Muere la soprano barcelonesa Enriqueta Tarrés a los 90 años de edad
El Gran Teatre del Liceu de Barcelona ha revelado el fallecimiento de la considerada «una de las grandes voces» del país
El Gran Teatre del Liceu de Barcelona ha confirmado este lunes la triste noticia del fallecimiento de la soprano Enriqueta Tarrés a la edad de 90 años. Conocida por su impresionante talento y su inconfundible voz, Tarrés se ganó un lugar de honor en la historia de la ópera tanto nacional como internacional.
Desde su debut en el mismo Liceu en 1957, Enriqueta Tarrés no solo conquistó los corazones del público catalán, sino que también brilló en algunos de los escenarios más prestigiosos del mundo. Entre ellos, se destacan el Covent Garden de Londres, la Ópera de Viena y el Metropolitan de Nueva York. Su presencia en estos templos de la ópera marcó una era en la que la soprano barcelonesa llevó su arte más allá de las fronteras españolas.
El Liceu, en su comunicado, ha recordado a Tarrés como «una de las grandes voces» del país. Su primera actuación en este emblemático teatro fue con la obra Fausto, donde compartió escenario con el barítono Manuel Ausensi. Este debut simbolizó el comienzo de una exitosa carrera que se extendió por décadas, durante las cuales Enriqueta Tarrés no solo cultivó su técnica vocal, sino que también se convirtió en una embajadora de la ópera española en el mundo.
Su legado no solo perdura a través de sus grabaciones sino también en el recuerdo de aquellos que tuvieron la fortuna de escucharla en vivo. Su capacidad para interpretar con profundidad y emoción es recordada por críticos y aficionados como un testimonio de su maestría y dedicación al arte lírico.
La noticia de su muerte ha resonado en el ámbito cultural, no solo en Barcelona sino también internacionalmente, donde su voz fue aplaudida y su talento, celebrado. El Gran Teatre del Liceu, que fue testigo de sus primeros pasos y de muchos de sus triunfos, ha expresado su profundo pesar por la pérdida de una artista tan querida y respetada.
Enriqueta Tarrés deja un vacío en el mundo de la ópera, pero también un legado imborrable que seguirá inspirando a futuras generaciones de cantantes líricos. Su historia es un ejemplo de pasión y perseverancia, de cómo una voz puede trascender fronteras y unir culturas a través del poder emotivo y sublime de la música.