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Cultura

Cuando las Indias cruzaron el Atlántico

Mira Caballos ofrece una visión muy original en ‘El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo’

Cuando las Indias cruzaron el Atlántico

Cristóbal Colón. | Wikipedia

Uno de los efectos no deseados del procés catalán fue el gran impulso que recibió el nacionalismo español desde las perspectivas más variadas, especialmente el más rancio y el más tradicionalista. Fuera de lo estrictamente científico e incluso más allá del debate político, la historia y las ciencias sociales, especialmente en su vertiente más propagandista y divulgativa, se convirtieron en un campo de batalla dialéctico para contraponer experiencias y puntos de vistas radicalmente enfrentados. 

Si de un lado se reivindicaban de forma victimista las consecuencias más dramáticas del 11 de septiembre de 1714, llegando sus repercusiones incluso a los estadios de fútbol de Cataluña y España, del otro se rechazaba frontalmente la leyenda negra, a la que se caracterizaba como un ataque frontal contra España y sus esencias más profundas. Se llegó a tales extremos que incluso el Institut Nova Història (INH) aseguró que Cristóbal Colón, Miguel de Cervantes o Bartolomé de Las Casas, entre tantos otros, eran catalanes.

Pero, en ambos casos, el enfrentamiento entre el nacionalismo español y el catalán dio lugar a idealizaciones, exageraciones y mitificaciones desmesuradas, cada uno intentando llevar agua a su molino. Para unos, por ejemplo, la catalanidad y la nación catalana hunden sus raíces en plena Edad Media y, para otros, España, en todo su esplendor, fue el agente civilizador que llevó la libertad, la religión, la lengua (el español) y la cultura a los indígenas atrasados del Nuevo Mundo.

Muchas de las guerras culturales que nos zahieren hoy en día tienen su origen en aquellos años y en el deseo de muchos, en la senda de la cancelación, de eliminar para siempre a unos enemigos incómodos. El gran suceso editorial de obras como Imperiofobia y leyenda negra. Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio Español, de Elvira Roca Barea, con más de 40 ediciones, se explica precisamente por la gran polarización presente en aquellos momentos. 

Incluso el argentino Marcelo Gullo, con las 13 ediciones de su Madre patria. Desmontando la leyenda negra desde Bartolomé de las Casas hasta el separatismo catalán, supo ir a rebufo del éxito anterior, sacándole un buen rédito a unos juegos florales tan virulentos como descalificadores, pese a aportar pocos o ningún elemento novedoso al debate. El título de su obra más reciente, Nada por lo que pedir perdón: La importancia del legado español frente a las atrocidades cometidas por los enemigos de España, da buena cuenta de su afán arbitrista.

Incomprensión y barbarie

Era tal la necesidad de recalcar la importancia del ser español y el deseo de defender la causa de España que muchos lectores compraban lo que fuera con tal de ratificarse en sus puntos de vista. Incluso un personaje otrora tan radical, como Alfonso Guerra, prologó Madre Patria de Gullo, pese a que éste abreva en lo más granado y rancio del nacionalismo argentino situado más a la derecha.

Por eso es muy agradable y vivificante, en medio de una discusión estéril, generalmente sustanciada con más ruido que argumentos, leer a un historiador, a un profesional de la historia, como Esteban Mira Caballos (Carmona, 1966) y su obra El descubrimiento de Europa. Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo (Crítica, 2023). Mira Caballos es autor, entre otros tantos libros, de una excelente biografía de Hernán Cortés, donde desnuda al conquistador, presentándolo con sus luces y sombras, con sus grandezas y miserias, como un personaje contradictorio como todos los grandes hombres que forjaron la historia.

Retrato de Hernán Cortés. | Wikipedia

Su discurso lleno de matices se abre paso en esta historia singular del descubrimiento y conquista de América por parte de los europeos, junto con la particular visión que los indígenas se forjaron de los nativos de Europa y de su realidad. Como dice Mira Caballos: «La barbarie es fruto de la incomprensión del otro, y tan bárbaros los veían los europeos a ellos [los indígenas] como estos últimos a los europeos».

Este proceso inverso, especialmente el que transcurre desde fines del siglo XV y en la primera mitad del XVI, es analizado desde un ángulo diferente al tradicional: el de los indígenas y mestizos que por diversos motivos debieron viajar a Europa, especialmente a la Península Ibérica. Si bien no es intención de Mira Caballos cargar contra la leyenda negra, ni tampoco convertirse en defensor de algunos de sus extremos, es capaz de situar correctamente algunas cuestiones vitales como la de la esclavitud indígena y la presencia de esclavos americanos en diversas ciudades españolas. 

Obviamente que su número no llegó ni remotamente a equipararse al de los africanos vendidos en América, pero varios miles de originarios de América llegaron tanto a Sevilla como a Lisboa, y muchos se vendieron en sus mercados esclavistas. Como en el caso de los africanos explotados en el Nuevo Mundo, la gran mayoría de los siervos indígenas que debieron trabajar en Europa debió desempeñarse en durísimas condiciones.

El descubrimiento americano del Viejo Mundo también incluye cuestiones destacadas como el legado indígena, especialmente de sus élites, en la cultura española y su presencia en el arte de la época. Otro tema importante es el rol de la Iglesia católica durante la conquista y colonización y el papel jugado por los eclesiásticos, todo lo cual repercute de una manera decisiva en el paso de muchos indígenas por la Península e incluso en su actuación, cuando tocaba, ante instancias políticas y judiciales de la administración imperial. 

Enfoque comparado

Un personaje del que también se ocupa nuestro autor es Bartolomé de Las Casas, apuntado por algunos de sus censores más feroces como la misma encarnación del mal y un autor esencial en la invención de la leyenda negra. De alguna manera, los críticos actuales del dominico son continuadores de aquellos conquistadores y plantadores españoles que dirigían su ira contra los religiosos que defendían a los indígenas y la preservación de sus vidas y su cultura.

Bartolomé de Las Casas

Mira Caballos define las ideas del obispo de Chiapas como poco originales, las ideas de alguien que no inventó nada, pero pese a ello fue un gran luchador por los derechos indígenas: «Todo el pensamiento crítico de los dominicos se fraguó años antes de la aparición en escena del que sería su máximo valedor, fray Bartolomé de Las Casas. No olvidemos que este sevillano no profesó esta regla hasta 1522. Las Casas fue un incansable defensor de los indígenas, que insistió en todo momento en la injusticia de cualquier guerra contra los naturales». 

Una de las principales virtudes de la obra de Mira Caballos es su preocupación por incorporar a su investigación un enfoque comparado. Por eso presta especial atención al trato dado por ingleses, portugueses y franceses a los indígenas que llevaban desde sus colonias a las metrópolis. Pero, no para insistir en la superioridad ética y moral del imperio español frente a otros imperios de la época, sino para presentar la empresa del descubrimiento y conquista como una empresa europea.

En ella, obviamente, Castilla, y España, jugaron un papel esencial pero no único ni, tampoco, radicalmente distinto al desempeñado por sus vecinos de entonces. Pese a la afirmación de que las Indias no eran colonias, las posesiones españolas en América se ajustaban en buena medida a la matriz colonial de entonces. De alguna manera eran como las meigas, haberlas haylas.

Carlos Malamud es catedrático emérito de Historia de América de la UNED. Investigador principal de América Latina del
Real Instituto Elcano.

El descubrimiento de Europa: Indígenas y mestizos en el Viejo Mundo
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