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Lawrence Ferlinghetti: el librero (y poeta) de la generación beat

Aparece por primera vez en en español ‘El Chico’, las heterodoxas memorias de una de las leyendas de la contracultura

Lawrence Ferlinghetti: el librero (y poeta) de la generación beat

Lawrence Ferlinghetti en 2012 en Café Trieste. | Wikipedia

Fue el último superviviente de la generación beat. El último mohicano de un puñado de rebeldes que revolucionaron la literatura norteamericana. Lawrence Ferlinghetti (Nueva York, 1919-San Francisco, 2021) publicó El chico cuando ya era centenario y falleció un año después, a los 101. Su relevancia entre los beats es doble: por un lado, como poeta y, por otro, como librero y editor, propietario de la emblemática librería City Lights de San Francisco.

El chico (lo acaba de editar en español Libros del Kultrum) son sus heterodoxas memorias. El texto tiene una dimensión narrativa (las ediciones francesa, alemana e italiana añaden el subtítulo «Novela») y fluye con libertad en forma de monólogo interior que prescinde de la puntuación. La edición española trata de ubicar al lector llamándolas «Memorias oníricas». No estamos, por tanto, ante un ordenado compendio de recuerdos y anécdotas, sino ante un ambicioso -y a ratos críptico- ejercicio literario con un enfoque similar al de otro libro testamentario que publicó hace unos meses Anagrama: Espía de la primera persona, escrito por Sam Sheppard a modo de despedida cuando ya estaba enfermo de ELA; un texto tan bello como arduo y enigmático (sé de lo que hablo, porque soy su traductor al castellano).

El chico -hay que advertirlo- es un artefacto para iniciados, que requiere conocimientos previos sobre la figura de Ferlinghetti para entenderlo y en su caso disfrutarlo. De modo que les propongo un recorrido por la vida del autor, con datos que en estas memorias aparecen de forma velada. La intención es doble: perfilar a un personaje muy relevante de la cultura estadounidense del siglo XX y proporcionarles algunas pistas para adentrarse en la lectura de este singular texto.

Ferlinghetti tuvo una infancia difícil: ya era huérfano antes de nacer, porque su padre italiano falleció de un ataque al corazón mientras él estaba todavía en el útero materno. Cuando la madre, descendiente de judíos portugueses sefardíes, dio a luz, sufrió una depresión postparto y la ingresaron en un psiquiátrico. Al niño lo crio primero una tía y después una familia adoptiva. Durante la Segunda Guerra Mundial fue capitán de un cazasubmarinos y como tal participó en el desembarco de Normandía. Acabada la contienda, estudió en la Universidad de Columbia en Nueva York y en la Sorbona parisina. Durante el viaje a Francia conoció a la que sería su esposa durante 25 años, Selden Kirby-Smith, nieta de un general confederado.

En 1951 la pareja se instaló en San Francisco. La ciudad estaba en plena efervescencia del llamado «renacimiento de San Francisco”, un movimiento cultural liderado por el poeta Kenneth Rexroth. Tanto Rexroth como Ferlinghetti recitaban sus versos acompañados por un cuarteto jazzístico en un club llamado The Cellar y las sesiones se editaron en formato de LP.

Censura de ‘Aullido’

En 1953 montó una librería llamada City Lights (le pusieron este nombre en homenaje a Luces de la ciudad de Chaplin) en la zona bohemia de North Beach con su socio Peter D. Martin. Cada uno aportó 500 dólares y en sus inicios solo vendían libros de bolsillo. Al poco tiempo Martin se marchó a Nueva York y lo sustituyó Shig Murao, de ascendencia japonesa, que de niño, durante la Segunda Guerra Mundial estuvo con su familia en uno de esos campos en los que el Gobierno recluyó de forma preventiva a ciudadanos americanos de origen nipón como enemigos potenciales. Ferlinghetti inició como editor una colección de poesía en formato de bolsillo -la Pocket Poetry Series– en la que publicó su primer libro, Imágenes de un mundo desaparecido, y obras de la relevancia de Poemas de la hora del almuerzo de Frank O’Hara y Aullido de Allen Ginsberg.

Este último volumen, aparecido en 1956, le trajo problemas. Ferlinghetti y Murao fueron arrestados por vender material pornográfico y el libro fue secuestrado. La acusación no recayó sobre Ginsberg como autor, sino sobre los libreros por vender un texto obsceno. El juicio subsiguiente acabó convertido en un hito histórico de la lucha contra la censura. Que el libro era obsceno nadie lo ponía en duda (incorpora en sus versos sexo gay muy explícito, consumo de drogas duras y hay un amplio repertorio de palabras malsonantes), pero lo que el juez debía dilucidar era si se trataba de simple y zafia pornografía o la obscenidad estaba al servicio de un propósito literario. Fueron llamados como testigos profesores universitarios y críticos. En la sala del tribunal se acabó celebrando un juicio estético. ¿Aullido era basura o una obra literaria valiosa? Tras escuchar a los expertos, el juez se decantó por lo segundo. Los acusados fueron declarados inocentes y el poemario volvió a las librerías, con una campaña publicitaria gratuita.

En El chico Ferlinghetti apunta sobre Ginsberg que «al final encontró la compasión en la inconsciencia budista». Hay en el libro otros retratos de luminarias beat como Kerouac, a quien recuerda (prescindiendo de la puntuación tradicional) con pintas «como de leñador con camisa a cuadros y gorra de beisbol que habrás visto en las fotos de después cuando andaba borracho y abotargado». De Neal Cassady explica que «la única gran hazaña que llevó a cabo fue robar coches para follarse a las tías etcétera etcétera su leyenda de testosterona y de un falo errante continuaría hasta que terminó drogado hasta la médula y deprimido hasta los huesos». Y sobre William Burroughs, a quien evoca firmando ejemplares en City Lights, apunta: «El genio primigenio estafador incluso después cuando no necesitaba serlo y estaba limpio».

En el adiós a The Band

City Lights se convirtió en un bastión de la contracultura de San Francisco, una ciudad que en los años sesenta del pasado siglo fue el epicentro del movimiento hippy. Allí surgió el llamado «verano del amor» en 1967, el año del mítico concierto en el Golden Gate Park en el que tocaron grupos locales como Jefferson Airplane, Grateful Dead y Big Brother and the Holding Company con Janis Joplin y se consumieron cantidades industriales LSD. Entre los poetas que recitaron sus versos en aquel acontecimiento estaban Allen Ginsberg (las fotografías lo muestran muy animado, con toda probabilidad bajo los efectos del ácido) y Ferlinghetti. Este último participó más tarde, en 1978, en otro evento rockero relevante: la despedida de The Band, en la que actuaron figuras como Dylan, Joni Mitchell, George Harrison y Neil Young. Pueden ver al bardo beat sobre el escenario recitando su pieza Last Prayer en el documental que filmó Martin Scorsese, The Last Waltz.

Como poeta, su libro más importante y popular es el segundo, Un Coney Island de la mente, de 1958, cuyas ventas han superado el millón de ejemplares, algo inaudito para un poemario. Escribió muchos más, hasta una treintena, pero ninguno logró un impacto similar. En España está poco y mal traducido. Aunque pueda sorprender, Ferlingheti detestaba que lo considerasen un escritor beat: «En todo caso soy el último de los bohemios y no el primero de los beats». Era heredero del verbo oceánico de Walt Whitman y de la experimentación de las vanguardias históricas, sobre todo del Eliot de La tierra baldía y los surrealistas franceses. Con el tiempo, Ferlinghetti adquirió la condición de personaje icónico de San Francisco. Vivió toda su vida en el piso superior de su librería, que en 2001 fue declarada por el ayuntamiento patrimonio histórico protegido de la ciudad. City Lights sigue en la actualidad vendiendo libros y al mismo tiempo es visita obligada para turistas culturales.

Concluiremos con los versos finales de uno de los más hermosos poemas de Lawrence Ferlinghetti, I Am Waiting (Estoy esperando): «Y estoy esperando escribir/el gran poema indeleble/y estoy esperando/por el último largo e irreflexivo arrebato/y estoy perpetuamente esperando/a que los amantes que huyen en la urna griega/se den por fin alcance/y se abracen/y estoy esperando/perpetuamente y para siempre/un renacimiento de la maravilla».

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