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Cultura

Urtasun gasta 28.000 euros en una exposición 'woke' en el Museo del Romanticismo

Cultura metió una obra de corte feminista en la sala de billar para la «liberación de los roles de género»

Urtasun gasta 28.000 euros en una exposición ‘woke’ en el Museo del Romanticismo

Los artistas de la exposición, Alejandría Cinque y Laura San Segundo, posan ante la exposición 'Las hijas de Minerva', de Laura Sansegundo y Alejandría Cinque, en el Museo del Romanticismo. | EP

La cultura woke se coló en el prestigioso Museo del Romanticismo de la mano de Ernest Urtasun. Según una resolución de Transparencia a la que ha tenido acceso THE OBJECTIVE, el ministro de Cultura invirtió 28.190 euros en Las hijas de Minerva, una exposición de fotografías de mujeres haciendo muecas extrañas en nombre de la «liberación de los roles de género decimonónicos». Se pudo disfrutar entre los pasados meses de mayo y septiembre.

La exposición formaba parte del empeño de Urtasun de «revisar» las colecciones de Museos Estatales, antes nacionales, para «superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas que han lastrado, en muchas ocasiones», la visión del patrimonio, de la historia y del legado artístico. Urtasun afirmó en su primera comparecencia en la Comisión de Cultura que existen compromisos internacionales que obligan a España a este «proceso de revisión» que asume los postulados de la ideología woke. Una colonización en nombre de la descolonización.

La víctima de este empeño revisionista fue el Museo del Romanticismo, ubicado en el majestuoso Palacio del Marqués de Matallana, que reproduce un palacio aristocrático del Madrid del reinado de Isabel II, cuando el Romanticismo como movimiento artístico y cultural se extendía por toda Europa. La memoria de Gustavo Adolfo Bécquer, José de Espronceda y Mariano José de Larra está muy presente en la colección del museo, con obras de arte de primera categoría.

Frente a estas, en su obsesión por meter con calzador la «perspectiva de género», el Ministerio de Cultura colocó Las hijas de Minerva en la sala de billar, con la que «dialogan» las fotografías de Laura San SegundoAlejandría Cinque, «escenificando una partida que simboliza la batalla por la liberación de los roles de género decimonónicos». Y es que «en una casa burguesa del Romanticismo, la sala de billar era un espacio destinado a la sociabilidad masculina. Solo los hombres jugaban mientras las mujeres miraban la partida, sentadas a su alrededor».

La exposición consiste en una serie de fotografías en las que la vulgaridad contrasta con el preciosismo, la delicadez y la belleza de las obras de arte de la colección permanente del museo, en donde destacan, por citar algunos ejemplos, un maravilloso piano que perteneció a la Reina Isabel II o un cuadro de Goya que representa al Papa San Gregorio Magno. Un choque de temáticas que disgustó a quienes iban en busca de una experiencia más convencional, pero que tuvieron que pasar necesariamente por la sala de billar -la última- para salir del Museo.

El coste total de la exposición fue de 28.190 euros, desglosados en once partidas, entre las que destacan el montaje (10.258 euros), la comunicación (4.840 euros), la performance (2.904 euros), la conceptualización del proyecto y dirección creativa (2.420 euros), y la impresión de fotografías (1.996,5 euros). De los conceptos previamente desglosados, los honorarios por la realización de la performance (2.904 euros) corresponden a los artistas Laura San Segundo y Alejandría Cinque. 

La exposición se autodefine en su página web como «un proyecto fotográfico instalativo y performático en el que varias jugadoras desarrollan figuradamente una partida de billar». A través de «la figura mitológica de Minerva como hilo narrativo y conceptual», aseguran los autores, «la partida se convierte en un campo de batalla donde luchar por la emancipación de la corporalidad y los modos de estar vinculados a una feminidad decimonónica».

No es la única wokada presente en el Museo del Romanticismo bajo la batuta ministerial de Urtasun. Según contó El Debate, en medio de su colección permanente se añadió una vitrina sobre espiritismo que rompe con el resto de la colección y lo vincula con «el incipiente feminismo» del siglo XIX.

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