'WHAM!': ama a la música, celebra a tu amigo
El documental va más allá de la nostalgia y explica cómo una profunda amistad marcó una época
Pocas veces un documental sobre una banda y una época había sido capaz de transmitir exactamente lo que pasaba afuera y adentro del escenario como WHAM!, la producción que recientemente se ha estrenado en Netflix, prácticamente sin promoción. Se trata de una celebración de la vida, un mundo de colores fluorescentes y pantalones cortos que deja en pañales a Barbie y Ken.
El director Chris Smith expone de manera correcta el inicio, auge y final de la agrupación, aunque esto no es realmente lo que le distingue de otras producciones de su tipo. Lo que tiene este trabajo como columna vertebral es, por más cursi que suene, la radiografía del valor de la amistad. De hecho, «el valor de la amistad» bien podría haber sido la letra de uno los tantos temas pegajosos de Wham!, que conquistaron a la juventud por una mezcla de divertimento, despreocupación y glamour (mucho cabello y bronceado de máquina).
Gracias a un dinámico montaje y detallado archivo histórico, se hace obvio que Wham! no habría existido sin la fe de Andrew Ridgeley en la banda y específicamente en su amigo de la infancia. La conciencia sobre su nacimiento como proyecto y posteriormente en lo que se convirtieron es lo que impulsa la transformación de oruga a mariposa de George Michael. Y esa es la esencia del documental: un precioso viaje que va contracorriente con lo visto antes, es decir, con las manidas historias de celos, egos y peleas que rodean a la música.
Claros y oscuros
El documental es tan engañoso como las propias letras que escribía Michael: siempre había una línea en la que daba pistas de sus contradicciones. Fue una manera de liberar toda la tensión que le generaba esconder su homosexualidad. Al mismo tiempo, mientras el compositor de ascendencia grecochipriota luchaba para aceptar su identidad sexual, Ridgeley le brindaba todo el apoyo y trataba de robarle el foco precisamente para que la intimidad de su compañero no saliera a la luz.
Es cierto, cuando lo vemos en retrospectiva, que Michael tenía otros ademanes. Además, por los atuendos que escogía y su manera de interpretar algunos temas -sobre todo cuando la cámara captaba su hermoso rostro- emanaba una energía sexual diferente. Pero eran tiempos en los que el espectador y la sociedad asumían la heterosexualidad como principio. Por otro lado, el dúo lo pasaba bien, y así lo transmitía sin intentar transgredir. A pesar de la obsesión por los torsos desnudos, dominaba la candidez, por eso pudieron presentarse en algunos programas infantiles antes de conquistar al gran público.
Como testimonio histórico, resulta muy doloroso comprobar que ese esfuerzo por esconder su homosexualidad, además de las críticas iniciales por parte de expertos musicales, tuvo un impacto muy negativo en la vida Michael. Por eso era incapaz de disfrutar completamente del éxito. Como él mismo lo señala, no podía creer que estaba a la altura de cualquier icono pop de la época, como Madona o Michael Jackson a pesar de que Elton John lo consideraba un genio. Un caso típico del artista inseguro para el que un éxito, dos o 10 no era suficientes.
La forma y fondo
Chris Smith, productor de Tiger King, ha dirigido documentales muy interesantes, como Jim & Andy, el seguimiento a Jim Carrey tras adoptar el personaje del comediante Andy Kaufman en el set de Man on the Moon (1999). O la seis veces nominada al Emmy, Fyre, que narra la mayor estafa mundial sobre un festival de música que nunca llegó a realizarse.
A diferencia de esos dos trabajos, que revelan muchos detalles poco conocidos sobre un hecho puntual, en WHAM!, Smith le da sentido a una historia popular, pero le brinda más contexto, usando audios viejos de Michael y otros de reciente data de Ridgeley para explicar el éxito, la vigencia y el alcance de una agrupación cuyo legado básicamente se reduce a cuatro años.
Hay un nombre que pasa desapercibido en este trabajo, pero es clave para que todo encaje: Simon Half, productor experto en documentales musicales, que tiene en su repertorio joyas como Oasis: Supersonic (2016) o George Michael: Live y London. A él se debe que la película también se disfrute, impulsando la nostalgia que renace al volver a escuchar «Wake Me Up Before You Go-Go» y «Club Tropicana».
Como punto débil del documental, habría sido muy interesante contar con alguna información que pudieran brindar Helen ‘Pepsi’ DeMacque y Shirlie Holliman. Ellas, que dieron sus voces para diferentes hits, no hablan en este trabajo. Esto a pesar de que las dos continuaron trabajando, formaron un dúo que publicó dos discos (el segundo producido por el propio Michael) y siguieron en el ambiente musical, haciendo coros para la ex Spice Girl Geri Halliwell y algunas presentaciones del propio Michael, entre otros artistas.
Sin embargo, si vemos a WHAM! como la celebración de una amistad, entonces entendemos la decisión de los productores de centrarse en Ridgeley y Michael, que juntos fueron la voz de una época. Dos amigos que salieron de un garaje pueblerino a conquistar China. Y no, no es una metáfora, porque la agrupación supuestamente de talento epidérmico, terminó abriendo el mercado del gigante asiático a los músicos occidentales. Un legado no menor para aquellos dos jóvenes que bailaban con las rodillas al aire.