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Gabriela Mistral, librepensadora y feminista

La historiadora Patricia Cerda publica ‘Lucila’, biografía novelada de la primera poeta hispanoamericana en ganar el Nobel

Gabriela Mistral, librepensadora  y feminista

La escritora e historiadora chilena Patricia Cerda. | Cortesía de la editorial

La independencia intelectual se paga cara. Queda entonces uno a merced de la multitud de turno que puede deformar el legado y la imagen. No hay muchos autores que se mantuvieran independientes y críticos durante el siglo XX, la mayoría estuvieron a merced de las grandes ideologías, librepensadores se me ocurren pocos, como por ejemplo Miguel de Unamuno. A la misma altura se situaba la poeta Gabriela Mistral (1889-1957), la primera mujer hispanoamericana en ganar el premio Nobel de literatura en 1945, que además de escapar a los grandes ismos y mantener su independencia como mujer, fue tentada por otros intelectuales como Pablo Neruda y su Premio Stalin de la Paz, que rechazó.

Lucila (Ediciones B, 2024) es la biografía novelada de Gabriela Mistral de la escritora e historiadora chilena Patricia Cerda (Concepción, 1976). Cerda es doctora en Historia en la Universidad Libre de Berlín y autora de ficciones históricas de renombre, como Mestiza, con ocho ediciones y pronta adaptación a la gran pantalla. También es responsable de una biografía de Violeta y Nicanor Parra y otra del pintor alemán Rugendas.

Lucila Godoy era el nombre de Mistral. Llevó una vida nómada de diplomática y maestra. Cerda recupera su historia a partir del último viaje de regreso que hizo a Chile en 1950. La autora chilena se interesa por la madre y la hermana en configurar una trinidad de mujeres comprometidas con el progreso, eso es lo que llamó su atención en los últimos años, después de haber estudiado los versos de la autora en su infancia chilena. Mistral se mantuvo católica, pero librepensadora, escribió en conexión con la tierra al margen de los vanguardismos y mantuvo largas relaciones con mujeres, aunque negó ser feminista.

En el libro vemos la importancia de su padre pese a su abandono a los tres años de edad porque heredó de él unos poemas que la introducirían en el sendero del verso; también, ya de adulta, la importancia de la revolución educativa rural mexicana y también los matices de una sexualidad que ha sido puesta en entredicho por múltiples críticos conspiranoicos, así como el impacto del suicidio de su hijo Yin Yin, que la albacea Doris Dana confirmaría que no era su sobrino, sino el fruto de un romance en 1925, cuando Mistral llegó a Francia.

Contacto con Patricia Cerda para hablar sobre su libro y me cuenta como empezó: «Yo estoy desde hace un tiempo en un proyecto literario de reinterpretación de la memoria cultural chilena desde el siglo XXI. Había escrito sobre los Parra y Alonso de Ercilla y estaba claro que en algún momento llegaría a Gabriela Mistral, pero lo demoré porque para mí eran palabras mayores, sin quitarle mérito a los otros. Parra era mucho más claro, buscaba la transparencia, mientras que Mistral es hermética en su poesía; de hecho yo cuando la leí en el colegio no la entendí, había que estar preparada para ello. Eso lo sentí hace dos años, también era una forma de conocerla mejor».

Embajadora cultural

Escribir biografías siempre es complicado y para Cerda fue clave visitar los emplazamientos: «Para mí es muy importante cuando escribo una novela ir a los lugares donde se nutrió esa persona. Gabriela Mistral decía que su patria chica fue muy importante en su poesía, también su infancia. Fui en febrero y conversé con mujeres que se hacen llamar mistralianas que la conocieron. Por ejemplo, con una mujer que le agradezco al final de la novela que tiene ahora 93 años y que tenía 25 cuando Mistral llegó al valle. Me dio mucha información, yo fui con un libro de fotografías sobre ese viaje y le pregunté quienes eran esas personas y me dio los datos».

Añade: «También fui a los Andes donde ella escribió los Sonetos de la muerte, siempre encontrándome con personas muy amables que me mostraban las casas. Estuve en la casa donde hizo grandes aliados que le acompañaron a ganar el Premio Nobel. Así que hubo un gran viaje mistraliano en el proceso de investigación».

Esto fue al terminar lo que más le llamó la atención del carácter de la poeta: «Al principio de esta novela hay una imagen de tres mujeres en el valle que son Lucila, su hermana que era su profesora, y la madre que era quien daba el marco ético. Esa imagen atraviesa toda la novela y es para mí un ejemplo de dignidad humana. Eso para mí es central y después aparecen su autodidactismo, su capacidad de hacer una síntesis entre cristianismo social, filosofía oriental, especialmente budismo, y otros elementos que aparecen en su vida. Descubrí que fue la embajadora cultural de América Latina en España, eso casi no se sabe, dio a conocer la escritura latinoamericana en Europa, primero Francia y después en España cuando era cónsul. Aprendí de su feminismo temprano sin declararse una activista feminista, cosa que no aceptaría porque ella nunca quiso ser activista y sí una librepensadora».

Sororidad

Sobre el carácter de Mistral y su vida íntima suelen planear las mismas preguntas: «La pregunta de si era lesbiana o no siempre aparece y hay que aclarar que ella no era una lesbiana declarada. Mi tesis es que ella se enamoraba del alma de las personas, por eso se enamoró de un mozo que se suicidó y por quien escribió los Sonetos de la muerte. A ella le gustaban los hombres, luego escribió cartas a Manuel Magallanes Moure, durante varios años alabando más que su poesía, su rostro, su físico, su apariencia, era el poeta más atractivo de su generación, pero estaba casado. Pasaba que los hombres rehuían a Mistral, era imponente, la veían como un personaje sexualmente neutro, no como una mujer. Sin embargo, creo que siempre se sintió atraída por mujeres pues se rodeaba de secretarias y confiaba siempre en ellas, le gustaba esa sororidad. Cuando aparece Doris Dana es una presencia deslumbrante, entonces también se enamoró. Yo pienso que los genitales no eran tan importantes, era otra cosa».

Finalmente, quiero saber qué espera Cerda del lanzamiento del libro en nuestro país: «Yo creo que a Gabriela Mistral le gustaría que su figura reapareciera en España porque ella estuvo muy presente. En la época en que vivió se rodeó de toda la intelectualidad, era amiga de Miguel de Unamuno. Esa reconciliación con los españoles de hoy le gustaría, a mí también, para lo que resignificó entre el diálogo entre América Latina y España. Ella fue la embajadora de todo un continente en Europa».

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