THE OBJECTIVE
MONKEY BUSINESS

Capítulo 12: Spinout

THE OBJECTIVE publica en exclusiva y por entregas la nueva novela del escritor Álvaro del Castaño. Cada día, un nuevo capítulo de un thriller de acción electrizante que, a su vez, es un espejo que refleja la realidad que a menudo preferimos ignorar

Capítulo 12: Spinout

Ilustración de Alejandra Svriz.

Gracia y Ricardo llegaron al Spinout Bar de Bonaire, donde habían quedado con Miguel. El lugar era emblemático en la isla, pues estaba ambientado con temática surfera, y el dueño era un mítico campeón del mundo del windsurf. Allí es donde se reunían todos los aficionados adultos al deporte de la tabla de la zona. En el Spinout no había reuniones de negocios ni nada que se le pareciese, y era el último lugar en la tierra donde alguien iría a buscar a un grupo de espías internacionales. 

Durante el trayecto desde el hotel al bar, ambos habían puesto en práctica todas las técnicas de contra seguimiento que conocían para asegurarse de que nadie les podía seguir. Bonaire era un sitio pequeño y obviamente todo el mundo se conocía, por lo que Gracia y Ricardo eran conscientes de que era imposible no ser presa de los ojos de los chivatos y observadores a sueldo de cualquier cuerpo de vigilancia. Pero al menos, evitando ser seguidos y quedando en un bar fuera de cualquier ruta formal, compraban un par de horas hasta que les volvieran a localizar.

—¡Hola, Miguel, veo que no has perdido el tiempo, ya llevas un par de cervezas y un tequila entre pecho y espalda! —dijo Ricardo socarronamente.

Miguel se levantó del taburete en el que estaba sentado y, de repente, Gracia se dio cuenta de la verdadera envergadura del agente de la CIA. Su primera impresión al verle en persona fue que era realmente un tipo guapísimo. Su pelo rubio despistaba un poco sobre su procedencia caribeña. Tenía una espalda como un armario, brazos fuertes y unas preciosas manos finas, pero muy masculinas. Sus movimientos no eran de un torpe fortachón, sino que eran elegantes y suaves, bien coordinados y decididos. A Gracia le volvieron a temblar las piernas, igual que le ocurrió la primera vez que le vio a través de videoconferencia. La única diferencia es que ahora ya no había factor sorpresa. Miguel la agarró de la mano en un correcto apretón de manos formal, pero luego hizo un amago de besársela, todo muy caballeroso, y acompañado de un toque burlón que hizo que la situación fuera realmente simpática. A Gracia se le hizo un nudo en la garganta al sentirle tan cerca. Notó que despedía un aroma de agua de colonia seca y potente, muy atractiva. 

Urruti enseguida se percató de la tensión sexual que se estaba fraguando entre ellos dos, y lo lamentó inmediatamente.

—Hola, Ricardo, encantado de conocerte —prosiguió Miguel estrechándole la mano a Urruti—. Me complace mucho trabajar contigo en esta misión. He oído hablar mucho de ti.

—Miguel, gracias, igualmente. Siempre es un placer trabajar con la agencia. Siéntate que te vamos a explicar la situación, porque ya hemos tenido mucha acción y eso que acabamos de llegar a esta maldita isla. Cuando te lo contemos no te lo vas a creer.

Miguel se quedó perplejo mirando a Ricardo. No esperaba que fuera a ser tan directo evitando el intercambio de cortesías de los primeros contactos. Los españoles y los hispanoamericanos siempre construyen la confianza mutua basándose en las relaciones humanas, y las primeras impresiones generadas eran fundamentales. Pero Urruti, que ejercía cuando le daba la gana de vasco de carácter seco, quería ir al grano y se lanzó a relatar el episodio vivido de manera muy sucinta y clínica, sin adjetivos ni apreciaciones, como si fuera un informe de una operación militar.

—Dios mío, Gracia, no me lo hubiera perdonado si te llega a pasar algo. Aquí deberíais de estar bajo nuestra protección, pues es nuestro patio trasero y tenemos ojos en todas partes. ¡Esto se nos ha escapado totalmente, maldita sea! Por otro lado, no me extraña lo que ha ocurrido, porque el régimen chavista y sus aliados cubanos tienen aquí agentes por todas partes. Son tantos que no se sabe si son parte del régimen o soldados del Cartel de los Soles. Ambos son intercambiables, porque sus líderes parecen ser los mismos y porque lo que es propiedad del Estado lo es también del cartel, aunque no al revés. Las finanzas de ambos están interconectadas y aquí es donde radica el poderío financiero del narcoestado de Venezuela.

—Exactamente, Miguel —interrumpió Gracia—. Aquí está la clave de toda esta madeja, de este complejo sistema que es una de las piezas que subyace en el acuerdo tripartito que estamos investigando. Parafraseando a Churchill cuando hablaba sobre Rusia: este extraño acuerdo diplomático es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma, pero quizá haya una clave. La clave es el interés nacional del que salga ganando.

Miguel la observó gratamente sorprendido. Su erudición la hacía aún más atractiva.

—Está claro que el régimen chavista está involucrado en este tema hasta las cejas, y también su alma gemela, el cartel. Sé que no tiene sentido que Venezuela esté jugando un papel en un acuerdo que no le afecta ni de lejos. A Venezuela no le va ni le viene el tema de Gibraltar, Ceuta y Melilla, Marruecos, Inglaterra y la madre que les parió. Por lo tanto, hay que buscar un nexo común, o alguien o algo que pueda darnos pistas sobre el tema.

Mientras Miguel comentaba esto, Ricardo se revolvió en su silla, como si estuviera considerando exponer una idea pero se resistiera por alguna extraña razón. Gracia se percató de que barruntaba algo, pero decidió darle su espacio y su tiempo para que se explicara en su debido momento. Tras unos instantes, tomó la palabra.

—No os preocupéis, yo sé cómo dar con el nudo gordiano de todo esto. Conozco a una persona que parece reunir en su red de contactos subterráneos muchos de los nexos que comentabais. Se trata de alguien que tiene relación con Gibraltar, con Venezuela, que ha operado en Marruecos en la inteligencia española, y que, por cierto, ha sufrido un inexplicable intento de asesinato muy parecido al de Gracia hoy. Ese hombre es Domingo Badía. 

Al oír este nombre, Gracia y Miguel se miraron a los ojos e intensificaron su atención.

—Si lo pensáis bien —prosiguió Urruti con solemnidad—, Badía sufrió el atentado en Gibraltar, y ha sido la mano derecha de la expresidenta Manzanero, muy cercana al régimen de Venezuela. Estoy convencido que fue víctima del mismo francotirador de hoy. El arma utilizada en aquella ocasión coincide, estoy convencido. Recordemos que Badía cayó herido cuando cenaba con unos ejecutivos de PDVSA.

—Tienes razón, y además, Urruti —interrumpió Gracia—, este sujeto siempre ha sido el fontanero de Manzanero, el hombre ubicado en los bajos fondos del Ministerio del Interior con licencia para delinquir. Y sospechamos que Manzanero tiene una relación contractual con Maduro… vamos que… está a sueldo del chavismo. Por lo tanto, creo que tienes razón Ricardo… Y deja que lo diga yo antes de que tú lo hagas, el tipejo este está metido en este ajo, y por alguna razón alguien ha intentado prescindir de él.

—Pero Gracia —intervino Miguel tratando de seguir la conversación—, este hombre ha desaparecido y va a ser imposible encontrarle si es tan buen agente como dicen las malas lenguas.

—Si llegamos a él tendremos la ocasión de empezar a tirar del hilo de este caso tan complejo. El caso es que como tú dices, igual será imposible encontrarlo ahora.

—Yo puedo localizarle —dijo Ricardo muy seriamente—. Creo que sé dónde puede estar ahora mismo. Nadie más está al tanto, pero yo, por circunstancias que no vienen al caso, sé a ciencia cierta dónde puede estar ese maldito hijo de la gran puta.

Gracia y Miguel se volvieron a mirar a los ojos. Ambos se aguantaron la mirada intensamente, preguntándose cuál sería la clave de todo este embrollo. Finalmente, Miguel cedió en el pulso ocular y dirigió su mirada hacia Ricardo.

—Eres una caja de sorpresas, Ricardo, ¿cómo puedes tú saber dónde está uno de los hombres más buscados de España?

—Nos une una muy larga historia. Empezamos a trabajar juntos, y el destino nos ha mantenido unidos por un vínculo muy especial. Yo sé dónde encontrarle, y creo que sabré cómo convencerle para que hable, si es que él cree que gana algo haciéndolo. Este hombre es un miserable que solo se mueve por sus propios intereses. Pero os aviso, tendré que ir a verle solo, y sin ningún medio de localización. Tengo que guardar secreto absoluto sobre su paradero.

—Por supuesto, Ricardo —dijo Gracia con rapidez, como para distraer el tema de Badía y centrarlo en la misión—. Esta misma tarde nos volvemos a Madrid. Voy a hablar con la ministra y ponerle al tanto de todos los desarrollos, incluso de tu reunión con él. Tú arregla ese encuentro con él y esperamos hasta entonces. 

A Gracia le encantaba dar órdenes y organizar los próximos pasos, pues era una loca de la logística. 

—Y tú, Miguel, te quedas en Bonaire y sigues con la búsqueda de pruebas que liguen a Venezuela con todo esto. Tras el incidente de ayer ya tenemos claro que Venezuela está metida en este embrollo del acuerdo tripartito y que de alguna manera es parte de este. Ahora necesito entender mucho mejor el contexto de las relaciones entre Venezuela, PDVSA y el Cartel de los Soles para poder buscar conexiones entre todos ellos. Sin profundizar en los detalles nunca podremos encontrar pistas que los vinculen. Miguel, voy a pedirle a la ministra que la CIA me envíe un fichero confidencial, un informe detallado que explique todo esto. Sé que esto lo tenéis totalmente analizado y documentado, pero que es información restringida, porque en estos ficheros aparecerán nombres específicos de ciertas personas involucradas que aún no han sido acusadas o detenidas. Ella logrará a través de tu jefe que nos proporcionen la autorización necesaria para acceder al documento rápidamente. Solo así podremos llegar a conclusiones.

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Álvaro del Castillo Comprar

La historia narrada en la presente novela, junto con los nombres y personajes que aparecen en ella son ficticios, no teniendo intención ni finalidad de inferir identificación alguna con personas reales, vivas o fallecidas, ni con hechos acontecidos. Por lo tanto, tratándose de una obra de ficción, cualquier nombre, personaje, sitio, o hechos mencionados en la novela son producto de la imaginación del autor y no deben ser interpretados como reales. Cualquier similitud a situaciones, organizaciones, hechos, o personas vivas o muertas, pasadas, presentes o futuras es totalmente fruto de la coincidencia.

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