Maria Jaume: nostalgia con ritmo de verano
En su nuevo disco, la cantante mallorquina teje una melancólica atmósfera mientras critica la masificación turística
La bestia está hecha de invasores. Tiburones tambaleantes de cartera gruesa, curiosidad limitada y un extraño pulso contra el darwinismo al saltar a las piscinas desde los balcones. Son marejadas de grandes blancos norteños consumidos por la ebriedad. Marrajos desmelenados, igual que una plaga de langostas dipsómanas dispuestas a arrasar con todo. Haciendo gala de su genética corsaria o de su soberbia teutona, al mover esas tatuadas aletas como si la isla que los recibe debiera postrarse a su maleducado poderío económico. Pero incluso de entre los vientres de la degradación, hay luminosos faros dispuestos a guiar una dicha sensible y tierna, alejada del bramido etílico en trikini. En este caso, una melindrosa voz. Un caramelo con el núcleo punzante de melancolía y espíritu crítico, llamado Maria Jaume.
Jaume no duda en repantigarse en una costa solitaria, como una risueña sirena, en sus canciones. Entona desde la magnética calma un rumor bien afinado, dulzón, con el que no duda en meter el dedo en la llaga de los tormentos que la afligen. Entre ellos, el machacado amor o la sobada soledad, pero también una oxigenante pulla contra la masificación turística. Es, a fin de cuentas, una narración lo que domina la voz de Jaume. Y bien es cierto que no hay ningún cuento que no esté, al menos en parte, inspirado en la realidad.
Para saber un poco más de esta mallorquina de 25 años, en THE OBJECTIVE nos hemos dado cita telefónica con ella. Afincada en Barcelona desde el comienzo de sus estudios, habla con tono acogedor, quizás legañoso, sin escurrir ninguna pregunta. En especial sobre su tercer álbum, el último, lanzado hace pocos meses con su sello de confianza, Bankrobber, y bajo título: Nostàlgia Airlines. Un giro hacia planicies menos acústicas, mucho más dominadas por la electrónica, que le está granjeando una merecida inyección de atención.
Maria empezó a tocar a los 8 años, cuando una guitarra cayó en sus manos sin mucha idea de qué hacer con ello, salvo trastear. A la par, sufrió el terrible avasalle de la escritura creativa. Las dos cabezas de esa peligrosa criatura bicéfala, que llamamos composición cantautora. «Pero fue a los 17 años, cuando me vine a estudiar a Barcelona, que decidí juntar las dos. Al pasar más tiempo sola, me dio el arrebato de unirlas. No fue en absoluto premeditado. Se unieron de manera natural». Un vínculo, según parece, bastante atinado, si tenemos en cuenta que, poco después, Jaume ganaría el festival de música moderna catalana Sona9. Y un premio, bien lo sabemos los que chapoteamos en la cultura, es agüita de mayo para cualquier carrera.
Del folk al pop
Sin embargo, a la aún joven compositora y cantante le cuesta reconocerse en esas primeras canciones. «Al principio fue muy poco pensado, con referencias que tenía cercanas y ambición de imitarlas. Ahora me escucho y ni me reconozco. Digo, “Dios, ¿quién es esa chica?”». A pesar de la legítima autoaversión a ese primer bosquejo musical, está claro que ha sido el proceso necesario para llegar a donde Jaume está ahora. Y, ¿dónde está? Pues en Nostàlgia Airlines, el disco en el que reconoce haber desvelado su voz: «Esta es la música que, no sólo me gusta, sino la que quiero hacer. No viene del impulso, sino de la meditación y el análisis. Pertenece a un proceso determinante de madurez, donde han cambiado mis gustos, pero también mi perspectiva con la industria y lo que quiero de ella».
Y se diría que Maria, a pesar de cantar en catalán (que siempre reduce el margen de proyección) aspira a la producción comercial. No lo oculta, ni teme asumirlo. «Yo escucho mucha música comercial. Ahora más que el folk, que es donde empecé. Y he visto que la canción pop es lo que me gusta hacer. Aunque diferenciaría pop de comercial. La música pop puede tener muchos estilos. De todas formas, en este disco las principales inspiraciones han sido artistas como Rels B, que se nota mucho en los afrobeats, así como el último disco de Caroline Polachek o incluso Bad Bunny».
Crítica accesible e irónica
Preguntada en mayor profundidad por este disco de Nostàlgia Airlines, Jaume lo tiene claro: «Es el disco con el que estoy más convencida de los que he hecho. He buscado, además de ese tono electrónico conseguido de la mano de Lluís Cabot, unas letras que fueran una crítica accesible e irónica al tema de la turistificación masiva. No quería hacer canciones pesadas y políticas. Son asuntos que forman parte de mi día a día, viviendo entre Barcelona y Mallorca. Si un amigo me hace una putada o si me rompen el corazón, haré una canción. De hecho, el disco está plagado de desamor y versos sobre relaciones a distancia. Y si no me puedo pagar una habitación en Barcelona o si me tengo que ir de mi isla porque me asfixio, y no puedo ir por los sitios por los que iba de pequeña, pues también siento que lo quiero dejar plasmado. Aunque con ese tono de sarcasmo e ironía, alejado de la seriedad, que te comentaba».
La ironía, de hecho, parece permear la esencia misma de Jaume. Su disco, si bien playerito-chill de bienestar-caipiriña, no ausenta una atmósfera de nostalgia, salpicada por metafóricas letras a caballo entre la puñalada y la caricia en la espalda. «Está muy buscada esta dualidad. A la par festiva y alegre, pero, al mismo tiempo, siempre con algo de melancolía. Un tono que no te permita descansar del todo. Quería que el público pudiera disfrutar la música de forma frívola, a la vez que darle una vuelta a lo que estaban cantando. Es una cosa muy mía. No escribo canciones super felices. A mí la melancolía me viene de base».
Nostalgia a nivel visual
Y no ausenta cierta melancolía la portada del disco. Una imagen en la que Maria luce un flow 2000 de camiseta fosforito, haciendo cola frente a un quiosco. «Esa portada fue idea de Marga Estelrich, la directora de arte, que tuvo la maravillosa idea de buscar un quiosco con las postales y esa exageración de la idea del disco. Son los dos caminos. La sensación de barrio que se esfuma, a la par que esos quioscos de la Rambla totalmente masificados»
Por último, no cabe sino sorprenderse con el reciente videoclip publicado de la canción del disco; Pura Geografía. Una tema igualmente dominado por el beat electrónico y la danzante voz de Maria, en el que se la ve montada a caballo por un prado, cual bucólica amazona, a pelo, sin silla si quiera, mientras los aviones de un aeropuerto despegan sobre su cabeza. «Hay que saber rodearse de gente genial. Eso fue un amigo, Joan, a quien se le ocurrió la idea en el último minuto. Una forma de juntar los conceptos del disco como los aviones, los aeropuertos, etc, y otra cosa mucho más de raíz rural. La idea también era hacer contraste, y tirar por una producción más indie, a la contra de lo que habla la canción».Ya sea para la playa, la verbena o el aperol casero, la música de Maria rinde servicio al placer de la lírica y la armonía. Ahora, no hay que despistar su parte inflamable. En cualquier fiesta, si alguien se deja arrastrar por la melancólica presión de los versos, es posible que se lo vea en una esquina, cejijunto, huraño y hasta mocoso. Uno de los peligros de viajar con las Aerolíneas Nostalgia, de Maria Jaume.