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El fantasma de Shirley Jackson revive: 'La maldición de Hill House' en cine, TV y librerías

A casi 60 años de su muerte, la obra más popular de la autora californiana reverdece gracias al éxito de sus adaptaciones

El fantasma de Shirley Jackson revive: ‘La maldición de Hill House’ en cine, TV y librerías

Imagen promocional de 'La maldición de Hill House'. | Netflix

La ficción literaria de género sobrenatural de la escritora Shirley Jackson (1916-1965) vive un punto álgido de consideración, también en España: el año pasado, la colección Libros del Zorro Rojo lanzó sus Cuentos oscuros con ilustraciones de la artista Carmen Segovia y L’Altra Editorial publicó en catalán La loteria i altres contes, donde se incluye su relato más célebre y que da título a la compilación. De hecho, si alguien desea adentrarse en la diáfana e hipnotizante prosa de Jackson y su universo de incertezas ultraterrenas y terrenales, sería muy recomendable que se iniciara con su obra breve: corran a hacerse con cualquier antología que incluya La lotería (espeluznante fábula sobre la facilidad con la que podemos normalizar los actos más aberrantes y que puso los pelos de punta a los civilizados lectores de The New Yorker en 1948) y El amante diablo (o demoníaco), la historia de una mujer que espera y espera a su prometido el supuesto día de su boda hasta decidirse a buscarlo por la inhóspita ciudad y que representa uno de los retratos de la desesperación humana más emotivos y poéticos de las letras anglosajonas del siglo XX. Ambas narraciones nos fascinaron desde la edición noventera de Edhasa y se pueden disfrutar también en los Cuentos escogidos (2015) de la editorial Minúscula.

Pero lo noticioso en el caso de la autora californiana es la preponderancia que, a casi seis décadas de su muerte (en agosto celebraremos la efeméride), sigue ostentando su novela La maldición de Hill House (1959). Tras ser saludada como una de las mejores sobre casas encantadas que haya alumbrado la literatura de terror gótico (Stephen King también soltó algo elogioso al respecto, como hace siempre), su popularidad goza de continua reválida gracias a sus adaptaciones audiovisuales: la extraordinaria La mansión encantada (The Haunting, 1963) de Robert Wise (la única versión fiel al libro); la divertidísima La guarida (The Haunting, 1999) de Jan de Bont; y la verbosa La maldición de Hill House (The Haunting of Hill House, 2018) del moralista Mike Flanagan. A ello se sumó la salida en octubre de 2023 de la primera secuela literaria oficial: A Haunting on the Hill, que los herederos de Jackson encargaron a la dotada escritora de horror Elizabeth Hand.

‘La mansión encantada’ (‘The Haunting’, 1963), de Robert Wise.

Una novela inmarchitable

«El silencio empujaba incansable contra la madera y la piedra de Hill House, y lo que fuera que caminase allí dentro, caminaba solo»…

Un profesor de Filosofía y aspirante a pionero en el estudio de los fenómenos paranormales, el Dr. Montague, reúne en una tenebrosa mansión, Hill House, al joven heredero de la propiedad y a dos chicas hipersensibles para esos asuntos de lo sensorial (la desenvuelta lesbiana Theo y la angustiada Eleonor), para habitar la casa unos días y comprobar si son ciertos los poderes ocultos que parecen encerrar sus asimétricas paredes.

Si bien la historia está trufada de momentos escalofriantes, su verdadera emoción procede de la maniobra de acoso y derribo que Hill House ejercerá sobre la protagonista, la vulnerable y tímida Eleonor quien, al no tener vida propia tras haber sacrificado la libertad de su juventud en el cuidado de su recién fallecida madre, ve en esa mansión la oportunidad de llenar su propio vacío de experiencias y amistades. Eso y la exquisita voz narrativa de su autora —no exenta de crueldad y humor— lograron que la novela conquistara el corazón de multitud de lectores y prosiga ganando adeptos con cada reedición.

Sus adaptaciones a cine y TV

La primera versión cinematográfica de La maldición de Hill House fue iniciativa del propio director, Robert Wise (Ultimátum a la Tierra, West Side Story), quien recién entrada la década de los 60 compró los derechos y concibió un filme de recargada atmósfera y un blanco y negro que le permitía incrementar el ambiente gótico y de paso controlar su modesto presupuesto. También controló la carga de homosexualidad entre las dos protagonistas (carga que la propia Jackson se limita asimismo a insinuar en la novela como trató, tal vez y por desgracia, de reprimirla en su vida personal), aunque a todos los ojos resulta evidente que, entre aquello que encuentra Eleonor en su visita a la casa maldita, no se halla únicamente la amistad.

El filme, regido por un decorado opresivo y con tomas que refuerzan la angustia vivencial y psicológica de sus personajes, no obtuvo éxito en su estreno (a España nunca llegó en el siglo XX), pero con el tiempo se ha convertido en un clásico incontestable y hasta Scorsese afirma que es su película de terror favorita.

‘The Haunting’ (1999), de Jan de Bont.

Por su parte, en 1999, el director Jan de Bont (Speed, Twister) manipuló el esqueleto de la novela para montar un espectáculo de feria disneyano que, pese a provocar la ira de todo fan de Shirley Jackson que se precie, supone un entretenimiento antipurista bien rodado y muy ameno por su militancia en el exceso. Su mansión encantada —de arquitectura definitivamente ya más bizantina que gótica— parece una atracción inacabable donde perdernos junto a los botarates personajes encarnados por Liam Neeson, Catherine Zeta-Jones, Owen Wilson y Lili Taylor (una Eleonor reseteada ahora como heroína imbuida de una «misión humana trascendente») y, al fin, morirnos empachados de efectos digitales. En resumen: muy disfrutona si no se piensa en la pobre Jackson enviando a los responsables su propia maldición desde el Más Allá.

En el fondo tan traidor a los mundos de Shirley Jackson como de Bont, en 2018 el intensito Mike Flanagan (Doctor Sueño, La caída de la casa Usher) exhumó también varios huesos de la novela con el objetivo de erigir en su miniserie homónima para Netflix su particular templo al sentido de la culpa del estadounidense liberal del siglo XXI. En las historias de Flanagan, sus personajes sufren mucho y parece que, por eso mismo, no paran de hablar con unos diálogos pretenciosos que nos hacen sufrir a nosotros y que se salvan in extremis por la inclusión de secuencias terroríficas con buenos conceptos visuales y contundentes ejecuciones narrativas. Profundamente conservador de fondo a la manera puritana anglosajona, como los también iluminados showrunners Alan Ball (American Beauty, Dos metros bajo tierra) o el hoy cuestionado Neil Gaiman (Sandman, Good Omens), Flanagan ha cosechado tantos aplausos que de momento nada parece detener su buena estrella.

Hill House en manos de Hand

¿Y qué decir de A Haunting on the Hill? Situada en nuestra actualidad, esto es, más de sesenta años después de la novela original, la encargada de llevarla a cabo es una escritora de sólida trayectoria: Elizabeth Hand (Nueva York, 1957) ha recibido varios premios en reconocimiento a su producción literaria, incluido precisamente el Shirley Jackson por Generation Loss (2007). En España se puede encontrar otra obra suya con casa encantada de fondo, la muy bien recibida Wylding Hall. La mansión (Editorial Berenice, 2017), y recomiendo fervorosamente su cuento largo Cleopatra Brimstone, con el que ganó el International Horror Guild Award en 2002, y donde relata la venganza de una entomóloga víctima de violación que capta amantes para convertirlos en insectos y coleccionarlos clavados en alfileres: una delicia punk de confección primorosa.

La premisa de su secuela también promete: Holly, una ya no tan joven dramaturga desesperada por hacer despegar su carrera, escribe un libreto sobre brujas y decide que Hill House es la casa perfecta para instalarse unas semanas a repasar y ensayar la obra con sus protagonistas. Así que bajo ese lúgubre techo se reúne un nuevo cuarteto de inquilinos: Holly junto a su novia cantante, que aportará los temas musicales a la producción, y los dos actores principales. Pronto las cosas empezarán a torcerse como la propia casa y esta verterá su influjo para exacerbar los peores instintos de sus ocupantes, quienes se embarcarán en una guerra de todos contra todos basada en sus inmensos egos…

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El resultado entristece porque no llega a satisfacer y es una pena: la ambición del proyecto es buena y Hand reconstruye una excelente atmósfera ominosa para la mansión, además de visibilizar por fin el lesbianismo en sus heroínas. Sin embargo, en un sorprendente paralelismo con la torpeza de tantas películas de terror, los incidentes de tipo sobrenatural se suceden atropelladamente y nunca arrancan una decisión coherente en los personajes, que tampoco se llegan a hacer entrañables para el frustrado lector. De hecho, la mayoría de los lectores los terminan odiando. Por descontado, Holly y su troupe no se ganan el afecto que Eleonor se había granjeado en nuestro corazón.

Al final, la dinámica consiste en una acumulación de sustos y de gente corriendo sin parar por toda la casa, subiendo y bajando escaleras no se sabe muy bien por qué, a la manera de la inocua película Poltergeist (1982). Mejor para eso regresar a la sabiduría primigenia de Jackson o irnos a espacios encantados cercanos, más efectivos y mejor escritos, como el que propuso el madrileño Rubén Sánchez Trigos en su novela de extrarradios terroríficos Bajo el barro (Booket, 2020).

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