Josema Yuste: «A Sánchez le importa una mierda España»
El legendario cómico de Martes y Trece presenta en ‘El purgatorio’ su obra de teatro ‘Que Dios nos pille confesados’
«Yo me dejo llevar, tú pregunta lo que quieras y yo contestaré lo que quiera», es la premisa básica que da Josema Yuste (Madrid, 1954) antes de dar paso a una charla extensa con uno de los humoristas más legendarios de la historia reciente de España. Alcanzó esa fama que ya es de por vida, aunque no salga ya en tantos medios. Es un famoso clásico, y lo será hasta que se vaya de este mundo, esperemos que en el futuro más lejano. Yuste, alto, delgado, educado, precavido, presenta en El purgatorio la obra de teatro que dirige y protagoniza en el madrileño Teatro Muñoz Seca, Que Dios nos pille confesados, y qué mejor lugar en donde hacerlo.
RESPUESTA.- Te llamas Carlos, igual que mi padre. Nombre perfecto para hombre que no falla, como Jaime, Diego, Álvaro.
PREGUNTA.- El suyo es Josema que no viene de José María.
R.- No, viene de José Mariano, José es muy anodino y José Mariano es larguísimo. Me quedé como Josema.
P.- Josema fue un niño tímido.
R.- Sí, porque perdí a mi madre con nueve años y eso me hizo un poquito más retraído, más inseguro, más infeliz, y me metí un poco en mi mundo interior. Pero sí, siempre he sido una persona más bien tímida y ahora no lo soy, lo que soy es prudente.
P.- Y fue de su madre de quien pilló el lado cómico.
R.- Sí, porque mi madre era una mujer con un gran sentido del humor, aunque mi padre también. Pero mi madre, además de tener un buen sentido del humor, es que imitaba muy bien a personajes del momento. Y creo que de ahí me viene un poco la afición, porque un abuelo mío, mi abuelo paterno, que era músico, que es Miguel Yuste, tiene una calle en Madrid, y de ahí me viene un poco la rama artística, porque no había ningún actor ni actriz en mi familia, que yo sepa.
P.- ¿Y tu padre cómo llevó el despegar de toda su carrera?
R.- Mal, mal. Mi padre era un hombre que trabaja en el Banco de España, imagínate. No, mal, él no entendía que yo quería ser actor. Le parecía un error, le parecía una profesión de riesgo y tenía razón. Entonces lo llevó muy mal, pero cuando vio que yo, no voy a decir la palabra triunfar, pero empecé a vivir de esto se tranquilizó, se relajó, pero al principio mal. Tuve muchos choques con él.
P.- Existían esas generaciones de padres que tenían sobre todo la idea de tener un trabajo serio, correcto, formar una familia.
R.- Mi padre era así, trabajo serio, solvente, una plaza fija. Mi padre era funcionario y se ganó la vida honradamente también. Pero claro, no entendía las vocaciones que la gente tiene y para mí es vocacional, absolutamente vocacional. Y bueno, al final pues me tuve que ir de casa porque era un conflicto diario.
P.- Repasando su carrera, fue muy famoso, sigue siendo un hombre famoso, ¿uno se puede cansar de la fama?
R.- A mí la fama como tal, con toda honradez te digo, no me gusta. ¿A quién le gusta ser famoso, que le conozcan, que le pidan fotos? Habrá quien aspire a eso, a mi gustarme, no me gusta, pero lo acepto con agrado, porque entiendo que en mi caso es con cariño. No se da el fenómeno fan histérico, ni se tatúan mi nombre, es simplemente: «Hombre, me hiciste feliz aquel día cuando hiciste tal o que mi padre te vio». O sea, son cosas muy bonitas y con cariño. Entonces lo acepto fenomenal y me hago fotos con todo el mundo sin problema.
P.- ¿Cómo fue el primer gran shock del fenómeno de la fama?
R.- Pues con bastante naturalidad. Fue normal, es cierto que fue de menos a más en muy poco tiempo, entre el año 78 y 81 fue una explosión brutal y hubo un momento a los dos años de empezar a ser famoso, siguieron otros dos o tres terribles, de muchísima popularidad. Y reconozco sin ningún problema que ha habido muchos días durante esos años que me quedado en mi casa sin salir, porque llega un momento en que aunque lo llevas bien, joder. Llegaba un momento en que no podías dar dos pasos y era siempre una fama con cariño de la gente. Pero joder, es que yo, que soy más bien tímido, prudente, no iba conmigo. Eso no lo entendía, lo aceptaba, pero no me gustaba.
P.- No sé si la timidez te lanza a la comedia, un poco como arma para combatir la vergüenza.
R.- Absolutamente, es sacar tu timidez y convertirla en algo divertido hacia los demás. O sea, para darles algo, porque si eres muy tímido y no te comunicas y no hablas no les nada, para dar de ti, algo que no lo darías en una mesa aquí tomando un café. Y a lo mejor, si lo haces en un escenario, o sea, rompes esa pared y te vuelves extrovertido y divertido, cosa que igual no soy en mi vida privada. Soy menos extrovertido y menos divertido en mi vida privada que en un escenario, sin duda.
P.- Llevamos más de 100 entrevistas, preguntando a los invitados de El purgatorio por su relación con la fe, ¿cómo es la suya?
R.- Soy católico porque mis padres me educaron de una forma católica, aunque no creo en Dios, pero tampoco puedo decir que no existe. No lo puedo asegurar, sería por mi parte muy muy imbécil y pedante, pero no creo. Veo tantas injusticias a mi alrededor que me cuesta creer, pero me santiguo todas las noches, por ejemplo. Cuando voy a una misa por una celebración o por un por un funeral, soy tremendamente respetuoso, mucho más que muchos católicos, te lo digo así como es. Y me da paz entrar en las iglesias. Visito muchas iglesias, muchas catedrales, me da mucha paz, pero con toda sinceridad, creer con fe, no. Aunque creo que Jesucristo y su doctrina es maravillosa.
P.- ¿Cuánto le preocupa el legado? Siempre que hablamos con artistas, es una cuestión interesante.
R.- Me preocupa poco. Lo que me preocupa y lo que me ocupa, y me hace sentirme más o menos bien, es que ahora, aquí, hoy estoy aportando un granito de arena a la sociedad o a mis semejantes para hacerles un poco más felices con mi trabajo. Es lo único que me importa. Me importa más eso que ganar el dinero que gano con eso. El dinero es importante, pero no es vital ni obsesivo para mí. Me importa más hacer feliz a la gente en esta vida que ganar dinero de verdad. Te lo digo con toda sinceridad, aunque no sea creíble. Porque, como dice la Biblia, el dinero vendrá por añadidura. Si hago felices a los demás y lo hago con buen agrado y sintiéndome feliz, haciendo feliz a la gente, me van a pagar. Alguien me pagará.
P.- Josema Yuste está en el Teatro Muñoz Seca de Madrid con la obra que dirige y protagoniza Que Dios nos pille confesados. Por lo que tengo entendido, una comedia con suspense.
R.- Sí, es una comedia que está escrita para mí. Es decir, es una comedia de encargo. Dos buenos amigos míos, guionistas profesionales, Rodrigo y Alberto, han escrito esta comedia pensando en mí, me conocen muy bien, hemos trabajado juntos en diferentes cosas de televisión años atrás y me la presentaron, me encantó y les dije: «La hago». Le metí el final un poco de mi lapicero también un poquito cuatro cositas que me gusta siempre meter mano, pero la comedia es de ellos, original. A ver, primero es una comedia divertida, muy divertida. Es una historia con un argumento muy sólido de principio a fin.
Hay un argumento que el público sigue con mucho interés, del estilo de las comedias de Agatha Christie: suspense, misterio. En este caso, un robo de un cuadro del Greco que posee una marquesa venida a menos económicamente, pero que tiene cuatro joyas y el cuadro. Hay un cura típico de pueblo que lleva una figura de una virgen, un cirio o una estatuilla a las casas, las deja ahí dos, tres o cuatro semanas para que proteja ese hogar y la marquesa le da una propina.
Y luego hay un fontanero que está arreglando el baño de la marquesa en toda esta trama. Y un inspector que está averiguando unos robos que están produciéndose en el barrio. Con eso tejen una comedia con un humor muy absurdo, muy divertida y además que tiene unos giros hacia la tercera parte de la comedia. La gente así se remueve, o sea, que lo que parecía que era no era. Y estaremos con la obra hasta finales de mayo, hay tiempo a verla.
P.- ¿Es la primera vez que hace de cura?
R.- Así es.
P.- ¿Cómo se siente?
R.- Bueno, la ropa no es muy cómoda, digamos. El alzacuellos es algo que agobia un poco, y las camisas se lavan cada semana, entonces van encogiéndose un pelín cada vez más, aguantan mucho tiempo. Y lo que sí me he puesto, porque el zapato lo llevo mal, unos skechers negros así muy elegantes.
P.- ¿Es una obra que hace con amigos?
R.- Sí, porque realmente Santiago, Javi y Esther han trabajado conmigo desde hace 14, 15 años en teatro. Los tengo ya muy cogidos el punto, yo a ellos y ellos a mí. Y es como una pequeña familia. Es importante para mí tener un buen rollo, esa es la palabra, un buen ambiente de trabajo durante la función.
P.- ¿Se puede hacer comedia con un compañero que le caiga mal?
R.- Me ha pasado, es terrible, terrorífico, y no estoy exagerando. Tú eres el jefe, como era mi caso, y tengo una señora actriz que es un problema en la compañía. Un problema, pero tremendo por muchas razones que no vienen al caso, pero de forma de ser, forma de actuar, de forma de entender. Y yo dirigía también esa comedia, pero no hacía caso a nadie a nada. Una cosa como anárquica. Un día le dije: «Móntate una comedia, te gastas 100.000 euros y haces lo que te da la gana». Estuve a punto de despedirla, claro, pero despedir a una actriz o a un actor en mitad de la obra es un problema, porque parece que hay muchos actores, sin embargo, a la hora de verdad, lo que tú quieres y como tú quieres, no hay tantos. Pero bueno, ya está, pasó.
P.- ¿Le pone más presión o más atención el ser también director y actor a la vez?
R.- Un poco más de presión, de concentración. Es más lío, pero se resuelve con una buena ayudante de dirección como yo he tenido. Y porque además lo quiero hacer, porque quiero controlar la obra de principio a fin en su conjunto, todo, quiero ser lo que quiero hacer y no quiero que nadie me diga: «Haz esto». No, no, déjame, yo hago lo que quiero porque lo puedo hacer, ya lo puedo hacer.
«Hay muchos intérpretes de izquierdas que no se atreven a criticar a Sánchez»
P.- ¿Se ha acabado decantando antes por la comedia en vivo que grabada en un plató?
R.- Sí, me gusta más el formato de teatro que en un plató, porque al final es «corta, no es válido, una luz, un foco, una cosa, un ruido». En el teatro empiezas y terminas, y es la forma en que el actor va creciendo durante la obra, y no hay nada que te pare para mal y para bien. Y sabes que estás trabajando sin red. Es muy importante porque te pones las pilas a tope. Si estás currando una comedia con red, al final no es lo mismo, estás más relajado, porque sé que si me equivoco, repetimos. Al no poder repetir la toma va todo seguido. Es como un programa de televisión en directo, sale mejor, siempre mejor en directo que grabado.
P.- Ya que hablábamos de una obra de teatro donde se produce un robo, ¿Josema Yuste ha robado algo?
R.- Sí, una vez en mi vida. Una sola vez fue un desodorante en El Corte Inglés de Zaragoza, tendría 20 años, y ya era actor y estaba trabajando en una obra musical que se llamaba Godspell en Zaragoza, en gira y con unos amigos peores que yo (ríe). Y entonces dijeron: «Venga, vamos a robar algo». Yo soy muy inocente siempre y jamás he robado nada a nadie. Pero me convencieron, y acojonado robé un desodorante. No había cámaras.
P.- Es que se hacen tantas bobadas por la presión del grupo.
R.- Efectivamente, yo le he dado cuatro caladas a un porro tres o cuatro veces en mi vida con 19, 20 años, porque alguno de mis amigos fumaba. No quería nada, no me gusta nada eso. Odio las drogas, totalmente, pero probé el porro.
P.- ¿Echa de menos algo de la comedia de los 70, de los 80, de los 90?
R.- Sí, echo de menos que antes, cuando había un éxito en teatro duraba ocho años, eso es maravilloso porque tienes trabajo para diez años. Ahora no duran tanto porque hay mucha variedad, mucha oferta, muchísima más que antes. Los teatros ahora multiprograman, tienen tres comedias, un monologuista, un mago, cuatro obras cada teatro. Entonces hay tanto que la gente pues ve uno y ya.
Y es que antes, cuando había una obra de éxito, el público la veía dos veces y tres. Ahora no, te ven una vez y ya está. Es cierto que yo llegué durar cinco años con Taxi, cinco con La cena de los idiotas, que ya era un logro acojonante y esta va en camino también, pero más de eso es muy difícil.
«Soy menos divertido en mi vida privada que en un escenario»
P.- ¿Eso es lo que más añora de esos años?
R.- Bueno, no, no echo de menos nada porque era otra época, era otra forma de hacer comedia. En aquella época, por ejemplo, las comedias cómicas las protagonizaban gente muy popular como Paco Martínez Soria, Manolo Gómez Bur, Lina Morgan, Raúl Sender, Pedro Osinaga… Tenían una especie como de compañía estable con la que trabajaban siempre, como yo también un poco parecido. El resto de actores estaban al servicio del protagonista, al servicio de Lina Morgan, al servicio de Paco Martínez Soria, y yo no creo en eso.
Creo en el equipo más y aunque soy el protagonista y el que vende entradas, hemos de decirlo claramente, el que atrae el público, no quiero que los compañeros estén a mi servicio. Quiero que también la gente se ría con ellos también. Para que se rían más y no cargar sobre mis espaldas toda la responsabilidad y que no hubiera cuatro fanáticos parados y sirviéndote el chiste para que tú remates. ¿Sabes lo que te digo? Que sea un poco más un conjunto, creo que es la comedia más moderna que se hace ahora así.
P.- Me interesaba su visión del teatro, de la cultura y de la comedia, porque lleva desde que empezó en el 73 hasta la actualidad. Vivió unos años muy intensos de apertura del país, de la caída de la dictadura…Y no sé qué visión tiene sobre el momento de libertad de expresión que vivimos.
R.- Hay libertad de poder decir lo que quieras, yo me siento libre para hacer lo que me dé la gana, otra cosa es que luego Hacienda te meta en una inspección (ríe) Ahora son las redes sociales lo que lo que perjudican, lo que fastidian todo. Como no estoy en ninguna red social, no me perjudica tanto, pero si estás y te metes y lo lees y estás pendiente de eso, entonces claro, te censuras a ti mismo sin darte cuenta. Piensas en qué van a decir, que van a opinar de mí, luego van y me ponen verde.
Yo no estoy porque no quiero libremente y no quiero saber nada, hago lo que quiero, y que digan lo que quieran, tengo el teatro lleno todos los días. Hay un público fiel que me sigue, que cree en lo que hago y cree en mí, les hago gracia, les gusto. El resto me importa un carajo. Hago lo que sé hacer, estoy convencido que a mucha gente no le gusto y estoy convencido que a mucha gente le gusto. Siempre he creído que con que le guste a un 20% de españoles, un 20% te da para vivir perfectamente.
P.- El éxito está en que sigue haciendo obras de teatro, la gente sigue yendo y no se jubila porque no quiere.
R.- No me jubilo por una razón fundamental, porque me gusta mucho lo que hago, y porque no puedo jugar al golf todos los días 18 hoyos. Juego nueve hoyos un ratito por la mañana y el resto por las tardes qué hago si no voy al teatro. Soy inquieto, soy nervioso, no me gusta el sofá, no me gusta la televisión, hago teatro. Son tres horas entre qué vas a la oficina y vuelves, es fantástico. Me lo paso bien, hago feliz a la gente y para mí es una terapia, y me sigo ganando la vida honradamente.
P.- ¿Nunca se va fastidiado de una obra?
R.- Hombre, a veces sí. Pensar que podía haber hecho mejor algo, o que me he equivocado o el imbécil de no sé quién me ha molestado. No soy perfeccionista, creo que la perfección no existe, igual que no puedes gustar a todo el mundo, la perfección no existe y si la buscas te puedes volver. Es más, creo que un punto de imperfección en las cosas y en la gente es bello, es bonito. O sea, una obra no puede ser perfecta ¿Por qué? Porque no, porque no somos perfectos. Pero con que esté a un 85% o un 90%, ya está.
P.- Sabe Josema que THE OBJECTIVE es un periódico de actualidad, asunto del que me consta está al tanto.
R.- La sigo, me interesa mucho.
«Usted, presidente, sí miente y luego ya cambiará de opinión»
P.- ¿Y qué le cabrea?
R.- Me cabrea la mentira, la hipocresía, la ambición desmesurada, la falsedad. Me cabrea mucho, mucho, mucho.
P.- Casi cabría decir que le cabrea Pedro Sánchez.
R.- Bastante. ¿Sabes qué pasa? Hay una cosa de este señor que me jode, y es la siguiente: una persona que llama a la media España o más que están en la fachosfera porque no piensan como él, porque no practican su doctrina ni su ideología. O una vicepresidenta que llama a media España, mínimo, los malos, ¿de qué? ¿De la película o de qué coño los malos? Porque no practicamos su ideología. No debería ser presidente de gobierno, ni siquiera de su comunidad de vecinos.
La política es el arte de poder negociar con el contrario, con el que no piensa como tú de una forma respetuosa, respetando su ideología, no compartiéndola, perfecto, pero respetándola para llegar a un acuerdo. Ese es el arte de la política. Mi abuelo materno era político. Estos políticos para mí no son políticos, son buscavidas que se han acomodado ahí de puta madre, cobrando una pasta, llevándose el dinero y solamente les importa su culo, su asiento, calentarlo bien y estar ahí sentados, y les importa una mierda España. Me refiero a Sánchez claramente, vendiendo por parcelas de España a gente que no les gusta España.
Con lo cual es demencial. Esto no lo digo yo, esto está en la hemeroteca, no me lo estoy inventando, no lo estoy criticando llamándole tal, no, estoy diciendo lo que todos los españoles hemos visto perdonando, insultando, rindiéndose, bajándose los calzoncillos y dándose la vuelta para que llegue el que no le gusta España. Esto es así, es la hemeroteca y si alguien se lo cree que vaya para atrás y ponga tal día a tal hora. Eso es lo que a mí me fastidia la mentira, la falsedad y la ambición desmesurada. Porque debería pensar en su país, no en sí mismo.
P.- Josema que hace tanto honor a la palabra dada, me entenderá cuando digo que se ha perdido el respeto a la palabra dada, que es tan importante en el día a día.
R.- No es que cambié de opinión, se dice ahora. Claro que has cambiado de opinión, es un eufemismo, es que has mentido. «No pactaría nunca jamás, como queréis lo diga, con Bildu». Has pactado, habrás cambiado de opinión, pero primero has mentido. Usted, presidente, si miente y además, por lo tanto como miente, cambia de opinión, pero primero miente. Esto no se lo perdono, pero no al presidente ni a mi mujer, ni a un hijo, ni a un amigo. La mentira es cutre.
P.- La mentira y el no reconocimiento de la mentira. El hacerte creer en esta especie de luz de gas que no han dicho lo que han dicho, que no han hecho lo que han hecho.
R.- Claro, ¿pero qué te crees, que somos imbéciles? La mayoría de españoles no lo somos, algunos lo son, desgraciadamente, pero la mayoría no. No nos tomes por imbécil, porque eso es terrible.
P.- Hay una parte de la gente de la cultura que pueden ser realmente de izquierdas o progresistas…
R.- Lo respeto absolutamente.
P.- Y que ven una especie, no sé, si de tradición el hecho de criticar a Sánchez en algo.
R.- En mi profesión hay muchos actores y actrices que son de izquierdas y que ahora no les cae bien Pedro Sánchez, pero no se atreven a decirlo. Así, literal, no se atreven a decirlo porque piensan que a lo mejor no está bien visto en la profesión mía, que parece que todo el mundo es de izquierdas. Y para nada, no es así. Pero es verdad que piensan que si no están con la izquierda, no están con la cultura y por tanto no los van a contratar. Eso pasa por sus cabezas. Y luego hay otros que opinan que no opinan, pero que no están con él. Y yo lo sé.
P.- Pero su caso es la demostración de que se puede ser crítico con el gobierno, ser artista y seguir trabajando y llenando teatros.
R.- Efectivamente, como lo era Arturo Fernández, por ejemplo.
P.- A lo mejor, después no le llegan algunos premios.
R.- Me la trae al pairo.
P.- Es cierto que a Arturo Fernández no le dieron el Goya.
R.- Ni a mí jamás, pero me da igual. Es que me da igual porque para mí el mejor premio es ver el teatro lleno. El mejor premio para mí es la gente, pero de verdad, a mí los premios si me los dan, pues igual voy a recogerlo o no, depende. Pero que no me lo dan, me da igual. Para mí el premio para mí desde que estoy en esta profesión es tener gente. El teatro es el mejor premio.
P.- Le he escuchado decir que la cultura no es de izquierdas o de derechas, que es del pueblo. ¿Hay humor de izquierdas y de derechas?
R.- Humor de izquierdas creo que sí. Wyoming es humor de izquierdas. Tampoco lo digo yo, está en la Sexta, que no estoy diciendo nada que no sea mentira. Recuerdo siempre la hemeroteca, pero es muy respetable. Él hace humor de izquierdas, está con el gobierno, perfecto, fenomenal, el palo al otro siempre. Yo cuando hacía humor no nos pueden decir que criticamos al Partido Popular o al PSOE, o a todos o a ninguno. Yo en el humor no me caso con nadie.
P.- Ahora que se va acercando la Nochevieja, ¿tiene añoranza de esos especiales de Navidad?
R.- No, cualquier época pasada está pasada. No, lo pasé muy bien, disfruté mucho. Es una etapa de mi vida estupenda que la tengo, no echo tierra encima. Ahí está, estará viva hasta que yo me muera, viva o como sea, y después a lo mejor también. Y ahora estoy en otra faceta, ya está. No vivo del pasado. De hecho, no almacenos recuerdos. Algún premio que tengo no sé ni dónde está, fotos pocas. Vivo muy intensamente el presente y planifico el futuro a corto plazo.
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