George Harrison, la vida más allá de los Beatles
La documentada biografía escrita por Phillip Norman ofrece una visión completa y contrastada del músico
Lo llamaban «el Beatle tranquilo» y tenía cierta aura de enigmático. Ahora la biografía George Harrison. Beatle a su pesar (Libros Cúpula) de Phillip Norman trata de descifrar el enigma. El autor es probablemente la persona que más sabe del periodo glorioso del pop británico; ha escrito libros sobre John Lennon, Paul McCartney, Mick Jagger, Elton John, Eric Clapton, los Beatles y los Rolling Stones, y eso se nota para bien en su muy documentada aproximación al personaje.
A Harrison le tocó en los Beatles un papel similar al de Brian Jones en los primeros Rolling Stones. Tenía ambiciones como compositor, pero la apisonadora Lennon-McCartney -equivalente a Jagger-Richards en el caso de los Stones- apenas le permitía lucirse y lo condenaba a ser un segundón. En el caso de Jones, la frustración, unida a sus adicciones y excesos, acabó de manera trágica cuando apareció ahogado en su piscina con solo 27 años. George Harrison sobrevivió a esa edad y también a los Beatles, desarrolló una posterior carrera en solitario y se metió en la aventura empresarial de convertirse en productor de cine.
En 2011 Martin Scorsese le dedicó el magnífico documental George Harrison: Living in the Material World, que reivindicaba su talento. La biografía de Norman da una visión más completa, con más claroscuros. Les propongo un repaso a su figura en diez pinceladas.
Perder la virginidad en Hamburgo
Antes de convertirse en estrellas, los incipientes Beatles se ganaron la vida en un barrio prostibulario de Hamburgo, tocando para marineros americanos y lumpen local. Vivían en pésimas condiciones y dormían en literas en la misma habitación. George era menor de edad, por lo que terminó deportado, lo que puso fin a la aventura alemana del grupo. Pero antes de volver a casa, perdió la virginidad en Alemania, tal como recordaba el propio músico: «Mi primer polvo fue con Paul, John y Pete Best mirando. En realidad, no podían verme porque estaba debajo de las sábanas, pero cuando terminé aplaudieron y me vitorearon. Al menos guardaron silencio mientras lo hacía».
La foto del vaso de agua. ¡Un Beatle cabreado!
Brian Epstein, el mánager de los Beatles, controlaba con mano de hierro la carrera de los cuatro de Liverpool. Tenía tanto poder que se lo llegó a llamar el quinto Beatle. Eran tiempos en que las estrellas del rock todavía no competían por ver quién destrozaba más habitaciones de hotel en las giras y quién era más grosero con la prensa. En la beatlemanía todo eran sonrisas y secretos bien guardados. Por ejemplo, se ocultó que Lennon estaba casado y tenía un hijo para no decepcionar a las fans. Epstein era un maestro en el arte de la ocultación, porque era gay en una época en que en Inglaterra todavía era delito. Para la gira americana de 1964, contrató como jefe de prensa a Derek Taylor, al que la situación se le fue de las manos en una velada en el Whisky A Go Go de Los Ángeles. Durante un encuentro de los cuatro con la voluptuosa actriz Jayne Mansfield, Harrison, harto de los fotógrafos que no los dejaban en paz, agarró un vaso de agua y se lo lanzó a uno que, raudo, captó la inaudita instantánea de un Beatle cabreado. Harrison fue el primero en hartarse de las giras, la histeria de las fans y la presión mediática.
Del sitar al gurú. Los Beatles en la India
Todo empezó con un sitar que Harrison se compró en Londres y que acabaron incorporando en la instrumentación de Norvegian Wood en el álbum Rubber Soul. De ahí pasó a tomar lecciones con Ravi Shankar y el siguiente paso fue interesarse por el hinduismo, viajar a la India y buscarse un gurú. El exotismo oriental pegó fuerte en la juventud occidental de los sesenta y por influencia de Harrison los cuatro Beatles acabaron en un retiro espiritual en el ashram de Rishikesh del Maharashi Mahesh Yogui, un tipo bajito y siempre sonriente, que además de meditar también supo sacarles el dinero a esos jóvenes melenudos ávidos de misticismo oriental. Para los otros Beatles la fiebre India fue pasajera, pero Harrison perseveró, tanto en lo musical -siguieron sus colaboraciones con Shankar- como en lo espiritual. Hay un buen documental de 2021, Los Beatles y la India, que retrata este periodo.
Debut triple en solitario
Tras la disolución de los Beatles, George Harrison se vengó del ninguneo al que lo habían sometido Lennon y McCartney. Su álbum de 1970 All Things Must Past fue el más aclamado por la crítica y el más vendido -en Estados Unidos alcanzó el cuarto puesto en Billboard- de los respectivos debuts en solitario de los cuatro componentes del grupo. Además, era un triple elepé, algo del todo inusual. El motivo: tenía montones de canciones en el cajón, entre las descartadas por Lennon y McCartney y las que ya ni les había presentado porque estaba seguro de que no se las rechazarían. Grabó después otros álbumes interesantes –Living in the Material World, Dark Horse, Extra Texture…-, pero nunca superó ese primer estallido de creatividad.
Acusación de plagio… inconsciente
My Sweet Lord, la canción más célebre del tripe álbum, fue objeto de un largo litigio. Se acusó a Harrison de plagiar acordes del tema He’s so Fine, del cuarteto vocal femenino The Chiffons, que en 1963 había alcanzado el número 1 en Estados Unidos. El juez acabó dando la razón a los demandantes y condenando al exBeatle a pagar un elevado porcentaje de los derechos generados por su pieza. Aunque añadió el piadoso detalle de que admitía la posibilidad de que el plagio hubiera sido inconsciente.
El concierto de Bangladesh
En 1971 Bangladesh estaba en situación de crisis humanitaria por una acumulación de desastres políticos y naturales. Ravi Shankar, que tenía lazos familiares con el país y quiso organizar con su grupo de música tradicional un concierto para recaudar fondos. Le pidió a Harrison que se sumara para darle más visibilidad. Este no solo aceptó, sino que tomó las riendas y organizó un evento con figuras como Bob Dylan, Eric Clapton, Leon Russell, Billy Preston y Ringo Starr. Se celebró en el Madison Square Garden el 1 de agosto de 1971, se filmó una película y se grabó un álbum. Después llegó la polémica, por cómo se manejó el dinero recaudado. Inauguró el fenómeno de los macroconciertos solidarios como Live Aid, No Nukes, Rock Against Racism…
Triángulo (o cuarteto) amoroso con Eric Clapton
Clapton y Harrison eran muy buenos amigos cuando el primero se enamoró de Pattie Boyd, la esposa de segundo. Clapton compuso Layla, una velada declaración de amor en clave: el título venía de una leyenda persa del siglo XII en la que el joven Majnún se enamoraba secretamente de la doncella Layla. El triángulo se complicó en cuarteto con Paula, la hermana menor de Pattie, que tonteó con ambos y acabó enganchada a la heroína, a la que era adicto Clapton. Después Pattie se divorció de Harrison y se casó con Clapton. Pese al lío, los dos músicos siguieron siendo uña y carne. Pattie resumió a la perfección el folletín: «Esos dos eran amiguísimos. Yo solo estaba en medio».
La película sacrílega de los Monty Python
Harrison se hizo amigo de Eric Idle y a través de él conoció al resto de los integrantes de los Monty Python. El grupo se quedó sin financiación días antes de empezar el rodaje de La vida de Brian porque la productora despidió al ejecutivo que había dado luz verde al proyecto, y quien lo heredó consideró el guion sacrílego y cortó los fondos sin contemplaciones. Sin pensárselo dos veces, Harrison montó con un socio una productora, HandMade Films, hipotecó su mansión neogótica y puso el dinero necesario. La película despertó las iras de grupos católicos integristas, pero fue un éxito de taquilla y el productor novato recuperó con creces su inversión. Tras esta aventura, produjo otras 22 películas, en algunas de las cuales apareció en un cameo. Hubo éxitos como Mona Lisa, obras de culto como Withnail y yo y fiascos ruinosos como Shanghai Surprise, con Madonna.
Reunión de rockeros carrozas
En 1988 cinco rockeros que ya peinaban canas se reunieron para grabar un single. Eran Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty, Jeff Lynne (el fundador de la Electric Light Orchestra) y George Harrison. El tema que grabaron era del último, Handle with Care, y se sintieron tan a gusto que acabaron haciendo juntos tres elepés con el nombre de Travelling Wilburys hasta que se disolvieron en 1991. Harrison ya había tocado con Dylan en eventos tan relevantes como el Concierto por Bangladesh y The Last Waltz, la mítica despedida de The Band filmada por Martin Scorsese. Pero el vínculo más emotivo era con Roy Orbison -el más lírico y sublime de los pioneros del rock, pese a que toda la gloria se la llevó Elvis-, porque en sus inicios con los Beatles, Harrison había sido un rendido admirador de Orbison.
A punto de convertirse en el segundo Beatle asesinado
La madrugada del 30 de diciembre de 1999, un desconocido penetró en la mansión de Friar Park y armado con un cuchillo atacó a su propietario, George Harrison, entonces enfermo de cáncer. Le asestó varias puñaladas antes de que su esposa, la estadounidense de origen mexicano Olivia Arias, lograra reducir al agresor con un atizador y el pie de una lámpara. Se trataba de un fan aquejado de esquizofrenia llamado Michael Abram. Harrison estuvo a punto de convertirse en el segundo Beatle asesinado, tras la muerte de Lennon en 1980. Salvó la vida por los pelos, pero se lo llevó el cáncer un par de años después, en 2001. Tenía solo 58 años.