'Horizon': Kevin Costner vuelve a la conquista del Oeste
El actor y director estrena la primera de una serie de cuatro películas sobre la épica forja de Estados Unidos
Kevin Costner (Lynwood, 1955) podría haber tenido una plácida carrera de estrella de Hollywood, especializado en papeles de apuestos héroes de una pieza como los de Los intocables de Eliot Ness o El guardaespaldas. Pero decidió asumir como productor y director visionario los riesgos que vivían sus personajes en la pantalla. La primera jugada, que muchos no veían nada clara, le salió redonda: Bailando con lobos, un western proindio de tres horas, ganó en 1990 siete Oscars -incluidos mejor película y mejor director- y se convirtió en un taquillazo y un fenómeno sociológico.
El hombre se vino arriba y se pegó dos monumentales castañazos seguidos en forma de cintas postapocalípticas financiadas con su productora, Tig Productions. La primera, Waterworld, de 1995, la interpretó sin dirigirla, y la segunda, Mensajero del futuro, de 1997, la interpretó y la dirigió. Fueron dos fiascos de crítica y taquilla de tal magnitud que afectaron incluso a su boyante carrera como actor. Con más humildad, volvió a ponerse tras las cámaras en 2003 en la discreta Open Range, con el que volvía al western, un género que le había dado su primera alegría como director.
En los últimos tiempos, su carrera actoral no pasaba por sus mejores momentos, hasta que Taylor Sheridan le ofreció en 2018 protagonizar la serie Yellowstone. Animado por este éxito, Coster se ha puesto de nuevo en modo visionario y ha decidido levantar un faraónico proyecto al que llevaba décadas dando vueltas. Horizon: An American Saga, consiste en cuatro películas que pretenden contar la conquista del Oeste como la épica y sangrienta forja del corazón de Estados Unidos.
Se estrena ahora la primera entrega y el 30 de agosto llegará a los cines la segunda. La tercera está en proceso de producción y la cuarta a la espera de financiación con las recaudaciones de taquilla. Como ningún gran estudio veía claro invertir en esto, el actor se ha liado la manta a la cabeza y ha hipotecado su rancho y otras propiedades para pagárselo (un caso similar al de Francis Ford Coppola con Megalopolis -que llegará a los cines españoles a finales de septiembre-, para la que se ha vendido sus viñedos del valle de Napa).
Por medio, Costner se ha peleado con los productores de Yellowstone, invitándolos a que maten de una vez a personaje, porque no piensa terminar la serie, que interfiere con su proyecto personal. ¿Merece Horizon haberse metido en tanto lío? Es difícil valorarlo con esta primera entrega, que funciona como una larga presentación de los personajes y tramas que acabarán cruzándose, pero que de momento van cada una por su lado y quedan todas abiertas.
Una aventura conocida
Lo que sí se puede apuntar es lo siguiente: ambición tiene, ya que pretende contar de un modo caleidoscópico la conquista del Oeste. Era algo que se intentó por primera vez en 1962 en una superproducción titulada precisamente así: La conquista del Oeste, con cuatro directores, entre ellos John Ford. Pero eran otros tiempos y la narrativa histórica era bastante simple. Mucho después, en 1980, Michael Cimino quiso también ahondar en las raíces históricas de América en un western atípico y costosísimo, La puerta del cielo, cuyo morrocotudo fracaso de taquilla se llevó por delante al estudio que la producía, United Artists.
Ahora Costner pretende dar una visión más compleja de una aventura cuyo esquema básico todo el mundo conoce: los colonos llegan atraídos por la promesa de tierras, los indios no se muestran muy dispuestos a cederlas, el Séptimo de Caballería intenta mantener el orden, la ruta de Santa Fe sigue trayendo más y más caravanas…
Entre los personajes de esta saga hay una madre y una hija supervivientes de una matanza de los apaches en su asentamiento, acogidas en el campamento de la caballería; una partida de cazadores de apaches formada para vengar esa matanza, pero que acaba no distinguiendo a unos indios de otros; una pareja de jóvenes ingleses ingenuos y estirados que viajan en una caravana; un vaquero taciturno -interpretado por Costner- que salva a una prostituta y un niño en un campamento minero de Wyoming de una familia de matones con sed de sangre…
Saltos temporales
Lo que rige los destinos de todos estos personajes es la lucha por la posesión de la tierra y sus riquezas, y la inclemente ley del ojo por ojo, que genera una espiral de violencia que alimenta más violencia. La voz de la conciencia sobre esta implacable y cruenta lógica histórica que está forjando el país la verbalizan con fatalismo un coronel y un sargento de la caballería en un par de estupendos diálogos.
En esta primera entrega se atisban pros y contras: algunos personajes están mejor dibujados que otros; la lectura histórica logra matices interesantes, pero en algunos aspectos no acaba de apartarse del cliché; los paisajes son espectaculares, pero la realización en algunos momentos peca de un poco plana, falta de épica. Hay además algunos saltos temporales abruptos, en los que parece que se hayan cortado escenas intermedias. Y se echa en falta en el perfil de los colonos marcar de forma más clara sus muy diversas procedencias europeas, algo que sí hacía muy bien La puerta del cielo de Cimino. Por otro lado, el imaginario visual de Costner está más cerca del western clásico que de las versiones más modernas: es un Oeste menos mugriento y feroz del que nos acostumbramos a ver desde los tiempos del spaghetti western, y nada que ver con la visión ultraviolenta de Tarantino.
De momento, toca wait and see. Habrá que esperar a las próximas entregas para valorar el proyecto en su totalidad, para ver cómo encajan las piezas, cómo las diversas tramas se complementan y hasta dónde llega la capacidad de profundizar en la dimensión histórica de lo que se cuenta.