¿Una serie sobre Otegi?
No digas nada, sobre el IRA y Gerry Adams, reabre también las heridas sin cicatrizar del terrorismo de ETA
El terrorismo obedeció a causas muy distintas en Irlanda y el País Vasco. Las motivaciones de ETA y el IRA eran muy diferentes. La sociedad irlandesa tenía -y tiene- problemas propios que poco tienen que ver con los de la vasca. Sin embargo, aun en la distancia, el terrorismo siempre tiene algo en común: los asesinatos a sangre fría, el fanatismo, los «daños colaterales», el amparo en causas que se presumen nobles, la máxima de que el fin justifica cualquier medio, incluso los más atroces que se puedan imaginar.
La plataforma Disney acaba de estrenar en España, sin mucha alharaca, la serie No digas nada, basada en el libro del mismo título (Reservoir Books, 2020) del periodista investigador norteamericano de origen irlandés Patrick Radden Keefe. La versión televisiva, llamada a ser uno de los hitos del año, es tan impactante como el libro, aunque obviamente, haya de detenerse sólo en algunos de los muchos asuntos abordados en el exhaustivo trabajo de Radden Keefe.
Un español no puede ver No digas nada sin que su pensamiento se vaya -o mejor se venga- directamente a los crímenes de ETA. Cada detalle nos lleva de Irlanda al País Vasco. Empezando por los eufemismos, la forma de referirse al tiempo en que el terror marcó la vida de Irlanda y España. Ellos hablan de la época de the troubles (los problemas). Nosotros, del conflicto. ¿Acaso las palabras troubles o conflicto definen con una mínima precisión el asesinato de 3.500 personas allí y el de 850 aquí? Por no hablar de los secuestrados, los heridos, los familiares, los que fueron forzados al destierro.
Y siguiendo por la actitud de los vecinos, que por acción u omisión prestaron respaldo a los terroristas. Ese mirar para otro lado, ese denegar auxilio a un herido para no señalarse, ese contemplar la violencia tras los visillos, no vaya a ser que nos signifiquemos, ese justificarse en que ellos -el enemigo- también matan y torturan. De hecho, una de las protagonistas reales de la serie es Jean McConville, madre de diez hijos, que cometió la osadía de ayudar a un vecino protestante herido, tras lo que fue secuestrada y hecha desaparecer.
Pero quizá lo que más sorprende, por su notoriedad, es el importante papel que desempeña en la serie de Gerry Adams. El negociador, el activista que insiste que the troubles quedan muy lejos, que hubo violencia por ambas partes, que esa es una etapa cerrada, que ya no tiene sentido volver sobre eso ni pedir perdón. En suma, el «hombre de paz». ¿Le suena?
En la serie, Adams aparece como el cerebro de los crímenes del IRA, el que daba las órdenes de matar, el autor intelectual, pero que permanecía al margen de la acción, sin mancharse las manos. Se le presenta con su nombre, pero machaconamente capítulo tras capítulo con una advertencia: «Gerry Adams siempre ha negado ser miembro del IRA o haber participado en ningún acto de violencia relacionado con el IRA».
Son muchas las películas y series sobre el terrorismo de ETA –Patria, Maixabel, los documentales de Iñaki Artera- y sobre el IRA –En el nombre del padre, Juego de lágrimas o la reciente serie Blue Lights, donde se aborda la difícil adaptación de los terroristas a la vida civil-. Pero ninguna tan desasosegante como No digas nada. Tal vez por hablar directamente de Gerry Adams o por recordar que las consecuencias del terrorismo siguen vigentes con un cartel final que reza: «De las 17 personas desaparecidas, solo los restos de trece han sido devueltos a sus familias. Quedan cuatro desaparecidos por encontrar». Y ofrece un teléfono para facilitar información si alguien sabe algo sobre ellas.
¿Sería posible en España una película o serie en la que se presentara a Otegi con su nombre? Ni siquiera haría falta poner el cartel de advertencia de Gerry Adams, ya que Otegi está condenado por pertenencia a ETA y secuestro. ¿Sería posible una serie que terminara enumerando los 379 crímenes de ETA que aún hoy permanecen sin resolver, con un teléfono al lado, pidiendo ayuda a quien tenga alguna información?
Todavía más inverosímil parecería una iniciativa como la de la Universidad de Boston, en la que está basado el libro de Radden Keefe y la serie No digas nada. Un equipo de la institución grabó a muchos de los protagonistas, entre ellos destacados terroristas del IRA, con la intención de construir una historia oral de aquellos años de terror. Los participantes ofrecieron sus testimonios con la condición de que no serían desvelados hasta años después de su muerte. Esos testimonios sirvieron de desahogo y confesión de culpabilidad de muchos terroristas y también para esclarecer crímenes aún sin resolver.
Dada la actitud de los etarras en los juicios, su ostentación de falta de arrepentimiento, es más que dudoso que participaran en una iniciativa así para el bien de la historia y, sobre todo, para descanso de las muchas víctimas que aún ignoran quién asesinó a sus familiares.