'Ir a La Habana': un viaje a la patria de Leonardo Padura
El escritor cubano publica un bello ensayo en el que narra la relación vital y literaria que mantiene con su ciudad natal
Los grandes detectives viven ligados a una única amante: su ciudad. Conocen en profundidad sus rincones más oscuros y la aman y recorren con una paciencia infinita. Marlowe tuvo Los Ángeles, como Pepe Carvalho tuvo Barcelona, el comisario Maigret, París o Kostas Jaritos, Atenas. Un territorio urbano que se convierte en el personaje principal de la novela negra y que acaba por convertir una literatura de entretenimiento en un ensayo sobre todos nosotros.
El detective por antonomasia de La Habana es Mario Conde, el famoso policía cubano que ha protagonizado una decena de historias escritas por Leonardo Padura. Vázquez Montalbán decía que la patria de los poetas es su lengua y que la patria de los novelistas es la ciudad. Para Padura, que afirma estar de acuerdo con el catalán, su patria no es Cuba, sino su casa, su barrio y su ciudad.
Es por eso que siendo un niño mataperros, que es como en la isla llaman a los niños callejeros, entró un día en una mansión abandonada de Mantilla, su barrio a las afueras de la capital cubana. Allí, alejado de sus compañeros de correrías, subió al segundo piso y se quedó extasiado: desde las ventanas de la casona se contemplaba el mapa laberíntico de la ciudad, como si estuviese contemplando una maqueta, un mapa en tres dimensiones de un universo infinito lleno de historias.
Fue entonces cuando empezó a configurarse, Ir a La Habana, un libro de Leonardo Padura que acaba de publicar su editorial en España, Tusquets. Quizás, lo comenta el escritor en el prefacio, empezó a trabajar en él de forma inconsciente el mismo día que comenzó a publicar sus primeras historias de ambientes y personajes habaneros hace más de cuarenta años o, quizás, aún antes, cuando oyó por primera vez a sus padres decir: «Hoy vamos a La Habana». «¿Acaso Mantilla, mi barrio, no estaba en La Habana?», se preguntaba entonces.
Ir a La Habana es un ensayo peculiar sobre la historia de su relación con la ciudad. Un recorrido histórico y físico, también sentimental, desde la periferia de la ciudad, donde nació Padura, hacia las entrañas de la misma. Un recorrido que pasa por la historia reciente cubana y por la propia obra del escritor, pues los capítulos, que son una delicia de nostalgias y sabores, son acompañados por fragmentos de sus novelas que conectan en el espacio y el tiempo con cada parte del ensayo. En una segunda parte del libro se recopilan una serie de artículos y reportajes sobre la ciudad y sus personajes, publicados por el habanero a lo largo de toda su carrera y que son todo un magnífico ejemplo del mejor periodismo literario.
«Almacén de memorias»
Nacido en 1955, Padura ha vivido toda su vida en la misma casa en la que nació, donde aún vive su madre y que es «un almacén de memorias». Hemingway se suicidó, entre otras cosas, dice Padura, porque estaba perdiendo la memoria. «Un escritor sin memoria deja de ser escritor. Y yo allí tengo ese catálogo de memorias, de personajes, de historias, de gente, de situaciones que tienen que ver no solamente conmigo, sino con las personas que me han venido regalando sus memorias».
Ir a La Habana es una placentera manera de acercarse a la obra de Leonardo Padura, que ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, así como a esa isla, rodeada de agua por todas partes, como le gusta recordar, que a pesar del hambre y las privaciones de sus gentes sigue teniendo un encanto inexplicable.
Con motivo del 15 aniversario de la publicación del que fue uno de sus grandes éxitos, El hombre que amaba a los perros, acaba de publicarse en España una edición mejorada y ampliada de la misma. La obra, que cruza las vidas de León Trostki y de su asesino, el español Ramón Mercader, es también una dura crítica tanto a la revolución cubana como al régimen estalinista en Rusia, habiéndose convertido con el paso del tiempo en un clásico de la novela hispanoamericana del siglo XXI.
Tras estos 15 años no ha surgido ningún documento revelador que dé nuevas perspectivas a este hecho histórico. Sin embargo, Padura ha tenido desde entonces acceso a testimonios de familiares de Mercader, que ha aprovechado para revisar y mejorar una obra que ya era, de por sí, una novela de primer orden, y que sale a la venta aprovechando la publicación de la nueva obra del escritor cubano.