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Ilustres olvidados

Bruno de Heceta y Juan de la Bodega, los marinos que reclamaron Alaska para España

El primero comandó la expedición y el segundo tomó posesión del territorio norteño para la Corona

Bruno de Heceta y Juan de la Bodega, los marinos que reclamaron Alaska para España

Retrato de Juan Francisco de la Bodega y Quadra.

La historia de España cuenta con una buena nómina de exploradores, desde Núñez de Balboa a Ponce de León, pasando por Cabeza de Vaca. De otros menos conocidos incluso hemos ido hablando en este podcast, como Andrés de Urdaneta, descubridor del tornaviaje, o Hernando de Soto, el primer europeo en toparse con el río Mississippi.

Por otra parte, España, como potencia americana que fue durante tres siglos, también fue un actor importante en la exploración y conquista de los actuales Estados Unidos, e incluso en su independencia. De estas gestas también hemos hablado en Ilustres olvidados, como del caso de Bernardo de Gálvez, de Pedro Menéndez de Avilés o de Pedro Casanove.

La historia que contaremos hoy reúne esas dos vertientes, la de los exploradores y la de los que han tenido relación con los actuales Estados Unidos. En concreto, contaremos el sello español en la historia del penúltimo estado en incorporarse a esa unión. Hablamos de la llamada última frontera del mundo, en otras palabras, bienvenidos a la remota Alaska.

Se piensa que esta gran península, de más de 1,7 millones de kilómetros cuadrados, comenzó a ser habitada hace unos 16.000 años por pobladores de Siberia que cruzaron a pie el llamado Puente de Beringia, que entonces conectaba esta región rusa con Alaska. Hoy en día, esa lengua de tierra ya no existe, sino que Siberia y Alaska están separadas por el estrecho de Bering. En cualquier caso, esta circunstancia habla claro de la gran relación que Alaska ha tenido siempre con Rusia. Sin ir más lejos, los primeros europeos que siglos después exploraron esta región fueron rusos. Allí se toparon con los famosos inuit —los de los iglús— una de las pocas tribus que no habían abandonado Alaska buscando climas más benignos. De hecho, la mayoría de indios nativos americanos llegaron en su día procedentes de Alaska.

Volviendo a los rusos, Alekséi Chirikov llegó a las costas de Alaska en 1741, concretamente a lo que hoy es la ciudad de Sitka. Fue el primer europeo en hacerlo. Aunque el jefe de esa expedición era Vitus Bering, un danés al servicio de los zares que fue el auténtico responsable de la primera exploración de la península. En los años siguientes, los rusos se dedicaron a la caza en la zona, pero parece que no realizaron asentamientos permanentes.

El derecho de España sobre Alaska

Hemos hablado de los rusos, de los inuits y hasta de los indios americanos. Pero, ¿qué tiene que ver España con toda esta historia? ¿Qué se nos había perdido en Alaska, es decir, a más de 8.000 kilómetros de distancia? Pues la cosa se remonta nada menos que al tratado de Tordesillas, firmado casi tres siglos antes, en 1494. Aquel fue el famoso pacto en el que España y Portugal se dividieron el mundo tras el descubrimiento de América por parte de Colón. Una bula papal, la Inter caetera, estableció una línea vertical, cercana al actual meridiano 31° oeste, y que todos los territorios al oeste de ese eje imaginario eran propiedad de España.

En otras palabras, la Corona española tenía a su favor un documento papal que le confería dominio sobre la práctica totalidad de América, incluida, lo han adivinado, Alaska. Así pues, cuando casi trescientos años después empezaron a circular rumores de que Rusia estaba hollando ese territorio, el rey Carlos III ordenó que una expedición partiese para explorar la costa oeste del Pacífico y reclamar esos territorios para la Corona española. Cabe recordar que Núñez de Balboa, al descubrir el Pacífico en 1513, tomó posesión no sólo del entonces llamado Mar del Sur, sino también de todas las costas y territorios que bañase.

La expedición de Bruno de Heceta y Juan Francisco de la Bodega y Quadra

¿Y quién comandó ese viaje? Nuestro protagonista de hoy. Bruno de Heceta nació en Bilbao en 1743, es decir, apenas un par de años después de que los rusos llegasen por primera vez a Alaska. Por cierto, que nació en una camada de trillizos. Como muchos vascos antes que él, el joven optó por la Armada como modo de vida, hasta el punto de batirse el cobre en numerosas batallas en Argelia, Baleares o Canarias.

Habiendo cumplido los 30 años y ya con el rango de teniente de fragata, en 1774, es enviado al apostadero de San Blas, al norte del virreinato de Nueva España. En ese destino, le llega la orden del virrey, Antonio María Bucareli, para navegar hacia el norte por la costa del Pacífico, concretamente hasta el paralelo 65 norte, para afianzar la reclamación de soberanía española sobre esas tierras ante la amenaza rusa.

La expedición estaba formada por tres embarcaciones, entre ellas la fragata Santiago, que mandaba el propio Heceta, y la goleta Sonora, comandada por el otro gran protagonista de esta historia, Juan Francisco de la Bodega y Quadra, nacido en Lima en el mismo año que su compañero. Les acompañaba el paquebote San Carlos. El viaje no en absoluto sencillo, aunque los inicios fueron esperanzadores. De hecho, no mucho después de salir, descubrieron un puerto al que bautizaron como cabo Trinidad, en la actual California.

Un camino plagado de descubrimientos

A lo largo de su travesía, Heceta se convirtió también en el primer europeo en navegar las costas de los actuales estados de Oregón y Washington (ojo, no la ciudad de Washington DC, que está en la costa este del país, sino el estado de Washington, en la esquina más occidental del mapa). Fue allí donde las cosas empezaron a ponerse difíciles. Bodega y Quadra se enfrentó a un duro encontronazo con los indios quinault. Estos sorprendieron a siete tripulantes que se encontraban en tierra para avituallar al navío y los masacraron. Heecta y Bodega llamaron al lugar punta de los Mártires.

En ese punto, la escasez de víveres y la presencia de escorbuto en la tripulación llevaron a Heceta a tomar la decisión de volver a México. Por el camino, el vizcaíno llegó a una extensión de mar que identificó como la desembocadura de un gran río. A ese delta le llamó bahía de la Asunción, mientras que el río que había descubierto era el Columbia, el sexto más largo de Norteamérica.

Por otra parte, la Sonora, mandada por Bodega y Quadra, siguió navegando hacia el norte. Durante la singladura fue descubriendo diversos enclaves. En una goleta de apenas 11 metros de eslora, Bodega logró la hazaña de llegar más al norte del paralelo 58. También consiguieron navegar el Sitka Sound, una bahía cercana a la actual ciudad de Sitka, en Alaska. Bodega retornó entonces al sur y se encontró con Heceta en Monterrey. Ambos llegaron a San Blas, punto desde el que habían partido, después de haber recorrido más de 11.000 kilómetros.

Después del intrépido viaje de Heceta y Bodega, la Corona envió otra docena de expediciones hacia Alaska en lo restante de siglo XVIII. Sin embargo, España fue perdiendo el interés en un territorio tan lejano y que no aportaba recursos tan valiosos como los de otros lugares. La pérdida de las posesiones españolas en América terminó por dejar a Alaska en manos rusas, que se la vendieron a Estados Unidos en 1867. Finalmente, en 1959, se convirtió en el estado número 49 de Estados Unidos.

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