Málaga celebra al Picasso escultor
El Museo Picasso de Málaga acoge la primera gran exposición sobre escultura picassiana, eclipsada durante décadas por su pintura
En el centro, 'La dama oferente'. | Museo Picasso Málaga
Tras la muerte de Apollinaire en 1918 Pablo Picasso, que entonces había aparcado el cubismo y volvía a la figuración, quiso homenajear al poeta con una escultura que diese relieve a su tumba en el cementerio de Père Lachaise. Para ello, pidió ayuda a su amigo Julio González, escultor reconocido por la innovación en el uso de nuevos materiales. Ambos trabajaron en una escultura en hierro desmaterializada, una escultura que tendía a la transparencia. Así surgió Proyecto para un monumento a Guillaume Apollinaire (1928) que, sin embargo, no fue del agrado de la comisión encargada de organizar el homenaje. En 1935 se colocó sobre la tumba del poeta una simple losa de granito bretón.
Fue este fracaso creativo lo que posiblemente llevó a Picasso a esconder sus esculturas en sus estudios y casas, a pesar de que a lo largo de toda su vida inventó, modeló y construyó obras escultóricas, no sintiendo esas obras como menores, sino una faceta más de su labor artística equiparable en importancia a la pintura.
De esta manera, sus esculturas lo acompañaron durante toda su vida, como así lo atestiguan las fotografías de Brassaï, pero no fue hasta la provecta edad de los 85 años cuando se decidió a mostrarlas en la exposición Hommage à Pablo Picasso en el Petit Palais de París en 1966. Un año después, la Tate Gallery de Londres organizó otra muestra dedicada principalmente a su escultura; hasta entonces, su obra en tres dimensiones había recibido escasa atención por parte de la crítica.
Según Pierre Daix: «Fue al menos tan gran escultor como pintor, y para él estas dos vertientes de su trabajo fueron siempre complementarias, pues había descubierto muy pronto que el paso de una a otra le permitía precisamente determinar lo que es pintura y lo que es escultura».
Primera gran exposición en España
Picasso escultor. Materia y cuerpo es la primera gran exposición en España dedicada a esta faceta picassiana y podrá visitarse en el Museo Picasso de Málaga hasta el 10 de septiembre próximo. Organizada en colaboración con el Musée national Picasso-Paris, forma parte de los actos conmemorativos por el 50 aniversario de la muerte del artista y también sirve para conmemorar los 20 años del museo malacitano. Tras su paso por la ciudad natal del pintor, recalará en el museo Guggenheim de Bilbao, donde se podrá asistir al diálogo entre las piezas y los espacios diseñados por el arquitecto Frank Gehry.
La selección de obras, realizada por Carmen Giménez, primera directora del museo malagueño, consta de más de sesenta piezas realizadas entre 1909 y 1964 y pretende subrayar el papel central que tuvo para el artista la representación del cuerpo humano entendido como totalidad y también como fragmento.
Al igual que en el resto de su producción artística, la escultura de Picasso se distingue por la innovación y el uso de técnicas y materiales poco ortodoxos. El desarrollo de su obra se entiende como una alternancia entre el modelado y la construcción, bien en hierro soldado, en madera o chapa de metal, incorporando el vacío como un nuevo elemento que fue crucial para la escultura moderna.
La interrelación que llevó a cabo entre las diversas disciplinas artísticas está presente en los principios cubistas de su pintura que traslada a las tres dimensiones en la escultura; o en el uso de materiales encontrados que al igual que en sus collages, utiliza para crear obras tridimensionales. Dibujos y planos de papel recortado en dos dimensiones se traducen a hojas de metal que se doblan hasta elevar su volumen. La chapa recortada y doblada sería el último material con el que Picasso se define como escultor, que trasladada al hormigón o al acero corten dará lugar a obras monumentales a escala arquitectónica.
Obras destacadas
Uno de los lugares más destacados de la exposición lo ocupa La dama oferente (1933), que ha sido prestada por el Museo Reina Sofía, y que formó parte de un grupo de cinco esculturas que Picasso presentó junto al Guernica en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París de 1937.
Destaca también Mujer en el jardín (1930-1932), que resume en sí misma los postulados cubistas y surrealistas, Cabeza de mujer (1937), realizada en yeso, Mujer con naranja o Mujer con manzana (1934), fundida en bronce, o Cráneo (Cabeza de muerto), un bronce de 1943 realizado en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Se muestran también una serie de figuras pequeñas de bronce realizadas en los años 40 en Boisgeloup, una selección de piezas de manos y cabezas en bronce, ensamblajes de madera pintada creadas en Vallauris, en la Costa Azul, en los años 50, y pruebas con chapa recortada y pintada, como Cabeza de hombre barbudo (1954) o Sylvette (1954).
