Agustín Fernández Mallo regresa con un homenaje a la memoria de su padre
El escritor recupera la vida de su progenitor y de una generación en ‘Madre de corazón atómico’, su novela más personal
Muchos grandes autores han escrito sobre la muerte de sus progenitores, la lista es muy larga, por eso quizás en un inicio sorprenda a más de uno que Agustín Fernández Mallo haya elegido este tema para su último libro ya que desde la trilogía Nocilla el autor gallego ha sido siempre de presentar propuestas anómalas. La lectura de Madre de corazón atómico (Seix Barral, 2024) explica semejante misterio: se trata de un tema clásico con el enfoque propio del autor, la mezcla de ciencia y poesía que ha sido bautizada como post-poesía, de modo que el resultado final genera el mismo resultado que sus novelas anteriores como El libro de todos los amores (Seix barral, 2022) y que a su vez evoca la labor ensayística de los últimos años por la que recibió el I Premio de ensayo Eugenio Trías (Teoría general de la basura, La mirada imposible y La forma de la multitud).
El punto de partida del nuevo libro es 1967, antes del nacimiento de Agustín Fernández Mallo, cuando su padre, originario de un pequeño pueblo leonés, veterinario de profesión y firme creyente en la ciencia y el progreso, se embarcó en un viaje pionero por Estados Unidos con el objetivo de traer una veintena de vacas en avión hasta Galicia. Medio siglo después, será el escritor quien realice su propio periplo por tierras americanas, tratando de reconstruir los pasos de su progenitor antes de que éste pierda la memoria.
Madre de corazón atómico recorre un siglo de historia de nuestro país a través de una red de leyendas familiares y de gente anónima que ha vivido la guerra civil, la posguerra, la democracia y el cambio de siglo. Es un libro para entender la muerte («tras 12 años escribiendo estas páginas llegas a una inesperada y magnífica conclusión: la muerte es una clase de resurrección, no es un final sino un punto de partida, el muerto reaparecerá, se hará presente en tu vida muchas veces y de mil formas distintas») y una carta de amor a toda una generación que pasó por las inclemencias de una posguerra pero mantuvo viva la fe en el progreso, escrita con el afecto propio de un hijo.
Quedamos para charlar con el autor al inicio de su gira de presentación y comentamos la reciente muerte de Paul Auster por las sintonías que hay entre su libro La invención de la soledad, sobre la muerte del padre, y el de Fernández Mallo. El proceso, se explica en el libro, es complicado de resumir porque implica más de una década de pruebas: «En realidad es un proceso de 12 años y entonces pasa por muchas fases y formas, no hay un punto clave, lo que hay es la voluntad de no ponerme yo como escritor por encima de la historia que quiero contar. Hay varias anécdotas que podrían ser material de novelas experimentales pero yo no quería hacer un alarde literario, quería contar la historia de una persona y como viví con ella, y ese tono he tardado en encontrarlo doce años porque fue muy difícil, pero finalmente estoy muy satisfecho».
Cuando le planteo que la muerte del progenitor es un tema muy clásico Fernández Mallo contesta sin dudar que sabía que con la peculiaridad con la que ve el mundo iba a ser el libro una cosa bien distinta, además de la peculiaridad de la vida de su padre que fue pionero en muchas cosas de su profesión, y que en ningún momento quería que fuera el suyo el típico libro de duelo. En este se habla mucho de la muerte en términos del mundo de la termodinámica y huye de cualquier tipo de metáfora religiosa: «Me interesan muchísimo las religiones por la antropología. El ser humano es un ser religioso por naturaleza, no hay ninguna cultura conocida que no tenga alguna clase de religiosidad, pero no me interesaba para analizar la muerte de mi padre. Sí me interesaba analizar otras cosas que tienen que ver algo con lo religioso, por ejemplo la idea que planea durante el libro de que en realidad cuando alguien muere no muere, es que resucita en tu cabeza porque se reconstruye de otra manera, esa me pareció una idea potente que yo descubrí con esa muerte, nunca había pensado eso hasta que lo viví».
La cara b de la realidad
En este libro, y en muchos de los anteriores, puede verse como Fernández Mallo continuamente idea planes y excursiones que mezclan la trayectoria vital con la literaria, como por ejemplo rutas de escalada que sirven para desarrollar un ensayo o indicaciones médicas que sirven para un poemario: «Todo lo que escribo tiene que ver con la poesía, o con confeccionar un poema. Entonces todos mis ensayos para mi son poemas disfrazados de ensayos, todas mis novelas son poemas disfrazados de novelas y cuando escribo poesía por supuesto es poesía. Yo afronto cualquier narración con la misma incertidumbre con la que afronto escribir un poema, no sé donde voy, me voy guiando de los estímulos que voy recogiendo de mi día a día».
Añade: «Habrás visto en el libro que mi padre me transmitió la idea de que la propia realidad ya es lo suficientemente fantástica si sabes ver su cara b como para tener que inventarle fantasía. No me leía cuentos infantiles pero si me hablaba de la tabla periódica como si fuera la cara b de la realidad, como cuando de pequeño me describe la portada de Atom heart mother de Pink Floyd y se fija en lo que nadie se fijaba (la raza de la vaca). Yo estoy atento en el día a día a la cara b de la propia realidad, eso es mantener una sensibilidad al acecho de forma natural».
Finalmente, quiero destacar junto al novelista que Madre de corazón atómico es una carta de amor, pero Fernández Mallo me dice no querer generalizar: «Mi libro más que una carta de amor es un homenaje a alguien de una época que ha vivido en un mundo que ya no existe, pero que a mi me ha transmitido cosas para vivir mejor: por ejemplo la no sobreprotección. Hoy en día los padres están todo el rato preocupados por si cruzan una calle o no, nosotros nos íbamos a varios kilómetros caminando y no pasaba nada, y era un mundo igual de peligroso que este, lo que pasa que la gente vivía con menos miedo. Y si te fijas en el libro planea la idea de que no hay que tener miedo a hacer cosas, no hay que tener miedo a coger un avión, y coger vacas en Estados Unidos y traerlas volando, y eso se une a la idea de progreso que él tenía».