodista austriaco Nathan Birnbaum utilizó por primera vez esta palabra para referirse a quienes añoraban a Sión, es decir, a Jerusalén, pero el acta de nacimiento del movimiento fue la publicación del libro El Estado Judío por Theodor Hertzl, en 1896. Al año siguiente Hertzl convocó el Primer Congreso Sionista en Basilea, y enseguida comenzó una pequeña pero constante emigración de judíos europeos hacia Palestina. En 1917 los sionistas obtuvieron la Declaración Balfour, en la que el ministro de Exteriores británico les reconocía el derecho a «un estado nacional judío en palestina», y a partir de ahí el proceso fue imparable, sobre todo tras la subida al poder de los nazis en Alemania. Es una historia conocida que culminaría en 1948.

Declaración de independencia

En noviembre de 1947 la Asamblea General de la recién creada ONU había decidido la partición de Palestina en un estado árabe y otro judío. Era una solución salomónica, traumática, pero la única que se les ocurrió para paliar la guerra civil que existía entre las dos comunidades: los palestinos que habitaban el país desde tiempos inmemoriales, y los colonos sionistas que tras las persecuciones nazis y el holocausto gozaban de la simpatía mundial.

La partición, tal como la diseñó la ONU, suponía un mosaico territorial, no daba continuidad al estado judío -ni al palestino- pues había seguido el criterio de las poblaciones existentes: donde la mayoría era judía, para Israel, donde la mayoría era árabe, para Palestina. En total, Israel reunía solamente una quinta parte del terreno que los judíos reclamaban como «estado histórico». Naturalmente los más radicales no aceptaban ese recorte.

El 12 de mayo de 1948 se reunió el Gobierno Provisional que se había formado para preparar la independencia. No todos sus miembros pudieron acudir porque algunos estaban sitiados por los árabes. En total eran diez, y solamente cinco de ellos respaldaron la idea de Ben Gurión de proclamar el Estado de Israel «aunque fuera en un pañuelo». Seis a cuatro era una mayoría muy corta, pero recibió el apoyo de Jaim Weizmann, una eminencia científica con grandes influencias en Gran Bretaña, presidente de la Organización Sionista Mundial y dentro de poco primer jefe del estado de Israel, que apostrofó a los que habían votado no: «¿A qué esperáis, idiotas?».

Por fin, tras más de doce horas de discusión, el Gobierno Provisional se puso de acuerdo, la minoría se sometió al voto de la mayoría y aceptó declarar la independencia inmediatamente. La proclama fundacional del nuevo estado fue también objeto de mucha discusión, con tres redacciones sucesivas.

Inglaterra gobernaba Palestina desde que la conquistara en la Primera Guerra Mundial, pero no como una colonia propia, sino por un mandato de la Sociedad de Naciones. La ONU, heredera de la Sociedad de Naciones, había fijado el final del mandato para «no más tarde del 1 de octubre de 1948», pero los ingleses tenían prisa por marcharse porque recibían palos de las dos partes, y fijaron la expiración de su gobierno para las 0 horas del 15 de mayo. Una fecha realmente mal escogida.

Por esas burlas que la Historia parece que les hace a veces a los hombres, ese día era sabbat, sábado, la fiesta sagrada de los judíos, en la que se restringen drásticamente todas las actividades. Aunque los sionistas eran en general laicos, el Estado de Israel no podía nacer con un acto sacrílego a ojos de los judíos practicantes. Había que esperar que pasara el sabbat o adelantarse a la fecha legal. 

La situación era de guerra civil, y además los estados árabes vecinos tenían preparados sus ejércitos para entrar en Palestina en cuanto expirase la autoridad británica, de modo que se decidió adelantar la proclamación de independencia al día 14, aunque eso fuera una ilegalidad. A partir de ese momento y durante toda su corta pero convulsa Historia, Israel ha actuado sin preocuparse de las leyes y acuerdos internacionales, movido siempre por el pragmatismo de su propio interés.

El acto se celebraría no en Jerusalén, la capital bíblica, sino en Tel Aviv, la ciudad de nueva planta que habían creado los colonos sionistas, con su peculiar urbanismo racionalista tan diferente de las poblaciones históricas de Oriente Medio. Era una forma de afirmar la modernidad y laicismo de aquel Israel de los pioneros sionistas, tan distinto de la teocracia religiosa en que se ha convertido el estado judío. Como sede de la ceremonia se eligió la casa estilo Bauhaus que se había construido como vivienda Dizengoff, el primer alcalde de Tel Aviv, convertida en Museo de Arte desde 1931.

El viernes 14 de mayo de 1948, a las cuatro y media de la tarde, sin más parafernalia que un retrato de Theodor Hertzl, fundador del movimiento sionista, y dos banderas del recién nacido estado, David Ben Gurión proclamó la independencia de Israel. Tres cuartos de siglo de guerras le esperaban.

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