Capítulo 21: Ceuta
THE OBJECTIVE publica en exclusiva y por entregas la nueva novela del escritor Álvaro del Castaño. Cada día, un nuevo capítulo de un thriller de acción electrizante que, a su vez, es un espejo que refleja la realidad que a menudo preferimos ignorar
Ruiz Ahmed estaba profundamente melancólico, y eso le desestabilizaba. Quizá era que se estaba haciendo mayor, tenía aproximadamente la misma edad que sus antiguos compañeros de profesión. El encuentro con Badía, al que odiaba cordialmente desde que traicionó a Urruti y abandonó sus principios morales para aliarse con el bando contrario, no había sido como él lo había soñado. Los días anteriores a la reunión del grupo había recreado en su mente todo un enfrentamiento, un discurso de choque lleno de reproches muy bien argumentados contra su enemigo. Pero en el momento clave, cuando le vio entrar con Gracia en el patio de su casa Ceutí, su gallardía se desmoronó, y su corazón se llenó de nostalgia y pena. Pese a sus esfuerzos internos para coger el impulso necesario para el combate, no pudo contenerse y abrazó a Badía sin decir palabra. Quizá el extraño abrazo era en el fondo una muestra de afecto indirecta para su viejo amigo fallecido en el atentado, pero utilizando como médium a su mayor enemigo. ¿Quién podía saberlo? Los sentimientos extremos se rozan. El abrazo de Ruiz Ahmed parecía más el ataque de una boa constrictor, con los casi metro noventa de altura del ceutí, enmarcados en unas espaldas de nadador, y unos largos y fornidos brazos de jugador de baloncesto. El jefe de seguridad derramó unas calladas lágrimas mientras sus brazos estrechaban el menudo cuerpo del traidor. Badía, mudo, no reflejó ningún sentimiento, pues casi había olvidado como se hacía eso. ¿Iría la procesión por dentro?
El recuerdo de sus años mozos, la emoción de rememorar a su amigo fallecido, y el reencuentro con su propio pasado pasaron factura a Ruiz Ahmed. El rapapolvo se quedó en nada más que cariño, aunque algo tóxico, porque anidaba en él un profundo rencor que nunca podría olvidar. Gracias a Dios, por el bien del grupo y el de la situación en concreto, este rencor no había aflorado en esta ocasión. Gracia se emocionó al ver a los dos viejos espías dejar de lado sus caretas de hombres duros. Badía, aunque no había reflejado sus sentimientos de ninguna manera obvia, sí que tenía la guardia baja. Su rostro reflejaba una profunda paz, una serenidad que solo se obtiene cuando se recibe el perdón. Gracia notó antes de la reunión, desde que se vieron las caras ella y Badía, que el traidor acumulaba una tensión emocional. Su arrogancia y su habitual seguridad en sí mismo andaban de capa caída.
Gracia se relajó profundamente al ver que los acontecimientos se desarrollaban sin sobresaltos, aún recordaba la disputa entre Urruti y Badía en la furgoneta instantes antes del atentado, y de ninguna manera quería volver a vivir una escena que le hubiera devuelto a ese trágico instante. Gracias a Dios no hubo pelea de gallos.
—Miguel, el agente de la CIA está al llegar —arrancó Ruiz Ahmed rompiendo el embrujo de ese momento tan extraño.
Paco se lanzó a hablar sin preámbulos, directamente sin establecer ningún prolegómeno conversacional. En su cabeza no había lugar para conversaciones amables. Y, además, era mucho más fácil para el dominio de sus sentimientos tomar el control de la conversación e ir directamente al grano.
—Estupendo, pues pongamos sobre la mesa lo que sabemos y tracemos un plan —dijo Gracia mirando a Badía, a ver si él también se había recompuesto de su bajón emocional—. Ruiz, sabemos que eras un gran amigo de Urruti, y que él confiaba ciegamente en ti. Sabes que andamos metidos en un enorme lío, y te imaginas algo de lo que te vamos a contar, por eso nos has recibido. Pero antes quiero avisarte, vamos a compartir informaciones absolutamente letales para ti, pues dos de las cuatro personas que las conocían han sido asesinadas, y las otras dos, casi mueren también. Por lo tanto, si te hacemos partícipes de este complot estarás en una calle sin salida. Te vamos a poner en peligro personal y profesional. Te vamos a condenar a muerte. Si me escuchas, tu vida va a dar un giro de ciento ochenta grados. ¿Estás preparado?
Ruiz Ahmed perplejo, asintió automáticamente, valientemente, sin pensarlo. Los de su generación eran amigos de los que estaban contigo a muerte, la lealtad era una de las mayores y más espontáneas cualidades que podían atesorar.
—Los caminos de la lealtad son siempre rectos —dijo Ruiz Ahmed citando al escritor británico Charles Dickens.
Gracia entendió el mensaje y pasó a explicarle toda la situación: el origen del pacto tripartito, los sucios roles del Reino Unido, Venezuela, el papel del Cartel de los Soles, las gestiones de Manzanero, las decisiones de Pérez y las intermediaciones de Badía. A continuación, le puso al tanto de los atentados, desde el sufrido por Badía en Gibraltar, pasando por el que evitó milagrosamente Gracia en las Antillas Holandesas, hasta el más reciente de la ministra Montoya, que acabó con su vida y con la del querido Ricardo. Su explicación y su tono fueron totalmente técnicos, asépticos y eficientes, sin un ápice de emotividad, era el reporte de una agente de inteligencia a un colega de la seguridad del Estado de rango superior. El jefe de seguridad de las ciudades autónomas fue escuchando el informe, el análisis y las conclusiones enunciadas por la agente del Agartha sin realizar ninguna pregunta, impertérrito, asimilando el contenido y tomando conclusiones mentales. Su rostro no expresó sorpresa, solamente un profundo interés y esperó al final del relato para emitir algunos comentarios.
—Gracia, debería decir que todo esto es una gran sorpresa, pero a estas alturas nada me sobresalta. Todo encaja a la perfección. Lo primero que tengo que hacer es daros la enhorabuena, pues habéis hecho un gran trabajo. Os felicito. Lamentablemente, la información recibida y el tratamiento que le habéis dado ha tenido como consecuencia la desaparición de la mitad de la célula de Agartha. Ahora ya no tenéis capacidad operativa, y no podéis contactar con el CNI, pues debe de estar totalmente controlado por Pérez y sus secuaces. Habéis hecho lo correcto viniéndome a ver a mí. Mi lealtad hacia Urruti es inquebrantable. Cuando me contactó Badía, tras tantos años sin hablar, supe que el tema era muy importante, porque si no lo fuera nunca se hubiera atrevido a hacerlo. Yo ya conocía los detalles del atentado en Gibraltar y el de la ministra y Urruti. Hasta entonces no los había conectado, pero la llamada de Badía me encendió una chispa en el cerebro.
—La clave ahora es regenerar una célula que nos permita trabajar para esclarecer este tema y sobrevivir —dijo Badía muy bajito, como pidiendo permiso para hacerlo.
—Así es, podéis contar conmigo. La operativa a partir de ahora es muy sencilla: vamos a crear una nueva célula subterránea compuesta por nosotros tres, y apoyándonos en la CIA, y para labores de información y de logística específicas utilizaremos a alguno de mis hombres, pero ellos no sabrán nunca en qué andan metidos, ni quién está detrás de todo esto. Solo conocerán retales de información que unirán a investigaciones en curso. Así nadie sospechará. Siempre pensarán que están al servicio del Estado, por lo que no resultarán nunca un problema.
Paco Ruiz Ahmed había tenido unas semanas de trabajo muy duras. Ceuta había caído en un estado de caos justo después del anuncio del acuerdo tripartito. Los agentes infiltrados allí desde los servicios de inteligencia marroquíes, aliados con muchos de los líderes religiosos locales y controlados por el reino alauí, habían intentado alentar una violenta celebración en las calles de la ciudad. Durante algunos días, elementos operativos de inteligencia marroquíes manipularon a cientos de inmigrantes de esa nacionalidad recién llegados a la ciudad, gente sin recursos, en paro y sin ningún arraigo, para que provocaran revueltas y disturbios. El objetivo era imposibilitar una reacción de la fiel población local contra las noticias. Estas turbas aprovecharon la situación para dedicarse al pillaje y al saqueo de los comercios de españoles. Pese a todo, Ruiz Ahmed había logrado restablecer el orden, gracias a los antidisturbios, pero sobre todo, gracias a la falta de apoyo real de la población local que era totalmente proespañola. Porque se daba la paradoja que, pese a la existencia de una mayoría de religión musulmana, los ceutíes, como sus vecinos melillenses musulmanes, eran profundos defensores de su hispanidad. Los locales rechazaron de plano el acoso nacionalista marroquí y sus sucias maniobras. Pese a que Marruecos se intentaba apalancar en la vía religiosa para ostentar un cierto control sobre sus devotos, no obtuvo ningún éxito, pues la comunidad musulmana se expresaba española convencida. Era casi imposible encontrar un ceutí que no defendiera su pasaporte rojo, contra el verde de Marruecos.
Ruiz Ahmed y sus fuerzas de seguridad dejaban que la inteligencia marroquí se encargara de los imanes y sus templos, pues también luchaban contra un enemigo común: el yihadismo. Dejando a Marruecos controlar los templos musulmanes y a sus líderes religiosos, se aseguraba que nunca se instalase en estas ciudades el radicalismo islámico. Con esta intención y excusa, Marruecos intentaba controlar a la población, combinando la lucha contra los radicales con el intento de imponer una cultura religiosa profundamente promarruecos. Pero hasta en esto habían fracasado. La cercana frontera del Tarajal era, hasta el acuerdo tripartito, la frontera entre la Unión Europea y un país tercermundista, musulmán, totalitarista y profundamente pobre. Nadie en su sano juicio cambiaría un pasaporte por otro. Hasta ahora.
—Me repugna profundamente todo lo que me habéis contado. Han entregado un trozo de España a Marruecos, sin preguntar a su población y sin pedir nada a cambio. Es alta tradición a los españoles y a los ceutíes y melillenses que en ningún caso querían perder la españolidad de sus ciudades. Es entregarlo a un sátrapa. Es condenarnos a vivir en un país tercermundista. ¡Esto debería pagarse con la pena de muerte! —gritó Ruiz Ahmed colérico dejándose llevar por sus emociones—. Pero lo que más me intriga, y lo que me hace pensar que aún hay gato encerrado, es el tema del atentado yihadista contra la ministra. Porque en la actualidad no tenemos ninguna información sobre la existencia de células yihadistas marroquíes y menos que tuvieran la capacidad operativa para hacer algo así. Esto no era poner mochilas bomba, eso lo aprende cualquiera por internet. Aquí hablamos de un atentado mucho más sofisticado y ejecutado en una de las zonas más vigiladas de España, el triángulo Moncloa- El Pardo -Zarzuela. Desde el 11M Marruecos tiene absolutamente controlada a la población y a todos los potenciales terroristas, y está infiltrado en todas las organizaciones cercanas a ellos. Es imposible que se cometa un atentado de estas características en la actualidad. Y lo que es aún más increíble, es que el mismo rey de Marruecos, alguien que nunca se rebaja a este tipo de cosas, haya otorgado y confirmado la coartada yihadista al Gobierno de España. No, esto no se lo cree nadie. Este atentado, o ha sido perpetrado por agentes marroquíes en connivencia con agentes españoles, o tiene que venir preparado por agentes venezolanos o ingleses. Ahora cuando venga Miguel podremos aclarar si la CIA tiene alguna pista sobre la autoría del atentado.
Miguel entró por la puerta de la calle que daba directamente al patio tras pasar por un oscuro descansillo. Iba andando con su paso militar, típico de persona inquieta que siempre quiere llegar antes de tiempo. Su característica sonrisa iluminaba su cara enseñando su colección de dientes perfectos y un par de hoyitos en sus mejillas que le brindaban un aspecto simpático y pillo. Su mirada de ojos claros se dirigió primero a Gracia, como si quisiera localizarla a ella primero para dejarle claro que era la más importante de la reunión. Lo hizo con cierto descaro, pero con el desparpajo hispano que le caracterizaba.
La casa de Ruiz Ahmed era una de las joyas del art decó del centro de Ceuta, uno de los vestigios del boom económico y demográfico que experimentó la ciudad entre principios del siglo XX y 1960, donde la población se multiplicó por cinco al establecerse al Protectorado Español de Marruecos en 1912. A Gracia le había sorprendido enormemente la riqueza de la arquitectura de una ciudad medio abandonada por la península. Porque Ceuta estaba repleta de descubrimientos arqueológicos de todo tipo, pues había sufrido muchas ocupaciones desde los romanos y había restos fenicios, meriníes, portugueses, murallas, fortificaciones, baños árabes, restos prehistóricos y de la época califal. Una extensa representación arqueológica que a veces eclipsaba las joyas invisibles del art decó ceutí, como era la casa de Ruiz Ahmed. Su familia era ceutí de pura cepa, españoles descendientes del gobernador militar de la zona, y en la actualidad ricos propietarios de varios hoteles turísticos en las ciudades autónomas. La peculiaridad que les distinguía del resto de la sociedad de la época era que su padre había roto con los convencionalismos sociales en su momento. Había cometido la osadía y excentricidad de casarse con una musulmana de origen marroquí, hija de un cónsul honorario de Marruecos en la ciudad. En su momento fue todo un escándalo que alejó a la familia del epicentro social y político de la época, pero aquello había convertido a su hijo en un perfecto híbrido cultural, que le dio enormes ventajas a la hora de entrar en los servicios secretos españoles. Desde entonces, sus contactos con Marruecos eran extraordinarios, porque le veían como un activo al que se debía cuidar, dada su inteligente sensibilidad para mantener relaciones extraoficiales muy valiosas. Pero las lealtades de Ruiz Ahmed estaban clarísimas en su cabeza y en su corazón. Ese pretendido doble juego con los marroquíes le daba un acceso de un valor incalculable a los servicios secretos alauís.
Miguel se acercó al corrillo de sillas donde estaba el grupo charlando al aire libre, y dejó su mochila con enorme esmero al lado del asiento que le había sido reservado. A Gracia le sorprendió el cuidado inusual que puso al posarla en el suelo, y casi le hizo sonreír, pues parecía una reacción más propia de un niño del colegio que de un fornido agente de la CIA. Miguel se acercó a Gracia y le plantó dos besos en la mejilla. Después saludó calurosamente al resto de componentes de la reunión.
Gracia tomó la palabra inmediatamente, y se dispuso a resumir la conversación que habían mantenido, resaltando todos los puntos realmente interesantes para el americano. Tras explicar las conclusiones le puso al tanto de los últimos planes.
—Miguel, de todo lo que te acabamos de contar, lo único que no nos encaja aún es el papel de Marruecos en toda esta historia. Necesitamos aclarar por qué son ellos los ganadores con la entrega de las ciudades autónomas, queremos saber las razones por las que el Gobierno del rey Gamal Abdel, con él a la cabeza, han dado una coartada exagerada al Gobierno de España en el atentado con coche bomba, incluyendo la aparición televisiva del rey. Es verdad que a este Gobierno le tiemblan las piernas con Marruecos, y sobre todo con tu país, los Estados Unidos, porque el cambio reciente de nuestra estrategia sobre el Sahara ha sido vergonzoso. Todos sabemos que Estados Unidos está detrás de toda esa componenda que ha dejado en ridículo a la diplomacia española.
Miguel pareció sorprendido por la cantidad y calidad de información concreta y correcta que manejaba el grupo. Pareció dudar unos instantes antes de contestar a Gracia, como si estuviera evaluando la situación y se dispusiera a racionar las palabras que iba decir. Se puso muy serio.
—Increíble, Gracia. Estoy impresionado, enhorabuena por vuestras investigaciones. Te puedo asegurar que la CIA no maneja ninguna de estas hipótesis, aunque sí que conoce algún intercambio de inteligencia entre las partes del acuerdo tripartito, y cómo no, como hablamos en Bonaire, de la participación de Venezuela en este asunto. Nosotros manejamos información que apunta alguna hipótesis sobre el papel de Marruecos en este asunto, pero no hemos podido llegar a conclusiones concretas. Disponemos de unas pistas que van a hacer encajar muchas de estas preguntas.
Miguel, antes de continuar con su revelación, sacó una cajetilla de tabaco, extrajo un cigarrillo y lo encendió, dando una profunda calada antes de continuar.
—El Mossad israelí nos ha confirmado que el software Pegasus alberga un factor en su interior que detecta el uso que le da cada uno de sus compradores. Porque si no lo sabéis, os lo cuento yo ahora mismo, Pegasus fue desarrollado por una de las empresas del círculo del Mossad, básicamente una tapadera de la inteligencia israelí para elaborar un software de espionaje que albergase en su interior algo perverso, un pequeño malware. Es decir, que el Mossad sabe perfectamente para qué lo utiliza cada comprador, sean empresas o servicios secretos de cualquier país. Este detector se halla insertado en su código de programación y nadie hasta el momento es consciente de ello. Por lo tanto, los israelíes controlan todo. Desgraciadamente para ellos, no consiguen conocer el contenido de la información que se obtiene con el programa, pero sí que saben a ciencia cierta qué terminales infecta. ¿Y a que no sabéis quién fue uno de los primeros compradores de Pegasus y para qué lo ha utilizado recientemente? —la sonrisa de Miguel se hizo todavía más marcada y excitante. Estaba claro que estaba disfrutando de la atención que estaba levantando ante la revelación que iba a realizar.
—Miguel, voy a responder a tus dos preguntas sin miedo a equivocarme. Ahora entiendo casi todo. A tu primera pregunta respondo Marruecos y a tu segunda el teléfono del presidente del Gobierno español, el maldito Pérez. ¿Me equivoco? —Ruiz Ahmed era muy rápido, pero también estaba muy bien informado, y al escuchar las palabras de Miguel consiguió juntar en su cabeza pistas que almacenaba allí desde hacía tiempo, pero que eran inconexas hasta ese momento.
—Ciertamente parece más que una posibilidad —dijo Badía que se había mantenido muy callado desde entonces—. Podría decirse que los servicios secretos marroquíes accedieron al móvil del presidente, y que lograron obtener una información suficientemente valiosa para chantajear al Gobierno, o quizá a Pérez. Lo que no sabemos es qué información era tan valiosa para que el presidente se haya visto entre la espada y la pared, llevándole a realizar una traición histórica a su propio país.
—Bueno —dijo Gracia de carrerilla—, de este hombre se puede esperar cualquier cosa. Ya traicionó a las víctimas del terrorismo aliándose y blanqueando al partido filoetarra que sostiene su Gobierno. También indultó a los golpistas independentistas pertenecientes a los partidos que sostienen su coalición gubernamental. Luego redujo las penas con las que se castiga la secesión y la malversación tras la presión de sus socios independentistas de gobierno. Y todo esto exclusivamente para mantenerse en el poder. Todo para seguir siendo presidente del Gobierno de España.
—Esto cada vez es más grave —continuó Ruiz Ahmed—, este tipo no tiene límites. Si se entera alguna vez la prensa, si vivimos para contarlo y los medios se atreven de verdad a publicarlo, no habría palabras suficientes para ponerle un título al escándalo del que estamos hablando. Aunque quizá podríamos bautizar esta exclusiva como el escándalo del Tripartitogate.
Con este comentario tan acertado e ingenioso consiguió que el grupo estallara en carcajadas. Cuando la tensión y la emoción están al límite, hay un estrecho margen entre la risa y el llanto.
—Dejadme que analice todo lo que hemos hablado hoy —empezó resumiendo Paco Ruiz Ahmed—. Sabiendo el nivel de urgencia y discreción con el que tenemos que actuar, me comprometo a diseñar un plan para comprobar y obtener la información que nos falta para cuadrar toda esta película: primero qué información se jaqueó, segundo, obtener pruebas irrefutables al respecto. Solo con ella podemos hacer caer esta red de corruptos, y por ahora solamente tenemos especulaciones inteligentes, pero no tenemos nada con lo que provocar una crisis. Puede que acabemos siendo asesinados y yendo a la tumba con la información de corrupción política internacional más importante de toda la historia. Esta es una historia que tiene todos los componentes para una película de Hollywood: corrupción política, terrorismo, acción sin límites, asesinatos, blanqueo de dinero, tráfico de drogas, y todo en el epicentro de poder de la vieja Europa. Bueno, falta algo de sexo… —dijo cómicamente Paco mirando a Miguel—. Ahora solo nos queda saber cómo termina la película.
—De acuerdo Paco, tú tienes los contactos para saber cómo sacar información a los servicios de inteligencia marroquíes que son los únicos que pueden hablar. Lo dejamos en tus manos. Nosotros nos quedamos por aquí y esperamos tus noticias —afirmó Gracia con ilusión, pero poca convicción.
La historia narrada en la presente novela, junto con los nombres y personajes que aparecen en ella son ficticios, no teniendo intención ni finalidad de inferir identificación alguna con personas reales, vivas o fallecidas, ni con hechos acontecidos. Por lo tanto, tratándose de una obra de ficción, cualquier nombre, personaje, sitio, o hechos mencionados en la novela son producto de la imaginación del autor y no deben ser interpretados como reales. Cualquier similitud a situaciones, organizaciones, hechos, o personas vivas o muertas, pasadas, presentes o futuras es totalmente fruto de la coincidencia.