THE OBJECTIVE
Cultura

Catalina Bárcena, una gran actriz olvidada

La editorial Bala Perdida publica la primera biografía de la intérprete que triunfó en Hollywood y fue decisiva en el el teatro español hasta la Guerra Civil

Catalina Bárcena, una gran actriz olvidada

Fotografía de la actriz española Catalina Bárcena, primera actriz del Teatro Lara, publicada en 1912 cuando preparaba un próximo estreno. | Wikimedia Commons

Fue una de las actrices con más garbo interpretativo del siglo XX junto a Margarita Xirgu y María Guerrero, su mentora, y su trabajo fue clave en el llamado Teatro del Arte, el proyecto teatral de Gregorio Martínez Sierra, con quien formó una productiva pareja profesional, además de la personal. Dueña de una fama internacional, cruzó el océano y rodó en Hollywood las primeras películas que la meca del cine produjo en español. Catalina Bárcena fue todo un fenómeno de su época, y no sólo en teatro y en cine, sino también en moda y publicidad. Hasta Lorca le dedicó los versos que decían: «Tu voz es sombra de sueño. / Tus palabras / son, en el aire dormido, / de rosas blancas». Y, a pesar de todo ello, su memoria no estaba honrada con una biografía, hasta ahora. Los investigadores Alba Gómez y Julio Enrique Checa se han puesto a la tarea y han escrito a cuatro manos Catalina Bárcena. Voz y rostro de la Edad de Plata, un título acogido por la editorial Bala Perdida dentro de su colección En la diana, «dedicada a biografías de mujeres imprescindibles». 

THE OBJECTIVE ha conversado con ellos y ha querido saber, en primer lugar, por qué la actriz fue decisiva en el proyecto teatral más importante del teatro español anterior a la Guerra Civil, el Teatro de Arte, dirigido por Gregorio Martínez Sierra. El Teatro del Arte representó un vastísimo repertorio escrito por el propio Martínez Sierra y por su exmujer María Lejárraga, además de obras extranjeras, y giró por toda España, triunfando en París y dejando rendido al público en las giras americanas, especialmente en México, Nueva York y La Habana: «Se ha estudiado mucho la aportación del modelo empresarial de Gregorio, pero apenas se ha puesto de manifiesto que, si no hubiera contado con la figura de Catalina Bárcena, seguramente no hubiera tenido el relieve que llegó a tener. La compañía cómico dramática Martínez Sierra era de hecho anunciada como la compañía Catalina Bárcena, y las críticas de manera reiterada eran muy reacias a aceptar los textos, pero no faltaba unanimidad a la hora de destacar el trabajo de Catalina. Por flojo que fuera el drama o la comedia siempre había buenas palabras para destacar su trabajo», reflexiona Julio Enrique Checa. 

Portada del libro

¿Y cuál era su forma de llegar hasta el público y la crítica de tal modo, cuál su poder magnético? Para Alba Gómez, «la voz es el instrumento principal de Catalina», algo con lo que coincide su compañero: «Nosotros hemos titulado el libro Voz y rostro de la Edad de Plata: el rostro porque por las fotografías diríamos que desde luego fue guapa, tenía belleza -que era uno de los requisitos para formar parte del mundo del espectáculo-, pero lo que las críticas insistieron mucho en subrayar fue la voz. Una voz enormemente clara, con una dicción excelente, alejada del grito y de la grandilocuencia, muy marcada por la naturalidad», desarrolla Checa. 

Nacida en Cuba, en la exótica ciudad de Cienfuegos, Catalina se cría en Santander, la que siempre consideró su patria. María Guerrero la descubrió siendo apenas una adolescente: la escuchó recitar un poema en una comida de la alta sociedad y cayó rendida ante su genio. Quien tiene duende, lo tiene desde la cuna, aunque el trabajo lleve mucho más lejos el talento genuino. Y en el caso de Catalina Bárcena, éste no faltó: trabajó de forma incansable durante años hasta que la Guerra Civil la llevó al exilio y tuvo que permanecer en Argelia, Francia y Argentina, alejada de sus hijos durante once largos años. Después, regresó a una España en otro color, y tuvo que sobreponerse a la pérdida de su compañero de vida. También esto lo hizo, tiró de arrestos para refundar la compañía de Martínez Sierra y se esforzó por seguir sus directrices artísticas y recuperar, en lo posible, el espíritu y el compromiso del Teatro de Arte.

En Beverly Hills, durante el rodaje ‘La ciudad de cartón’

Su vida estuvo, pues, llena de giros y contragiros, de plot twist que se dice ahora. ¿Cuál fue, a juicio de los autores de su biografía, el momento más desgraciado de la artista? «Pienso que el exilio es el momento más duro para esta mujer, y la primera razón es la separación de sus hijos: fueron al menos once años sin ver a su hija, porque su hijo Fernando sí que hizo un pequeño viaje poco antes de que abandonaran París y se fueran a Buenos Aires. Pero ella siente que se está perdiendo unos años muy importantes para ellos y en unas condiciones anómalas», desarrolla Alba Gómez, quien añade: «Además, en ese borrado de Catalina Bárcena, ella tampoco ha engrosado ninguna lista del exilio, ha quedado un poco en el limbo y no se ha tenido en cuenta esa experiencia». 

Porque, como se desprende de esta biografía, la memoria de Catalina Bárcena ha llegado hasta nuestros días ensombrecida, empequeñecida, difuminada. En ello tiene que ver el relato que la sociedad del momento hizo de la suerte de triángulo amoroso que formaron Martínez Sierra, su primera mujer María de la O Lejárraga y la propia Catalina Bárcena, pues cuando Gregorio Martínez Sierra y ella se conocieron, éste dejó a María por ella. Y sin embargo, los dos ex siguieron escribiendo papeles para la flamante actriz. «Catalina Bárcena comparte su vida con Martínez Sierra y eso supone una relación de amancebamiento porque María de la O Lejárraga no le concede el divorcio, con lo que en términos morales para determinados sectores de la sociedad española Catalina no es precisamente un ejemplo. Después pasan 11 años en el exilio, lo que significa formar parte de una nómina de individuos a los que el régimen no ve tampoco con buenos ojos. Y también en los años 80 se construyó un relato que ofrece una imagen de María Lejárraga como mujer abnegada y a veces incluso pusilánime, víctima de las perfidias de una Catalina Bárcena a la que se ve como mujer frívola y casquivana. Su imagen es tratada con desprecio en aras de un supuesto discurso feminista de reivindicación de la mujer, paradójicamente mediante la estigmatización de otra», explica Julio Enrique Checa.

Representación de ‘La adúltera impenitente’

Alba Gómez añade a la explicación anterior que el olvido es algo común que «afecta prácticamente a todos o casi todos los intérpretes en España, salvo a los más mediáticos». Por eso, y especialmente porque nada había escrito sobre una figura tan relevante de nuestra historia artística reciente, esta biografía es la primera piedra para devolver el lustre al talento que la actriz derrochó siempre sobre las tablas, y fuera de ellas cuando tomó el testigo de Martínez Sierra a la dirección. Para tallar esta obra ha sido preciso que los dos autores buceen muy profundamente en una ingente cantidad de archivos públicos, fondos privados y testimonios, pero el relato conformado con todo ello viaja a lomos de un lenguaje ameno y narrativo, poco usual en trabajos tan documentados. «Por ejemplo, ha habido que buscar los expedientes de las obras que formaban su repertorio, leerlas, buscar las críticas, y todo eso es una labor muy minuciosa: lleva mucho trabajo, pero esto es lo que nos gusta», concluye con simpatía la investigadora. 

Catalina Bárcena, Voz y rostro de la Edad de Plata
Alba Gómez y Julio Enrique Checa Comprar
Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D