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Cultura

Accademia Bizantina: 40 años de virtuosismo

El conocido conjunto barroco festeja su casi medio siglo en la ciudad italiana donde se fundó con su nuevo disco

Accademia Bizantina: 40 años de virtuosismo

Foto del concierto que conmemoró los 40 años de la Accademia Bizantina. | Paolo Ruffini

«Los músicos pasan mucho tiempo juntos -son ya más de 30 años-, y buscan emociones. La Accademia Bizantina se ha convertido en una familia: lo compartimos todo. Siempre hay intercambio de opiniones e ideas porque necesitamos ponernos de acuerdo antes de tocar. Es la única manera de comunicar al público lo que sentimos», dijo Ottavio Dantone, clavecinista y director musical y artístico del conjunto barroco, en la celebración del 40º aniversario de la agrupación que tuvo lugar la semana pasada en Rávena.

La ciudad, en la que parece haberse detenido el tiempo, fue el lugar donde tres compañeros de conservatorio se reunieron para tomar un café y contemplaron la posibilidad de iniciar un proyecto. Aquella conversación de mesa, se hizo realidad muy pronto. Convocaron a los mejores estudiantes y fundaron la Accademia Bizantina. Su primer concierto formal tuvo lugar el 2 de junio de 1984, en la iglesia de San Giuseppe de Marina di Ravenna.

Con sus calles empedradas, Rávena no solo es un museo al aire libre, sino también un testimonio vivo del esplendor del pasado. Aquí, el arte y la historia se entrelazan en una danza eterna, ofreciendo un refugio de belleza, música y serenidad. Los mosaicos bizantinos, con colores vibrantes y detalles meticulosos de esa antigua capital, son ventanas al ayer, al hoy y al mañana. En la Basílica de San Vitale los intrincados mosaicos relatan la gloria del Imperio Bizantino y la espiritualidad que impregnaba cada rincón. 

Baptisterio Neoniano en Rávena/ Wikimedia Commons

La Accademia Bizantina nació ahí mismo, en la antigua capital del Imperio Romano de Occidente, con la idea de construir un conjunto cuyos intérpretes fueran como las teselas de un mosaico: de diferentes tonos y formas, reunidas para formar una imagen más compleja y fascinante. Un grupo de músicos dedicados a revivir el repertorio barroco con autenticidad y rigor histórico. Desde sus inicios, la agrupación ha buscado interpretar la música no solo con precisión técnica, sino también con una profunda comprensión del contexto histórico y estilístico de cada obra.

En sus primeros años, la Accademia se centraría en un doble repertorio. Por un lado, música antigua interpretada con instrumentos de época; por otro, un repertorio de música clásica contemporánea que incluye una colaboración muy importante con el compositor Luciano Berio, cuyas obras el conjunto ha interpretado en directo y grabado en numerosas ocasiones, a menudo como estrenos. 

Desde 1989, el clavecinista Ottavio Dantone colabora con la Accademia Bizantina y en 1996 se convierte en su director musical y artístico, y el principal artífice de la consiguiente transición al barroco. Desde 2011, cuenta con Alessandro Tampieri como concertino y ayudante de Dantone en la dirección artística. En 1989, el conjunto graba la obra completa de Corelli, un auténtico deleite musical.  

Desde 2013, la Accademia Bizantina tiene su hogar en la ciudad de Bagnacavallo, a unos pocos kilómetros de Rávena, que alberga la sede operativa de la orquesta y cuyo Teatro Goldoni, del siglo XIX, es escenario de numerosos eventos. El sábado asistimos ahí a la grabación del Quinto concierto de Brandenburgo. La preparación de Dantone y de los músicos es meticulosa, se pudo apreciar la dedicación y precisión que caracterizan sus interpretaciones. Dantone, un clavecinista virtuoso, no solo se sumerge en la música con una pasión palpable, sino que también guía a sus músicos con gestos sutiles y eficaces

Ottavio Dantone al clave

Se pudo ver en el concierto conmemorativo –«40 years, one love. AB yesterday, today and tomorrow»– que celebraron en el mismo teatro horas después con motivo de sus cuatro décadas en el panorama musical. Corelli, Geminiani, J.C.F. Bach (hijo) y J.S. Bach. Durante el concierto, nos transportamos hasta aquellos mosaicos que habíamos visto por la mañana. El tiempo se había quedado inmóvil. Mosaicos y música se unían para capturar la esencia de una época ya pasada, pero tan vigente todavía. La Accademia Bizantina resaltó la claridad estructural y la emotividad de las composiciones. Las historias de los músicos se entrelazaban en el escenario. Entre otros, las violinistas chilena y rusa, Ana Liz Ojeda y Maria Grokhotova o el violinista mexicano Heriberto Delgado habían encontrado un hogar en la orquesta y su complicidad se percibía en cada una de las notas.  

Mirar hacia el futuro

Para celebrar su 40ª aniversario el grupo ha dado un paso más en su evolución con el lanzamiento de su nuevo disco, Imprinting. Se trata de un proyecto dedicado al repertorio sinfónico del siglo XIX, con el objetivo de ofrecer un original enfoque interpretativo. Mendelssohn y Schumann, en este primer volumen, hacen que los escuchemos con un oído renovado y libre de las estratificaciones originadas por las interpretaciones que se han sucedido en el tiempo. «Entendemos mejor la emoción de la música porque ahora vemos la música desde nuestros ojos del presente. Es bastante plausible afirmar que el conocimiento filológico y la práctica de la música antigua pueden facilitar, en el contexto de repertorios más modernos, el reconocimiento y la comprensión de intenciones y rasgos estilísticos que son producto de la cultura y la mentalidad del pasado», sostiene Dantone. 

Accademia Bizantina © Giulia Papetti

Desde 2024, la Academia Bizantina es orquesta residente de la Innsbrucker Festwochen der Alten Musik, de la que Dantone es también director musical. Les queda un largo camino y muchos nuevos proyectos que emprender, pero el trabajo con esfuerzo durante estas cuatro décadas les ha catapultado al podio de los conjuntos barrocos internacionales. De hecho, la Accademia visitará Madrid, Barcelona y Bilbao en su gira en abril del año siguiente con Il giustino de Vivaldi. 

La Accademia Bizantina es como el Baptisterio Neoniano que se alza en mitad de Rávena, una joya del arte paleocristiano que brilla con la luz eterna de los mosaicos. Al mirar hacia arriba, la cúpula revela un milagro de arte y devoción: la escena del bautismo de Cristo en el río Jordán, donde el cielo se abre y la mano de Dios bendice al Hijo. Rodeado por los apóstoles, los mosaicos se despliegan en un círculo de fe inquebrantable, reflejando la luz divina en una sinfonía de colores y formas. Dentro de sus muros octogonales, el tiempo parece detenerse. El murmullo del agua bautismal, que una vez lavó los pecados y renovó almas, aún se siente en el aire, como un susurro sagrado.

Cuando la Accademia Bizantina toca, el tiempo se detiene. Al igual que en ese espacio celestial. Su manera de interpretar la música encarna una elevación del ser.

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